Los preparativos para el 8 de marzo en Madrid llevan semanas entre asambleas, encuentros para realizar carteles, delinear reclamos y establecer acuerdos en el centro de una Ciudad gobernada por la ultraderechista del Partido Popular, Isabel Díaz Ayuso. Irene, española y trabajadora de producción audiovisual, vive el avance de las ultraderechas en los territorios con mucha incertidumbre y miedo. No puede creer que todavía haya personas que niegan la violencia de género o que le niegan la identidad a personas trans. "Me parece algo delirante porque no es sólo negar algo evidente sino algo muy doloroso para muchas personas, como vivir en hogares con violencia o ser discriminadas. El movimiento feminista no puede basarse en la exclusión de grupos minoritarios, nada de eso tiene sentido", afirma. Es por eso que considera un delirio la elección de Milei en Argentina y apoya y acompaña a amigas y compañeras migrantes, confiando también en el movimiento de "luchadoras y guerreras" que existe en toda Latinoamérica.
"Las compañeras argentinas han sido un gran ejemplo a seguir", comenta Paula Villanueva Lucas, oriunda de Zaragoza y profesora de literatura. Para ella, es notorio el impacto de los feminismos argentinos y latinoamericanos en España, aunque también a nivel global. Las formas de lucha, el agite, la organización por fuera de las instituciones, los reclamos colectivos, la insistencia, y la conquista de derechos en las calles son algunas de las características que destacan como particulares de los feminismos argentinos. Pone como ejemplo la lucha por el aborto, la inclusión del género no binario en el documento nacional, el cupo laboral trans o el reclamo por los derechos de las trabajadoras sexuales. "El tiempo que viví en Zaragoza vi una clara admiración hacia el activismo de los feminismos latinoamericanos. Y, actualmente, en Madrid, creo que hay un fuerte compromiso decolonial desde la propia comisión del 8M, pero, por supuesto, desde los proyectos encarnados de compañeras migrantes, como la organización Sudakasa". Paula asegura que escuchar y leer teoría y literatura latinoamericana fue muy inspirador para su formación académica, feminista y profesional, cita a la escritora y periodista peruana Gabriela Wiener, la filósofa Carolina Meloni o la activista mexicana Tatiana Romero.
MÁS INFO
Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.
Uno de los bloques con más protagonismo este último tiempo es el Migrante y Antiracista, conformado por cientos de mujeres y personas LGBTIQ+ de distintas nacionalidades que encontraron en la organización un encuentro, una forma de visibilizar las violencias a las que están expuestas en la comunidad por ser negras, marronas, sudacas, asiáticas, marroquíes, trans, lesbianas, mujeres de bajos recursos. Es un bloque que, según cuentan sus integrantes, intenta encontrar refugio en esas interseccionalidades que hacen a la vida en la ciudad de Madrid, que evidencian muchas desigualdades. Entre las organizaciones que lo conforman se encuentra Argentinxs en Movimiento, un espacio que se conformó tras el triunfo de Javier Milei en las PASO. "Primero hicimos mateadas para organizar la rabia por el avance de las ultraderechas. Después de las elecciones seguíamos convencidas de que la visibilización de lo que estaba pasando en Argentina era importante, porque el fascismo no conoce de territorios", cuenta Maire, que desde que llegó a Madrid, encontró en los espacios feministas la activación y el acompañamiento necesario para su proceso migratorio. Según ella, desde esa agrupación también pretenden visibilizar que no toda persona que se va de Argentina odia su país. "Nosotras amamos Argentina, las razones de migración son variadas, y nos parece importante visibilizar la forma de lucha que tienen Argentinas".
"Ver todo lo que ha ocurrido y está ocurriendo en Latinoamérica en cuanto a la lucha por los derechos hacia las mujeres es inspirador. Han demostrado que la sociedad va por delante de las instituciones; el movimiento por la ley del aborto fue inspirador, ver a todas esas mujeres juntas, en las calles, acampando, cada día para defender un derecho que debería estar garantizado, fue un ejemplo", dice Irene, que siguió de cerca todas las manifestaciones y sintió mucha alegría y emoción cuando el 29 de diciembre de 2020 se aprobó la ley en Argentina.
