La relación turbulenta entre el PRO y La Libertad Avanza transita una meseta. No se consolidó el “noviazgo” vaticinado por Martín Menem, pero tampoco quedó estancada en el barro. A casi once meses de gobierno, y algunos más de relación con el ahora oficialismo, Mauricio Macri todavía espera que las buenas intenciones se plasmen en hechos concretos para terminar de formalizar el vínculo. Así como los libertarios, apenas asumieron, miraron a los macristas con ojo desconfiado por tratarse de la casta, los amarillos prejuzgaron al nuevo gobierno por su inmadurez política. Con el correr de los meses, buscaron avanzar en el fortalecimiento del vínculo, aunque con muchas marchas y retrocesos.
El Congreso fue la puerta de entrada para mutar entre esa primera impresión a un ida y vuelta más fluido. Los macristas están convencidos de que La Libertad Avanza y el PRO son lo mismo, caminan hacia el mismo destino pero, como las relaciones modernas, no necesitan de un título para respetarse como iguales. Hasta ahora, los libertarios no los habían tratado con ese respeto demandado. La mesa reducida, cara a cara, entre Cristian Ritondo y Santiago Caputo, que ya lleva una semanas de funcionamiento, introdujo la nueva etapa. Para el PRO de Mauricio, la confianza y el respeto se construyen con el tiempo, y en ese proceso están las dos fuerzas políticas.
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El PRO se cansó de anticipar, de recomendar, de aconsejar y no ser escuchado. El macrismo se hartó de poner el cuerpo para, después, no ser recompensado. El veto a las universidades fue el punto de inflexión y no quisieron volver a replicar esa actitud. Después de las quejas de Mauricio por los escasos resultados tras las múltiples cenas de milanesas (su comida favorita, con ensalada), el oficialismo escuchó. Ritondo y Caputo –el asesor estrella que resiste el acuerdo con Macri– hablan de la agenda parlamentaria, el seguimiento de distintos proyectos y la coordinación general del funcionamiento de ambos espacios. “Ni coalición ni cargos, nadie habla de eso”, se lanzó desde filas amarillas.
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En el macrismo aseguraron que el PRO se embarcó en la misión de hacer lo correcto, no lo conveniente para el espacio. Una suerte de actitud desinteresada de ayuda a un Ejecutivo débil en lo político, en lo representativo, sólo para que le vaya bien porque “si le va bien al gobierno le va bien al país”. Después de algunos traspiés, esa ayuda pareció encontrar un reconocimiento por parte del gobierno. El PRO no sólo quiere colaborar con las necesidades del oficialismo, sino también impulsar sus propias iniciativas y encontrar la mejor oferta electoral para sus dirigentes. Por ahora, a diferencia de lo sucedido en otros momentos del año, “hay buenas intenciones” de parte de la Casa Rosada.
Con el paso del tiempo, Macri verá si esas buenas intenciones terminan constituyéndose en hechos concretos que permitan evitar errores innecesarios y beneficien a los dos sectores por igual. Algo que, como contó El Destape, no apareció como una misión fácil producto de las expectativas de algunos libertarios, más cómodos con la idea de sacarse de encima al PRO y elegir sólo nombres “puros”.
Los escenarios de los sondeos
Según la última encuesta nacional de Pulso Research, en los últimos cuatro meses se profundizó la valoración negativa de la gestión de Javier Milei entre los votantes de Juntos por el Cambio en 2023. Si en julio el 19,2% miró con malos ojos la performance del gobierno, en octubre ese número se incrementó hasta alcanzar el 33,1%, luego de transitar un camino constante de ascenso pesimista. El votante “prestado” a Milei para el balotaje del año pasado, por lógica, fue el primero que empezó a mostrar distancias con los resultados de la Casa Rosada pero, según explicaron desde las consultoras Proyección y Casa Tres, estos electores mostraron una marcada tendencia ideológica antikirchnerista que, pese a estas críticas, podría unificar posiciones favorables al gobierno llegado el momento.
El estudio de Pulso Research mostró otro dato interesante. Consultados sobre la principal referencia antikirchnerista, los encuestados dieron dos respuestas: Javier Milei (51,6%) y Mauricio Macri (22,3%), el resto no supo contestar. La observación no es menor dado que el ex presidente sigue siendo un dirigente bien ponderado a la hora de enfrentar al peronismo. Sin embargo, como plantearon un consultor y un dirigente un tanto retirado de las primeras planas, nadie elige segundas marcas y el PRO de Mauricio se transformó en una de ellas. Así como Opina Argentina reveló que los amarillos tienen una intención de voto nacional del 10%, para Pulso es del 6,3%.
Cerca de Macri se despegaron de las encuestas, acusándolas de pronosticar porcentajes que nada tienen que ver con lo que sucede en la realidad. Sin embargo, los datos no ubicaron al PRO en la zona más cómoda. Frente a un escenario de polarización, analizó un dirigente, todo lo que esté fuera de los dos extremos quedará borrado y tenderá a desaparecer. Ese antagonismo obligará, según esta teoría, a algunos dirigentes hoy macristas a migrar a filas libertarias para sobrevivir en sus distritos o mantener sus bancas. Y, por otro lado, fortalecerá la opción kirchnerista, como antagonista de la la libertaria.