Faltante de vacunas COVID: un estudio de Oxford le da la razón a Alberto y Cristina

El presidente como la vicepresidente de la Nación denunciaron la desigualdad en la distribución de las vacunas en todo el mundo "en un mapa de poder mundial plagado de abusos, codicias e injusticias". Un reciente estudio de la Universidad de Oxford reveló que el 85% de las casi 2.300 millones de las dosis fueron empleadas en los países de mayores ingresos.

15 de junio, 2021 | 14.03

La pandemia del COVID-19 desnudó las desigualdades mundiales ante la distribución desigual de las vacunas para erradicar el virus que ya provocó 3,7 millones de muertes en todo el planeta. Tanto el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner expusieron la geopolítica de las vacunas que muestran "el mapa de poder mundial plagado de abusos, codicias e injusticias".

"Las diferencias que se daban entre el norte y el sur tal vez en materia de ingresos, de generación de autonomía, de industrialización, ahora se dan mucho más abajo. En el acceso a las vacunas, por ejemplo, que es el acceso a la vida", remarcó la vicepresidenta al participar de un acto del Instituto Patria y el Instituto Lula para rubricar un Convenio de Cooperación.

En este marco, un reciente estudio da cuenta de esta desigualdad que expulsaron los líderes políticos de la Argentina y reveló que el 85% de las casi 2.300 millones de las vacunas administradas a nivel global fueron empleadas en los países de mayores ingresos, de acuerdo a datos de la Universidad de Oxford. Es así que mientras Norteamérica y Europa exhiben tasas de 65 y 55 dosis aplicadas cada 100 personas, respectivamente, en África la cifra baja a 3 cada 100 personas.

Estados Unidos: la nación occidental más privilegiada en la distribución de vacunas

Según la investigación de Oxford, Estados Unidos es la nación occidental que más administra y posee la mayor cantidad de vacunas, aún con un porcentaje sin utilizar: por ejemplo, ya se distribuyeron 21 millones de las vacunas monodosis de Johnson & Johnson, pero solamente se inyectaron 11 millones.

Si bien, antes de fin de mes el presidente Joe Biden se comprometió a donar unas 80 millones de dosis que incluyen la Johnson & Johnson, además 500 millones de dosis exclusivamente de Pfizer, aún cuenta con unas 60 millones de dosis de AstraZeneca sin utilizar y que la Casa Blanca informó que recién donará una vez que sean aprobadas por su ente regulatorio, a pesar de que ese fármaco ya fue autorizado por varios países que hoy los necesitan con urgencia.

Luego le sigue Canadá que al tener una población más reducida también tiene vacunas de AstraZeneca sin administrar que iban a vencer a fin de mayo pero las autoridades sanitarias extendieron un mes su vida útil, por lo que ahora tienen tiempo hasta el 1 de julio para hacerlo.

Tanto Canadá como Estados Unidos ya cuentan con cerca del 60% de su población mayor de 12 años con una sola dosis.

Faltante de vacunas en países pobres, mientras los ricos dan incentivos para vacunarse

Lo cierto es que la desigualdad también revela la cara más cruda de los males del capitalismo y es que mientras países como la India atraviesa el peor momento de la pandemia que marcó un récord global de muertos por COVID-19 con un número total de fallecimientos que asciende a 359.676, según el Ministerio de Salud, en Estados como el de Nueva Jersey ofrece una cerveza gratis a todo mayor de 21 años que se vacune.

También el de Maryland entrega 100 dólares a sus empleados estatales y otros tantos como California, Ohio y Virginia Occidental otorgan números para un sorteo en el que los que reciban la inyección contra el coronavirus podrán ganarse premios en efectivo, autos y hasta rifles.

Asimismo, diversas empresas se sumaron a la cruzada y muchas cadenas de comida rápida que regalan donas o hamburguesas para incentivar a quienes todavía no se vacunaron. 

Estos hechos revelan claramente las desigualdades mundiales en la distribución de vacunas para evitar más muertes en todo el mundo. La pandemia evidenció nuevamente que los países ricos siguen produciendo sus propios recursos mientras que los pobres reciben donaciones atados a negociaciones de los más poderosos que terminan decidiendo una vez más el rumbo de sus destinos. 

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