"El último informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático es una letanía de promesas rotas. Algunos gobiernos y líderes de empresas están diciendo una cosa, pero haciendo otra. Están mintiendo. Las corporaciones están ahogando el planeta”.
“La ciencia es clara: tenemos que reducir un 45% las emisiones [de gases de efecto invernadero] en esta década”.
“Tenemos que triplicar la velocidad de transición hacia las energías renovables. Esto quiere decir ayudar a los países en vías de desarrollo, proteger los bosques, reducir las emisiones de metano…”
Con éstas y otras frases que no dejan lugar a segundas interpretaciones, António Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), abrió este lunes al mediodía la conferencia de prensa en la que se dieron a conocer los puntos más relevantes del tercer reporte del Sexto Informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (https://www.ipcc.ch/report/ar6/wg3/). Los dos primeros, uno sobre las bases físicas del fenómeno y otro sobre sus impactos, se dieron a conocer en agosto de 2020 y en febrero de este año. Esta es la parte más controvertida porque se ocupa de las políticas, tecnologías e inversiones necesarias para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
El trabajo, producido durante cinco años por 278 autores de 65 países y más de 354 colaboradores, revisó 18.000 papers científicos, y recibió más de 59.000 comentarios de científicos y gobiernos. Llega a la conclusión de que para no superar la meta de 1,5°C de calentamiento por sobre la temperatura global de la época preindustrial (como plantea el Acuerdo de París), debería alcanzarse un pico de emisiones para 2025 y habría que reducirlas a la mitad hacia 2030, un plazo casi inalcanzable en el actual escenario. De hecho, los propios autores destacan que el total de emisiones de gases de efecto invernadero siguió en ascenso en los últimos años y durante 2010-2019 alcanzó los registros más altos de la historia.
“El informe plantea por un lado lo que viene pasando y luego cómo se sigue para adelante, qué opciones hay —explica Gabriel Blanco, docente e investigador de la Universidad Nacional del Centro (Unicen) y uno de los autores—. El IPCC nunca hace recomendaciones, no es prescriptivo en términos de políticas, muestra opciones para seguir adelante. Lo que se ve es que las emisiones siguen creciendo año tras año en todos los sectores productivos, tal vez a un ritmo un poquito menor en la última década. Las emisiones per cápita también siguen aumentando. Pero este trabajo hace hincapié en las diferencias regionales, que son abismales. Creo que lo positivo respecto de los anteriores es que relaciona la mitigación del cambio climático con el desarrollo. O sea, propone opciones que generan sinergias positivas con los objetivos de desarrollo sostenible”.
Los expertos subrayan que limitar el calentamiento global requerirá cambios importantes, como una reducción sustancial en el uso de los combustibles fósiles, electrificación generalizada, mayor eficiencia energética y uso de combustibles alternativos (como el hidrógeno). Hasta 2019, éstos y el sector industrial fueron los mayores responsables del aumento de emisiones. En el contexto de la infraestructura existente más la planificada, el aumento de la temperatura global llegará a 2°C.
Agregan que, al mismo tiempo, el metano también tendría que reducirse en alrededor de un tercio. E incluso si lo logramos, es casi inevitable que superaremos temporalmente el umbral de 1,5°C de aumento de la temperatura, pero podríamos volver a estar por debajo a fines del siglo.
“El objetivo de 1,5° es muy difícil de cumplir —afirma Blanco—, porque las emisiones a nivel global tendrían que llegar a su pico de acá a tres años. Sino, ya prácticamente se perdería la oportunidad (aunque por lo menos en forma teórica se puede superar esa temperatura y después volver a enfriarla más adelante en el transcurso del siglo). Para eso, se necesita apoyo inmediato para que todos los países puedan disponer de las capacidades y los recursos financiero-tecnológicos que les permitan implementar otro tipo de sistemas productivos”.
Una de las novedades es que los expertos consideran que en algún punto será “inevitable” utilizar tecnologías de “captura de carbono” de la atmósfera para contrarrestar las emisiones residuales de algunos sectores, como la aviación, la agricultura y ciertos procesos industriales. Esta y otras tecnologías disruptivas que se dieron a conocer como “geoingeniería” están analizadas en el informe así como los impactos, positivos y negativos, que pueden generar.
“Uno puede llegar a tener cierta reducción un poco más rápida de las emisiones, es cierto —afirma Blanco—, pero sus consecuencias adversas también pueden ser enormes, sobre todo por las alteraciones que podrían introducir en los ecosistemas. Tienen una cantidad de aspectos muy preocupantes, tanto como el propio cambio climático”.
El lado positivo
Pero aunque el informe trae una cantidad de malas noticias, también ofrece otras alentadoras. Por ejemplo, que desde 2010 se redujeron hasta un 85% los costos de la energía solar y eólica, y que una gama cada vez mayor de políticas y leyes mejoraron la eficiencia energética, se redujo las tasas de deforestación y aceleró el despliegue de energías renovables.
"Nos encontramos en una encrucijada. Las decisiones que tomamos ahora pueden asegurar un futuro habitable. Tenemos herramientas y conocimientos necesarios para limitar el calentamiento —dijo un optimista Hoesung Lee, presidente del IPCC, también durante la conferencia de prensa—. Me siento alentado por la acción para detener el cambio climático en muchos países. Hay políticas, regulaciones e instrumentos de mercado que están demostrando su eficacia. Si se escalan, y aplican en forma más amplia y equitativa, pueden estimular la innovación y promover reducción de emisiones. Tenemos opciones en todos los sectores para al menos disminuir a la mitad las emisiones para 2030”.
