La Cancillería Argentina que conduce Santiago Cafiero expresó su preocupación por la creciente tensión en Ucrania en un conflicto que podría ser bélico y pidió "una salida política".
"La República Argentina expresa su preocupación por el desarrollo de la situación generada en Ucrania. El Gobierno argentino reafirma la necesidad de que todas las partes involucradas avancen en una negociación diplomática", arranca el comunicado nacional. Para ello, la Argentina llamó a encontrar "una salida política a la creciente tensión en el este de Ucrania" con el fin de "mantener la paz y la seguridad internacionales".
"En este marco apela a todas las partes involucradas a resolver sus diferencias a través del diálogo, con apego a los principios de la Carta de las Naciones Unidas y el derecho Internacional, la solución pacífica de las controversias, el no uso de la fuerza entre estados y con pleno respeto de los derechos humanos", finaliza. El Gobierno no se refirió directamente a Rusia ni a Estados Unidos, dos países con los que hace equilibrio en su relación.
El comunicado de dos párrafos se mantiene en línea con lo expresado en diversos cruces mundiales e intervenciones en diferentes países del mundo que realizó el gobierno de Alberto Fernández.
Según publicó hoy El Destape, un funcionario argentino de primera línea transmitió la sensación que impera por estas horas en la Casa Rosada. Una traducción apta para todo público podría ser: “Qué mala suerte tenemos, una vez que empieza a quedar atrás la pandemia nos toca lidiar con este conflicto”. El original es bastante más enfático. Las consecuencias que podría acarrear para el país una guerra abierta, escenario posible, quizás probable, aunque todavía no seguro, son varias, impactan en diferentes áreas y tienen efectos en ocasiones hasta contradictorios. A fin de cuentas, sin embargo, los peligros exceden por mucho a las posibles buenas noticias.
En el plano económico, el más evidente de los problemas pasa por la cuestión energética. Esta mañana, el canciller alemán Olaf Scholz confirmó la interrupción del gasoducto Nordstream 2, que iba a proveer de gas ruso a buena parte de Europa. Si Moscú decide responder a esta decisión, a las sanciones económicas o a cualquier otra acción cortando la provisión de energía al continente, o si hay daño a la infraestructura a partir de acciones violentas, es probable que el precio de los hidrocarburos, que viene en subida en las últimas semanas a causa de la tensión bélica, termine por consolidar un salto en sus valores de referencia, lo que tendría consecuencias en todo el planeta.
En la Argentina, donde la reducción de los subsidios energéticos es uno de los puntos más álgidos de la negociación con el FMI, la suba de precios registrada hasta ahora ya obligó a actualizar algunos de los cálculos previstos en el acuerdo que todos esperaban firmar esta semana (y la mayoría aún espera). El margen para hacer frente a fluctuaciones importantes es limitado: todo lo que no se cubra recurriendo al déficit fiscal debe solventarse mediante un aumento de tarifas cuya viabilidad social y política es sumamente dudosa y que, si no se segmenta de manera inteligente, puede darle un golpe letal al consumo, que se recupera bastante más lentamente que la actividad económica.