El RA-10 es un un reactor multipropósito que comenzó a construirse en 2010, en el Centro Atómico Ezeiza (Provincia de Buenos Aires) y que, tras diversos retrasos, el año que viene entrará en operación, con lo que asegurará el autoabastecimiento de radioisótopos de uso médico (molibdeno 99), contando con capacidad para atender buena parte de la demanda de América Latina. También permitirá hacer investigaciones de gran demanda internacional, por lo que se espera que equipos de diversos países vengan a la Argentina para hacer ensayos en el nuevo reactor.
A partir de una invitación de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), TSS pudo recorrer las obras verificar el avance y obtener detalles sobre el centro de investigación que se está formando alrededor del reactor en construcción. Su combustible, de uranio con un enriquecimiento de 19,7% (el máximo permitido para el uso civil), ya está siendo fabricado en CONUAR, en el mismo predio de Ezeiza, y el agua pesada para la operación del reactor ya fue comprada el año pasado. Se trata de 6 toneladas que fueron producidas en la Planta Industrial de Agua Pesada en Neuquén.
El RA-10 tendrá posiciones internas en su núcleo para insertar elementos diferentes de su combustible para poder ser bombardeados con neutrones. Un ejemplo de esto es el silicio, que cuando absorbe un neutrón se puede convertir en fósforo, dando un material, silicio dopado, con algunas partículas de silicio y otras de fósforo que lo hacen superconductor y por eso de gran valor para la industria electrónica y en aplicaciones de alta potencia como autos o trenes eléctricos.
El reactor también tendrá aberturas alrededor de su núcleo que le permitirán el escape controlado de neutrones. Estos serán usados por el Laboratorio Argentino de Haces de Neutrones (LAHN) de la CNEA, que tendrá 14 posiciones para insertar instrumentos de medición y también muchos gabinetes para que diferentes grupos de investigación de todo el mundo puedan realizar sus investigaciones luego de ser evaluados por científicos argentinos.
En el mundo solo hay un puñado de instalaciones de estas características y pocas que se puedan usar de forma abierta, por lo que se espera que la colaboración internacional sea muy importante y ya cuentan con tres instrumentos que han sido donados por laboratorios de otros países. Dos provienen de Alemania, quien se encuentra en un plan para cerrar instalaciones nucleares por lo que ya no podrán usarlos, y otro de Suiza, que tienen una reactor similiar pero con solo cuatro posiciones para instrumentos.
Otros dos instrumentos se están desarrollando en el país, llamados Andes y Astor. “Estas instalaciones son difíciles de cuantificar a nivel económico pero está demostrado que en el largo plazo las colaboraciones internacionales generan un impacto muy positivo en el PBI”, explicó Karina Pierpauli, directora ejecutiva del LAHN.
El reactor comenzó su contrucción formal en 2010 y, tras los cambios de gobierno y los aumentos y reducciones de presupuesto, crisis financiera, pandemia, y retrasos por la guerra de Ucrania (que generaron algunas restricciones para comprar instrumentos a Rusia que ya habían sido comprados), se espera que el año próximo pueda empezar a operar con un retraso de cuatro años según lo planteado inicialmente. Herman Blaumann, gerente del proyecto RA-10, dijo: “Estos proyectos, desde la idea hasta que se terminan, suelen llevar 10 años. A nosotros nos llevó 13 con condiciones realmente difíciles. Bueno, creo que otra novedad que esto se termina”.
Los diseñadores son la CNEA e INVAP, en forma conjunta, para la parte de ingeniería, y el constructor es Caputo S.A. (rebautizada GCDI), que fue adjudicado en 2016 y empezó el vertido de hormigón en 2017. Hoy tiene 1500 trabajadores en forma directa y cuando esté en operación tendrá 200. Ya se han invertido unos 289 millones de dólares y su operación costará 15 millones de dólares anuales, pero también se estima que podrá exportar unos 50 millones de dólares solo de molibdeno 99, y otros 40 millones en otros productos y servicios.
