La búsqueda de la verdad y la identidad durante la oscura época de la dictadura en Argentina fue una tarea desgarradora, pero también inspiradora en algunos puntos, como la ciencia. Entre las muchas organizaciones que se levantaron para enfrentar la injusticia, las Abuelas de Plaza de Mayo se destacaron por su incansable lucha por encontrar a sus nietos y nietas desaparecidos, los cuales en muchos casos fueron dados a las familias de los propios genocidas o cercanos a ellos.
Desde la restauración democrática en 1983, las Abuelas enfrentaron un desafío único, y era cómo saber e identificar a sus nietos y nietas, especialmente cuando los padres estaban desaparecidos. Fue entonces cuando recurrieron a la ciencia y visitaron academias y universidades en busca de respuestas. De ahí, surgió una motivación a la ciencia de un valor incalculable.
El índice de abuelidad
Un equipo de científicos, entre ellos Víctor Penchaszadeh, Eric Stover, Cristián Orrego y Mary-Claire King, se unió a la causa de las Abuelas. Después de un año de intenso trabajo, desarrollaron lo que se conoció como el Índice de abuelidad: una fórmula estadística que, a partir del material genético de los individuos, establecía con una precisión casi perfecta la probabilidad de parentesco entre una abuela y su nieto o nieta.
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Esta herramienta fue un avance monumental en la búsqueda de la verdad y la justicia. Con un impresionante 99,99% de eficacia en la determinación de parentesco, el Índice de abuelidad se convirtió en una prueba indispensable para la Justicia, facilitando la restitución de identidades.
El primer caso resuelto utilizando esta herramienta fue el de Paula Logares en 1984, marcando el comienzo de una serie de éxitos en la identificación de nietos y nietas robados. Hasta la fecha, se han restituido las identidades de 84 personas gracias al Índice de abuelidad, de un total de 137 casos resueltos.
Un banco genético
En reconocimiento a la importancia de esta labor, en 1987 el Congreso de la Nación creó el Banco Nacional de Datos Genéticos mediante la Ley 23.511. Este banco se encargó de resolver la filiación de niños y niñas apropiados durante la dictadura, ofreciendo una esperanza tangible a aquellos que buscaban respuestas sobre su identidad perdida.
En 2009, el Banco Nacional de Datos Genéticos se convirtió en un organismo autónomo y autárquico, bajo la jurisdicción del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, gracias a la Ley 26.548. Y en un emotivo gesto de reconocimiento, Mary-Claire King fue honrada en el Banco Nacional de Datos Genéticos, donde el laboratorio lleva ahora su nombre, en un tributo merecido a su contribución invaluable a la causa de la justicia y la verdad.