Las ardillas fueron noticia por su inesperada aparición en Luján, un hábitat en el que no se espera que existan este tipo de animales. Sin embargo, lo que parece un gracioso e inocente episodio es parte de un proceso que comenzó hace décadas e involucra a más de 700 especies que no son originarias de Argentina y que, como "animales introducidos" -es decir, no nativos del lugar, transportados de forma accidental o deliberada por humanos- hoy forman parte del ecosistema de nuestro país.
“Lo más alarmante es que las ardillas ya se encuentran en varios lugares de la provincia de Buenos Aires, la provincia de Santa Fe, en la provincia de Córdoba, en la provincia de Mendoza, una zona productiva muy importante y que puede causar daños enormes. El problema de eso es que todavía no se tiene la conciencia suficiente de los daños que pueden causar el establecimiento de una nueva especie en el lugar”, sostiene la Dra en Ciencias Biológicas e investigadora del Conicet, María Laura Guichón.
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La especialista remarca que este es un problema en ascenso, de relevancia internacional y que en todo el mundo se le da importancia al tema ya que es uno de los principales factores de impacto sobre la biodiversidad, pero que también afecta las actividades productivas y en aspectos sanitarios. Hoy en el país hay más de 700 especies introducidas y desde la SAREM (Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos) este año se está trabajando en la actualización de todas las fichas de mamíferos introducidos en el país para su monitoreo. Esta estadística reúne a todos los que se encuentran en suelo argentino, tanto nativos como exóticos.
El proceso de invasión de una especie introducida o exótica, incluye cuatro etapas: el transporte, la introducción, el establecimiento y la expansión. Una especie invasora es una que cumple con todas esas etapas. Es transportada a un lugar de donde no es originaria, se puede establecer y puede expandirse para finalmente colonizar nuevos ambientes. Para definir a una especie como invasora se deben notar impactos sobre el área que está ocupada por esta especie.
Accidental o deliberado: un problema histórico y persistente
El ejemplo más común de migración accidental de especies es el agua de lastre de los barcos. Los barcos cuando cargan en un puerto y descargan del otro lado del océano, largan agua con un montón de especies acuáticas. Muchas de esas especies son un gran problema en áreas marinas y portuarias.
La introducción deliberada suele tener fines productivos, ya sea para cría o para alimento, como pasa en Argentina con el ganado o con la siembra de la avena. Por ejemplo, para fines cinegéticos, existe el caso del ciervo colorado o con el jabalí. Con fines peleteros, el caso del castor o el visón americano. Con fines ornamentales, la introducción de mascotas como el caso de los perros. “El problema de estas especies no es cuando están controladas bajo el cuidado de las personas, sino cuando se escapan de esos cuidados y se establecen poblaciones silvestres sin control que pueden afectar tanto otras actividades humanas como a las especies de flora y fauna nativa”, sostiene la Dra.
Para la especialista, el ganado, como especie introducida, se usa para cría, pero el problema surge con las vacas de poblaciones asilvestradas: “Suelen generar conflictos en distintos parques nacionales en toda Argentina. Con los perros sucede algo parecido, ya que si no están bajo cuidado de las personas pueden formar jaurías y en algunas regiones esto suele desencadenar problemas, como en la Patagonia donde atacan corderos y ganado de los productores agropecuarios”, remarca Guichón.
El futuro es de lucha
Entre 2015 y 2022 existió un proyecto impulsado desde el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, que trabajaba sobre el fortalecimiento de la gobernanza para la protección de la biodiversidad, mediante la implementación de una estrategia nacional sobre especies exóticas invasoras. Según Guichón, se trabajó con un sistema de detección temprana y prevención de dispersión y especies exóticas en zonas de los puertos, en la zona de Chubut, Río Negro y Buenos Aires: "Casos como el alga didymo en Patagonia, con el tamarisco en la zona de Mendoza, con la rana toro en las provincias más del centro, con el caracol gigante africano en la zona de Misiones, con el ligustro en Jujuy. Entonces fue una forma de instalar la temática y tener una base para la cual trabajar”, sostiene Maria Laura.
El aspecto sanitario es importante ya que muchas de las especies introducidas pueden cambiar la circulación de ciertos patógenos en el ambiente. Algunas de estas especies actúan como huésped o de algún parásito o alguna bacteria y pueden aumentar su circulación en el ciclo epidemiológico de la enfermedad y luego actuar como transmisores. A grandes rasgos los impactos de las especies introducidas invasoras pueden definirse con impactos ecológicos, impactos económicos, impactos sanitarios e impactos culturales.
Uno de los casos más resonantes este año tuvo que ver con el mosquito Aedes aegypti, que es una especie introducida y que tiene efectos terribles sobre la salud pública, con todo lo que implica la transmisión del virus del dengue y de otros otros virus asociados.
“Es importante hablar que esto sigue ocurriendo, se siguen introduciendo especies, las especies una vez que ya están se siguen expandiendo y causan distintos problemas. Es importante entender qué significa para el manejo de los sistemas naturales y el manejo de la flora y la fauna que haya especies introducidas que modifican la dinámica natural, entender qué rol tienen, entender qué impacto tienen y qué se puede hacer”, finaliza la investigadora del Conicet.
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Especies y plantaciones invasoras en Argentina: cuáles son
Castor canadiense (Castor canadensis)
Introducido en Tierra del Fuego en 1946 para desarrollar la industria peletera, el castor se ha convertido en una plaga en el sur del país. Ha alterado gravemente los ecosistemas de los bosques nativos de Nothofagus (lenga, ñire y guindo) debido a su capacidad de talar árboles y construir represas, lo que genera inundaciones que alteran los cursos de agua y la fauna asociada.
Jabalí europeo (Sus scrofa)
Este mamífero, introducido para la caza deportiva, ha proliferado principalmente en la Patagonia, Córdoba, y Buenos Aires. El jabalí causa grandes daños a la vegetación, la fauna nativa y la agricultura debido a su comportamiento destructivo al buscar alimento, lo que incluye raíces y bulbos de plantas nativas.
Avispa chaqueta amarilla (Vespula germanica)
Esta especie, originaria de Europa, se ha asentado en varias regiones de Argentina, particularmente en la Patagonia y en el norte del país. Esta avispa es extremadamente agresiva e impacta fuertemente en la apicultura y la biodiversidad al competir con las abejas nativas por recursos y depredar sobre otros insectos y pequeños animales.
Ligustrina (Ligustrum lucidum)
Este árbol, nativo de Asia, ha invadido diversas regiones de Argentina, incluyendo el norte y centro del país. La ligustrina compite con las especies nativas, alterando los hábitats originales y modificando el régimen de incendios y la disponibilidad de recursos para la fauna.
Acacia negra (Gleditsia triacanthos)
Originaria de América del Norte, según cuenta el Conicet, esta especie se ha expandido por el litoral y la provincia de Buenos Aires. Es conocida por su capacidad de colonizar rápidamente y formar densos bosques que desplazan a las especies nativas y modifican la estructura del suelo.