Es común ir al supermercado y encontrar en las góndolas frutas y verduras fuera de estación, con colores que llaman la atención y un gran tamaño que seduce a la compra. ¿Son tan naturales como parecen estos alimentos? Lo cierto es que en su gran mayoría se tratan de alimentos transgénicos. La reciente aprobación del primer trigo transgénico en Argentina reavivó una discusión tensa sobre esta forma de "concebir" productos alimenticios. ¿Qué significa 'transgénico'?, ¿Cuáles son las consecuencias de quiénes los consumen?, ¿por qué las empresas pujan por su uso?
Qué son los alimentos transgénicos
Los alimentos transgénicos son organismos que poseen en su composición uno o varios genes diferentes de los que se les atribuyen en un principio. Mediante técnicas de biotecnología, se pueden utilizar genes extraídos de seres vivos, modificados en laboratorios y reintroducidos en el mismo u otro organismo. Técnicamente se conocen como Organismos Modificados Genéticamente (OMG) y su objetivo es dotar a estos organismos de cualidades especiales de las que carecerían. De este modo, las plantas transgénicas pueden sobrevivir a plagas, aguantar mejor las sequías, o resistir el efecto de algunos herbicidas.
Aunque se trata de un procedimiento controlado y la mayoría de modalidades utilizadas para producir estos organismos están autorizadas, han suscitado un intenso debate entre quienes ven una mejora significativa y muchas ventajas y quienes señalan los riesgos que estos productos podrían esconder. A esta discordancia se le añade el hecho de que ninguna ley obliga a los productores a indicar qué productos tienen modificaciones genéticas aunque sí es perceptivo de señalarlo cuando un producto cuenta con al menos un 0.9% de algún transgénico.
Argentina y su historia con los transgénicos
En Argentina el primer cultivo transgénico fue la soja tolerante a glifosato, que se aprobó y sembró por primera vez en 1996. Desde ese momento el área sembrada con cultivos transgénicos, que también se llaman genéticamente modificados (GM), ha crecido de forma sostenida.
Cabe señalar que la región existen otros tipos de cultivos transgénicos aprobados como los cultivos resistentes a insectos (cultivos Bt). Incluso hay varios cultivos transgénicos que combinan la tolerancia a herbicidas y la resistencia a insectos. Con alrededor de 24 millones de hectáreas sembradas, que representan el 12-13% de la superficie global de transgénicos, Argentina está posicionada como el tercer productor mundial de cultivos GM, después de Estados Unidos y Brasil.
Con la aprobación del primer trigo transgénico, que contiene un gen del girasol para hacerlo más resistente a las sequías, Argentina dependería de Brasil para poder comercializarlo, ya que el país vecino compra casi el 50% de la producción local, siendo el principal socio del Mercosur.
Desventajas para el consumo y pros para las empresas
Entre las ventajas del uso de transgénicos -expuestas por buena parte del empresariado que produce y defiende su uso- se encuentran: la protección frente a virus o herbicidas, mayor durabilidad y tamaño, crecimiento acelerado o la capacidad de crecer en zonas estériles y de que se les añadan proteínas que de normal no poseerían
Si bien no está probado que su consumo provoque daños en el cuerpo humano a corto y largo plazo, sus detractores exponen que el uso de los transgénicos impacta de manera negativa en el medio ambiente y genera una pérdida irreparable de la biodiversidad. Por otro lado, una de las principales quejas en torno a su uso no se refiere a los transgénicos en sí mismos, sino al modo de uso de los mismos: estos productos no generan semillas viables por lo que se pone a los agricultores en una situación de dependencia total frente a los suministradores, generalmente grandes empresas multinacionales que controlan qué, cómo y cuánto se produce.