Con las 864 mil que llegarán el fin de semana a través del mecanismo Covax, Argentina recibirá un nueva tanda de vacunas contra el coronavirus de AstraZeneca-Oxford pero, llamativamente, todavía no arribó ni una de las 22 millones adquiridas el año pasado, cuyo principio activo se elabora en el laboratorio argentino Mabxience. En este establecimiento que pertenece al empresario Hugo Sigman aseguran que están cumpliendo con los plazos acordados y que ya enviaron a México, donde debe envasarse y distribuirse, siete lotes de 6 millones de dosis cada una: es decir, un total de 42 millones de dosis. El laboratorio mexicano se encontró sin insumos para hacer su tarea, por lo que una parte se envió a Estados Unidos para acelerar el proceso. En el medio quedó el gobierno de Joe Biden, a quien el presidente Alberto Fernández y el canciller Felipe Solá vienen reclamando que dé luz verde para la llegada de las vacunas que allí no utilizan y aquí son esperadas con ansiedad.
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Curiosamente, el principal asesor de Biden para la región, Juan González, de visita en Buenos Aires, citó a medios amigos en la Embajada de Estados Unidos para criticar a Rusia y a China por lo que denominó el "mercantilismo de las vacunas". Aseguró que su país se propone convertirse en líder mundial en la provisión de dosis "pero con parámetros de transparencia". Insólito. Si no fuera por Rusia y China, Argentina prácticamente todavía no habría empezado a vacunar. Además, justamente es el gobierno de Biden el que está dificultando la llegada de las vacunas de AstraZeneca, que junto con la Sputnik V fue la principal apuesta del Gobierno para inmunizar a la población.
Gracias al financiamiento de la fundación del magnate mexicano Carlos Slim y a la decisión de AstraZeneca-Oxford de sólo cubrir los costos, la vacuna es la más barata del mercado -unos cuatro dólares- y se ubica entre las más confiables, más allá de los contados casos trombosis registrados en Europa. En su visita a México, a mediados de febrero, Fernández recorrió el laboratorio Liomont, a cargo del filtrado y envasado del principio activo de la vacuna elaborado en Argentina. El plan es fabricar 250 millones de dosis para distribuir en México y el resto de Latinoamérica, a excepción de Brasil. En Argentina, las vacunas se esperaban originalmente para fines de febrero o principios de marzo, pero problemas técnicos fueron retrasando el envío.
Sin insumos
Pocos días después de la visita de Fernández se supo que el laboratorio Liomont, de los más grandes y modernos de la región, no contaba con la suficiente provisión de elementos básicos como filtros y frasquitos -"viales" se denominan- para envasar las vacunas y que todo el proyecto se retrasaría algunas semanas. Como remedio, AstraZeneca ofreció parte de la producción de su laboratorio en la India y así fue como llegaron 580.000 dosis de la vacuna Covishield. Para acelerar el proceso, desde Mabxience empezaron a enviar las dosis del principio activo al laboratorio Albany Molecular Research Inc (AMRI), en Estados Unidos. Allí no sufren escasez de insumos porque los fabrican y, en virtud de una vieja ley de la época de la guerra en Corea a la que echó mano Donald Trump, prohibieron su exportación por motivos de defensa nacional. Biden también la invocó.
De esa manera se produjeron unas 12 millones de dosis -cuyo componente principal se remitió desde Argentina-, de las cuales se suponía que alrededor de un millón correspondía que volvieran envasadas al país. Nunca llegaron. Biden, finalmente, habilitó el envío de filtros y viales a México, que ya comenzó con la producción en Liomont. Según la información de la Casa Rosada, se encuentran actualmente en el proceso de control de calidad y esperan que las primeras dosis comiencen a llegar al país el mes que viene.
El canciller Solá ya tocó el tema días atrás en su conversación telefónica con el secretario de Estado, Antony Blinken, y el miércoles pasado en el encuentro que mantuvo con Juan González en el Palacio San Martín. González también escuchó el reclamo de boca del propio Presidente ese mismo día en Olivos. Por un lado, quieren que Estados Unidos envíe las dosis que le corresponden al país que fueron fabricadas en laboratorio AMRI, de Albuquerque, que nunca se remitieron. Por otro lado, por consejo del canciller mexicano Marcelo Ebrard, también pidieron adquirir parte de la producción de AstraZeneca que está almacenada en Estados Unidos y no se aplica porque la FDA -el equivalente a la ANMAT de allá- nunca las aprobó. Se calcula que son unos 30 millones de vacunas de las cuales el gobierno de Biden ya le cedió a México dos millones y otro millón y medio a Canadá, sus dos vecinos.
Además de criticar a Rusia y a China por vender dosis para ganar en influencia, según especuló, González comentó ayer en la embajada estadounidense que cuando su país entregue vacunas no será a cambio de acuerdos políticos. "Lo haremos porque está en el interés nacional de los Estados Unidos en que la Argentina y los países de la región se recuperen porque si ellos se recuperan, nosotros nos recuperamos”, aseguró. Curioso: no hubo acuerdo político conocido para la llegada de las dosis de Sputnik V y de Sinopharm. Mientras, por motivos poco explicables, la Casa Blanca se resiste a distribuir millones de vacunas que no utiliza que podrían traducirse en miles de vidas salvadas en los países de la región que dice tener como prioridad.