Para Maite, el impacto es tangible en las formas que tenemos de comunar, los lazos colectivos y comunitarios, ya que es una sociedad muy individualista. "Alguna vez existió acá y creo que resiste a través de nuestras migraciones; ahora somos nosotras las que traemos nuestras historias, nadie va hablar por nosotras, y la fuerza de Argentina se conoce desde siempre, primero de las abuelas de Plaza de Mayo, el corralito del 2001, la ley del aborto, los perseguidos políticos; todo eso hizo eco y empezamos a dejar de ser solo parte del discurso feminista catedrático para hablar y contar la historia desde el cuerpo", expresa Maite, que es muy crítica de los feminismos que se quedan en el discurso pero no trascienden en el territorio. Al respecto suma: “faltan acciones concretas para incidir en problemas reales. Los desahucios (desalojos), la ley trans que tuvo un retroceso en Madrid, y la persistente la transfobia en el ámbito laboral”
El individualismo y la falta de solidaridad son preocupantes. La reivindicación del sujeto político exclusivamente biológico es un error. Los discursos de odio se aprovechan de estas grietas. España es muy facha, y la falta de unidad feminista es peligrosa. La división entre mujeres es el objetivo de la ultraderecha.
Natalia Elli, profesional de la salud, destaca desde su punto de vista, "venimos de Argentina con una intención fuerte de agite, intentamos traer algo de esa experiencia de lo que son las movidas en nuestro país, de esa forma de incomodar que tenemos". Como trabajadora de la salud, acompañó abortos en Argentina y activó mucho tiempo desde la Red de Profesionales de la Salud. Esa lucha se vivió muy de cerca en España, siempre se sintieron acompañadas y apoyadas. "Fue un momento de mucha repercusión a nivel global, la marea verde; sentimos mucho apoyo, en Madrid, por ejemplo, cuando vamos con el pañuelo verde nos encontramos con feministas que nos manifiestan su respaldo, en las movilizaciones también, es desde ahí que hacemos articulaciones", suma Belén, integrante de Argentinxs en Movimiento.
"El movimiento feminista latinoamericano es superluchador y combativo, siempre muy al pie del cañón. España y otros países de Europa deberían aprender de ello, esa forma de tomar las calles para defender los derechos puede realmente hacer cambiar las cosas de una forma muy potente", admite Irene, que cree fervientemente en el intercambio constante entre los feminismos latinoamericanos y europeos, más allá de los contextos hay problemas que son comunes: las redes invisibles de cuidado, las violencias de género, la falta de trabajo para personas de la comunidad LGBTIQ+, el racismo, la feminización de la pobreza, entre otras problemáticas que se repiten y son transversales.
En este punto, Cami, que forma parte de la comisión del 8M en Madrid, es un poco más crítica. "Hay un diálogo de tintes más intelectuales o académicos. Una se encuentra con vínculos, articulaciones entre feministas de un lado y del otro del charco. Sin embargo, puedo observar que sucede en ámbitos de militancia más del orden de la producción de conocimiento, pero ¿existen articulaciones territoriales?". Esta pregunta trae consigo las problemáticas de desalojo, de falta de trabajo y de las campesinas, que muchas veces están solas en esas luchas, el bloque migrante pretende canalizar esos reclamos, escuchar y visibilizar las problemáticas concretas de las mujeres y personas LGBTIQ+ en España: "la ultraderecha avanza sobre derechos, sobre nuestros cuerpos y sobre nuestras luchas históricas. ¿Quiénes son los sectores más afectados ante este avance?: mujeres, disidencias migradas, racializadas, pobres, excluidas", comenta al respecto.
¿Qué pasa con las TERF?
