¿Qué provoca mayor conmoción en la sociedad argentina, un episodio que delata la dolorosa realidad de una persona afectada por un problema de salud mental y su difícil acceso a una respuesta sanitaria adecuada o un hecho que toma características policiacas e ingresa como tema que produce rating? ¿Puede una Ley, por eficiente que sea, por su sola existencia, cambiar una realidad?
La negación de la problemática, la indiferencia política y el desentendimiento social son causas a analizar en casos como el de Chano Charpentier, que no es sino el botón de muestra de innumerables situaciones.
Al hablar de salud mental nos topamos con un concepto difuso y al que se recurre para hacer referencia a: un estado o condición del individuo, un campo de la salud pública, una serie de patologías psiquiátricas y problemas psicosociales, aunque también utilizamos la expresión para citar un conjunto de iniciativas sanitarias, sociales y políticas.
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Es claro que todos estos usos del concepto salud mental tienen su razón de ser y que cada una de estas categorías puede encontrarse relacionada a otra u otras influenciándose recíprocamente y aun dando certeza a un enunciado. Así podría expresarse que es: un campo de la Salud Pública que se ocupa de aquellos estados o condiciones del individuo que revelan una serie de patologías psiquiátricas y problemas psicosociales que a su vez requieren de la existencia de iniciativas sanitarias sociales y políticas para su efectivo desarrollo y aplicación.
La Salud Pública entonces al recoger esta categoría, salud mental, la distingue como tal y la reconoce en una serie de patologías que, el siglo XX ha descubierto, relaciona no solo al individuo padeciente con su biología sino, a aquel y la sociedad, reconvirtiendo el enunciado de Ortega y Gasset en Tú eres tú y tu circunstancia.
Las sociedades occidentales actuales generan condiciones alienantes para quienes vivimos en ella. Observar, conocer, entender la relación individuo sociedad se torna indispensable para comprender la salud mental como fenómeno, como categoría. Despojarnos de prejuicios y dejar de lado estereotipos permite abrirnos a nuevos paradigmas que presentan un nuevo sujeto social, pleno de derechos no solo en los enunciados sino en la práctica.
La existencia de normas por sí solas no garantiza el goce pleno de las mismas. Es preciso asegurarse de su vigencia. El derecho a su invocación y utilización implica conocer su contenido, la presencia de instituciones preparadas e interiorizadas de sus obligaciones de asistencia, abordaje y tratamiento. El acatamiento en su cumplimiento presupone, además, disponer de los recursos, económicos y humanos y necesarios para responder a la demanda.
Este no es el caso de la Argentina y su Ley de Salud Mental. Es preciso analizar la resistencia en su aplicación, la falta de empatía de las instituciones de salud para entender en cuestiones relacionadas con pacientes que solicitan su atención y donde no encuentran respuesta adecuada.
Esta Ley, que incluye en un artículo específico la obligatoriedad en la atención de pacientes con patología o cuadros de consumos de sustancia, no ha logrado que la sociedad entienda que esta es una enfermedad que tiene sus particularidades y en tanto problemática de salud debe ser atendida en instituciones dedicadas a la atención de la salud en general, así, sin diferencia, como puede atenderse cualquier persona en cualquier situación en que la salud física lo demande.
He aquí una cuestión latente. Identificamos a la “salud” con un buen estado físico. En el ámbito del Derecho del Trabajo o Derecho Laboral, la ley 24557, de Riesgos del Trabajo en su artículo 1° inciso b) establece como uno de los objetivos, “Reparar los daños derivados de accidentes de trabajo y de enfermedades profesionales, incluyendo la rehabilitación del trabajador damnificado”.
El Listado de Enfermedades Profesionales es una prueba indubitable de la concepción de salud, en tanto atañe a enfermedades, cuadros, patologías, o como quiera denominarse que directamente afecten la parte físico.
Tan es así que el Estrés, la angustia y la depresión, que son el mal de la época actual, no figuran ni como componentes de los cuadros generales que sólo atienden a los síntomas físicos de la enfermedad.
Sin embargo, en la actualidad es enunciado y sostenido, desde diferentes lugares que hacen al conocimiento del Ser Humano y las sociedades en que se organiza que aquel, el Ser Humano, es una unidad Psicofísica.
Este enunciado es una verdad manifiesta, pero al igual que en otros tantos terrenos, lo manifiesto debe hacer surgir lo latente, traer a la superficie el verdadero problema que nos permita encarar su tratamiento
En nuestra sociedad la falta de conciencia sobre la importancia de esa otra salud, la psíquica, impide el progreso de la Salud Mental. Al hablar de Salud pareciera se descarta una parte importante de la realidad vívida, que aqueja seriamente a los habitantes del planeta Tierra y que no permite abandonar el tú y tu circunstancia
Ahora bien, si tal como desde hace años la Organización Mundial para la Salud (OMS), la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y otros Organismos internacionales y nacionales coinciden que, salud no es solo ausencia de enfermedad, que ese concepto alude a un estado de bienestar pleno que nos permite incorporarnos felizmente a la vida social. Debemos entender, que sería muy difícil lograr este objetivo si solo se toma en cuenta una parte de esa integralidad que constituye a la persona.
Las iniciativas sanitarias al respecto han naufragado los últimos años entre la negación de la problemática, la indiferencia política y el desentendimiento social que tiene espasmos de reacción selectiva cuando algún caso conmueve, no por su naturaleza de problemática de salud mental, sino por su trascendencia en los medios que explotan su costado comercial detrás de algún famoso o famosa.
Ninguna Ley, por eficiente que sea, puede por su sola existencia cambiar una realidad, pero las leyes son instrumentadas para ser tenidas en cuenta y cumplidas. Hacerlas ejecutivas implica algo más que un Decreto reglamentario y su aparición en el Boletín Oficial.
El compromiso de hacerla un instrumento válido y valioso para una sociedad conlleva aquel mencionado conjunto de iniciativas sanitarias, sociales y políticas donde la responsabilidad por el cumplimiento y acatamiento debe ser asumida por cada una de las partes. Sino seguiremos reclamando, en cada caso particular, como si la salud mental fuese sólo excepciones, raras manifestaciones que no se sabe cómo contener y ponen frente a la disyuntiva de pensar si la única manera es por medio de la violencia