El proyecto es otro hito en el desarrollo nuclear de la Argentina, que necesitó de los conocimientos acumulados con sus siete reactores de investigación construidos en el país y los cinco exportados. “Una vez que esté construido, el reactor no va a tener grandes costos, es económicamente sustentable con un modelo de negocios bien armado. Ya hemos recibido demanda para irradiación de silicio dopado, así que no parece muy complejo lograrlo. La venta del molibdeno es más compleja pero la calidad del producido en nuestro país es la mejor, por lo que habrá que hacer la logística para llevarlo adonde se lo necesite. Hay interés de una empresa japonesa en comprar la producción del RA-10 para distribuirla en esa región, por ahora es solo un interés, pero parecería que hay una oportunidad siempre y cuando haya, de parte nuestra, una organización que permita abordar la parte comercial con eficiencia, agilidad y con un modelo competitivo”, explicó Blaumann.
Varios actores internacionales han solicitado ya reuniones para adquirir el molibdeno 99 que producirá el RA-10. Se trata de un radioisótopo que se produce en el reactor RA-3 en Ezeiza, de muchos usos en medicina (este elemento decae en tecnecio 99m, que se utiliza en el 80% de los estudios de medicina nuclear en todo el mundo), especialmente para diagnóstico y tratamiento contra el cáncer, y que es producido por pocos países. El mayor productor era Canadá hasta que tuvo que sacar de operaciones al National Universal Reactor que lo producía y no pudo mantener en operaciones a dos reactores que había hecho para reemplazarlo (MAPLE) ya que tuvieron problemas técnicos en la operación, por lo que el RA-10 tiene una oportunidad de mercado única.
Actualmente, la mayor producción de molibdeno 99 se da en Europa y en Australia, gracias al reactor OPAL diseñado por INVAP. También están prontos a terminar su licencia reactores en Bélgica y en Holanda. “Si bien hay proyectos para suplantarlos, están lejos en el tiempo y nosotros estamos en el momento justo. Todo esto está pasando en los próximos dos años y estamos ante una oportunidad espectacular para convertirnos en líderes en el mercado mundial”, dijo Blaumann.
El LAHN también podrá dar servicios a la industria. Los haces de neutrones son capaces de atravezar la materia, de la misma forma que los rayos x, pero, a diferencia de éstos, no interactúan con los electrones sino con los núcleos de los átomos, que ocupan mucha menos superficie, por lo que pueden penetrar más profundamente, especialmente en materiales sólidos. Esto permite, por ejemplo, analizar el estado de componentes de diversas industrias, como rieles de trenes.
El núcleo del RA-10 tiene posiciones vacías en las que también se pueden hacer pruebas de elementos combustibles para ensayar nuevas combinaciones de materiales. Hoy, los ensayos de combustibles de CONUAR se envían al exterior, lo que ocasiona grandes gastos y burocracia. En el futuro se podrán hacer sin salir del predio y hasta se podrán recibir muestras de fabricantes de otros países, lo que permitirá conocer la forma de trabajo de ellos y sus investigaciones en la materia. Esto es muy importante porque la Argentina es de los pocos países capaces de fabricar sus propios combustibles y, además, al ser fabricante de reactores en nuestro país y en el exterior, debe poder garantizar que estos tengan combustibles adecuados.
Una particularidad del RA-10 frente a otros reactores de investigación es que podrá tener un ciclo de operación de 29 días y medio frente a los de tres a cinco días de operación de otros reactores, lo que le permite producir más en menos tiempo. Esto se debe a que la carga y descarga de elementos se podrá hacer mientras el reactor esté en operación. Tomás Avallone, quien tendrá responsabilidad en la operación del reactor cuando esté en funcionamiento, explicó: “Hasta diciembre del año pasado estuve desarrollando prácticas operando el RA-3 y la verdad es que son reactores distintos, es una tecnología diferente. El RA-3 tiene 55 años y se ha actualizado, los dos van a producir radioisótopos”.
“Es muy importante entender que este tipo de instalaciones, más allá de sus potenciales de investigación, desarrollo, innovación y producción para la industria, tienen un impacto social muy trascendental desde la salud. Eso es para mí lo más importante, porque para desarrollar proyectos nucleares antes de la capacidad técnica necesitamos la licencia social. Necesitamos que primero nuestra sociedad entienda que hay que desarrollar este tipo de proyectos, que tenemos que desarrollar la tecnología nuclear para llegar a cada rincón del país”, dijo Avallone.
Con información de la Agencia TSS