Hace dos años la marcha central que comienza en las inmediaciones de la estación Atocha, se divide en dos. Se debe a los desencuentros entre los feminismos españoles y migrantes, con las llamadas agrupaciones TERF. "Hacemos una contramarcha, una división latente y visible que pulsa ante la necesidad de responder a muchas mujeres anti derechos y trans odiantes", cuenta Maite Ledesma, que vive hace casi 10 años en España.
A Paula le desesperan los discursos trans odiantes, le horroriza ver a tantas académicas españolas con ese discurso, cuando hace unos años estaban con los feminismos. "Me cuesta entender esa necesidad de echar a los leones a tus compañeras, de mostrar esa absurda resistencia a la evolución del lenguaje, cuando el uso del neutro y de la -e despierta absoluta psicosis, y de aprovechar para ponerte del lado de las personas más reaccionarias del panorama político". Paula describe este accionar como una "obsesión malsana" que busca mantener el género como algo inalterable, esencialista y reducido, algo tan presente en España que este 8 de marzo la marcha se divide en dos justamente por estas diferencias ideológicas. Sucede con el patriarcado lo mismo que con el capitalismo, que perdemos la esperanza por falta de alternativa y por no ver escapatoria.
"Todas tenemos una especie de pánico social que a veces ocultamos con más destreza y otras veces no. Yo soy derrotista ante noticias que parecen vaticinar el fin del mundo: derogación de leyes, clausura de ministerios, 'triunfos' electorales de tiranos como Milei en Argentina, en resumen, constantes intentos de echar por tierra todos los avances sociales que tantísimo han supuesto conquistar", cuenta Paula, que para traer un caso local cita lo sucedido con la ex ministra de igualdad Irene Montero, que recibió muchos ataques machistas desde las derechas españolas por el lugar que ocupaba en el gobierno anterior, las leyes que pretendía impulsar, lo que le costó su puesto de trabajo.
Sobre este tema Natalia reflexiona que el problema es la fuerte impronta individualista y poca solidaridad que se vive en muchos ámbitos de la sociedad “la reivindicación del sujeto político exclusivamente biológico es un horror y está muy presente aquí. Los discursos de odio se aprovechan de estas grietas. En ese sentido España es muy facha, y la falta de unidad feminista es peligrosa porque la división entre mujeres es el objetivo de la ultraderecha”.
Los reclamos de la marcha el 8M
"Este año los reclamos son por las mujeres desahuciadas (desalojadas) de sus hogares, por tener una sanidad pública de calidad, visibilizar las luchas de los sur globales, del Congo, de Palestina, de los pueblos originarios de América, de la devastación de sus territorios para mantener la vida del norte global. Por el reconocimiento médico y económico de los trabajos de cuidados. Por la lucha de todas las mujeres cis, trans, mujeres por la paz, trabajadoras del campo precarizadas, las trabajadoras sexuales, las infancias, etc.", describe Maite algunas de las líneas que se pueden ver también en el Manifiesto de este 8M en Madrid, titulado "Patriarcado, genocidios, privilegios: se acabó". En las primeras líneas se pone en manifiesto el caso de una señora de 78 años que fue desalojada en Barcelona, la violencia y explotación laboral que viven muchas mujeres y personas LGBTIQ+, así como también la situación que viven las mujeres palestinas: “Las feministas decimos: SE ACABÓ el colonialismo militarizado, racista y genocida. Junto a las mujeres palestinas y a todas las que trabajan activamente por la paz y la justicia y que luchan contra las acciones de sus gobiernos en Israel, en Estados Unidos y en todos los países, exigimos que cese inmediatamente el castigo colectivo contra la población palestina”, concluye el documento que se leerá el viernes.
Irene asegura que este año el principal mensaje es el de unidad “es importante entender que el movimiento feminista es absolutamente transversal, está conectado con muchas problemáticas como el cambio climático, la lucha de clases, el antirracismo, para que la lucha avance tenemos que estar juntas”. En esa línea Maite es muy optimista, asegura que a pesar de la existencia de regímenes católicos y puritanos que insisten en sostener iconos familiares obsoletos, los movimientos feministas en todo el mundo están logrando desarmar estas estructuras “la justicia social siempre prevalecerá”.