No será la conducta humana solamente la que nos llevará a la reducción de emisiones, sino el acceso a la tecnología y la infraestructura. Según los especialistas, las políticas, la infraestructura y la tecnología adecuadas pueden resultar en una reducción del 40 al 70% en las emisiones de gases de efecto invernadero para 2050.
Las medidas propuestas exceden la producción de energía. Abarcan cambios en las ciudades (por ejemplo, diseñando centros urbanos más pequeños y compactos, que no requieran movilizarse en automóvil), electrificación del transporte, edificios más eficientes. También en la industria, que deberá reutilizar y reciclar productos, y minimizar la producción de residuos. La agricultura, la silvicultura y otros usos de la tierra pueden reducir emisiones en gran escala, y también eliminar y almacenar dióxido de carbono.
El informe va más allá de las tecnologías y abarca además los aspectos económicos que ponen en juego estos cambios. “Si bien los flujos financieros son un factor de tres a seis veces más bajos que los niveles necesarios para limitar el calentamiento por debajo de 2°C para 2030, hay suficiente capital global y liquidez para cerrar las brechas de inversión”, aseguran. Las tecnologías de reducción de gases de efecto invernadero y de bajas emisiones son cada vez menos costosas y el beneficio económico de limitar el calentamiento por debajo de 2°C es mayor que las inversiones requeridas. En este sentido, ciertas opciones de mitigación podrían reducir las emisiones al menos a la mitad entre 2019 y 2030, pero esto requerirá encontrar nuevas formas de producir y proporcionar servicios básicos. Estos cambios no solo ayudarían a evitar la catástrofe climática, sino que podrían contribuir a mejorar la salud y la calidad de vida.
Y tampoco hay que dejar de lado la adaptación, recordó Petteri Taalas, de la Organización Meteorológica Mundial.
“La acción climática acelerada y equitativa para mitigar y adaptarse a los impactos del cambio climático es fundamental para el desarrollo sostenible –dice el IPCC en un comunicado–. Algunas opciones de respuesta pueden ser absorber y almacenar carbono y, al mismo tiempo, ayudar a las comunidades a limitar los impactos asociados con el cambio climático. Por ejemplo, en ciudades, redes de parques y espacios abiertos, humedales y agricultura urbana pueden reducir el riesgo de inundación y los efectos de isla de calor”.
Duras discusiones
El informe, que se dio a conocer seis horas después de lo previsto, fue la culminación de un proceso exigente y complejo. Según publicó el diario británico The Guardian, sobre el final, científicos y gobiernos habrían estado en desacuerdo sobre cuestiones como la cantidad de fondos que probablemente se necesitarán para que los países en desarrollo hagan frente a la crisis climática y qué énfasis dar a políticas como la eliminación gradual de los subsidios a los combustibles fósiles.
“Hubo muchas discusiones, porque aunque somos todos científicos y especialistas, hay miradas distintas sobre la misma información —explica Blanco—. El tema central es cómo los países que todavía tienen mucho camino para recorrer pueden desarrollarse. Todo el tiempo subrayamos que existen muchas desigualdades en financiamiento, tecnología, fortalecimiento de capacidades. Se necesita apoyo porque las decisiones que se toman hoy en los países en desarrollo los deja atrapados en un esquema, en un sistema, en infraestructuras de las que no van a poder salir en muchas décadas. Cualquier decisión es por lo menos para medio siglo. Eso lo sabemos”.
Todas las opciones presentan aspectos favorables y desfavorables. “Y a su vez, esos pros y contras también cambian de acuerdo con la región y las circunstancias locales. No hay una ‘bala de plata’”, destaca Blanco. Cada país deberá analizarlos y decidir.
“El cambio climático es el resultado de más de un siglo de producción de energía y uso de la tierra, estilos de vida y patrones de consumo y producción insostenibles”, dijo Skea.
Y agrega Blanco: “Lo que pone en evidencia el cambio climático es que el desarrollo de los últimos doscientos años, desde la Revolución Industrial para acá, estuvo mal planteado. Obviamente, hay que cambiar eso. Construímos todo sobre la base de los combustibles fósiles. Eso nos llevó a pensar el progreso de una determinada manera, a romper con los ciclos naturales del planeta y, bueno, ahora hay que empezar de a poco a deshacer eso. Se intenta resolverlo a través de una mirada muy optimista de las soluciones tecnológicas, pero el informe lo plantea en dos capítulos que son muy interesantes: uno sobre desarrollo de tecnología y cuál es su rol, y el otro en el que se centra en las cuestiones culturales, lo difícil que es ir contra los patrones culturales cuando todo está ‘montado’, por decirlo de alguna forma, sobre un barril de petróleo”. No es que uno piense que el desarrollo tecnológico no sirva. El uso que le dimos a la tecnología fue funcional al desarrollo de estos doscientos años”.
De acuerdo con este nuevo y monumental trabajo de más de 3.600 páginas, que será resumido con los dos anteriores para presentárselo a los gobiernos como preparación para la próxima COP27, que se realiza en noviembre en Egipto, la principal barrera para lograr el cambio a fuentes de energía renovables es política y no científica.
“Sin reducciones inmediatas de emisiones en todos los sectores, será imposible —dijo Skea—. Es ahora o nunca”.
“Tenemos que empezar este año, no el próximo. Este mes, no el próximo. Hoy, no mañana. De lo contrario, como dijo el Secretario General de la ONU, continuaremos caminando sonámbulos hacia la catástrofe climática”, advirtió Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Ambiente.
Concluyó Guterres: “Los líderes tienen que liderar”.