Juntos por el Cambio decidió endurecer su postura y vestir el traje de halcón para enfrentar el debate por el Presupuesto 2022 en la Cámara de Diputados. En la alianza optaron por votar en contra del proyecto e internamente contabilizaron un número lo suficientemente amplio para, calcularon, bloquear el avance de la ley de leyes. Con estas cuentas matemáticas, los jefes de todos los bloques se reunieron con Sergio Massa, los opositores propusieron postergar el tratamiento una semana más pero la convocatoria seguía en pie para el jueves al mediodía. Empujados por el discurso de la extrema derecha, pasaron de la abstención planteada al inicio de la semana al rechazo absoluto. A los no convencidos, los duros les echaron en cara el libreto de "ser funcionales al kirchnerismo" y sumaron voluntades en las últimas horas del miércoles, un juego que fue beneficiado por la poca cintura radical para acompañar el texto presentado por el Gobierno, las elecciones partidarias del viernes le achicaron el margen de acción a los referentes del partido centenario.
Según los cálculos opositores, el Presupuesto tendría 132 votos en contra y 124 a favor, lo que no permitiría el avance de la ley de leyes en medio de la negociación con el Fondo Monetario Internacional. El número negativo se construyó a lo largo de toda la semana. Con el correr de los días, Juntos por el Cambio abandonó la idea de dar el quórum y abstenerse para pasar a la estrategia de habilitar la sesión y votar en forma negativa. Posturas que trabajó cada espacio para, después, ponerlas en una mesa común y definir la línea general.
Al inicio del miércoles, la Coalición Cívica era una de las grandes incógnitas. En la previa, plantearon la abstención pero las presiones no se hicieron esperar. Desde el PRO y la UCR confirmaron que lograron que los lilitos se plegaran a la estrategia general. Si bien desde la CC se cuidaron con los comentarios públicos, cada bloque expresó su postura en la mesa de Massa y el lineamiento se hizo formal en ese momento, según confiaron desde la oposición. Para conseguir esos once votos se usó el discurso de la "funcionalidad al kirchnerismo". Enemistados con el bando de Emiliano Yacobitti, los duros les echaron en cara la posición negativa de Evolución y les advirtieron que, en caso de no sumarse a los designios del interbloque, quedarían como favorables al Gobierno. Las divisiones internas a JxC se plasmaron con dos dictámenes de minoría, el de la mayor parte de la alianza y el de los radicales díscolos.
El radicalismo tampoco la tuvo fácil. Por un momento, el oficialismo contabilizó votos propios y de aliados, entre los cuales también estaban los nombres de algunos diputados de la UCR, en especial aquéllos de provincias gobernadas por el partido centenario como Jujuy y Corrientes. Sin embargo, aseguraron que por los pasillos se escuchó un pedido de Gerardo Morales para no acompañar la iniciativa y así evitar chicanas el viernes en la elección del nuevo jefe nacional del espacio. Lo que se haga o deje de hacer podría convertirse en un factor clave para los comicios del viernes 17.
El cambio de postura opositora - de la abstención al rechazo - se debió a varios factores. Por un lado, quedaron poco conformes con la exposición del ministro de Economía, Martín Guzmán, al que señalaron por presentar un "dibujo" y por no responder preguntas. Por otro lado, criticaron la falta de incorporación de propuestas planteadas por la alianza y, finalmente, la necesidad de mostrarse alineados con el discurso del extremo derecho. Sin grises. De todos modos, el devenir dinámico de los debates aún no le cerró la puerta a dos palabras mágicas, abstención y ausentismo de cualquier diputado contabilizado como contrario a la sanción.
Según la planilla que circuló por los Whatsapp opositores, votarían en contra los 116 diputados de Juntos por el Cambio, ocho del interbloque Federal, cuatro de la Izquierda y cuatro libertarios. En la columna del oficialismo estarían los 117 del Frente de Todos (Massa no vota, sólo desempata), cinco del interbloque de Provincias Unidas, uno por La Rioja y otro por Santa Cruz (no miembros del bloque mayoritario).
En principio, la sesión convocada para el jueves al mediodía duraría alrededor de un día entero. Durante la reunión con Massa, plantearon la posibilidad de postergar el debate hasta la semana que viene, lo que complicaría los planes de tratamiento en el Senado, pero no fue aceptado. Según comentó un dirigente de la alianza luego del encuentro, el Frente de Todos imaginó un número que nunca tuvo (en relación a los votos necesarios para aprobar el texto) por lo que solicitaron que "recapaciten" en el oficialismo. Para ellos, el Presupuesto debía haberse tratado junto al Plan Plurianual. "Creemos que debía postergarse, pero ellos quieren ir a matar o morir", lanzó sin tapujos a la salida del despacho de la Presidencia de la Cámara Baja.
El debate por el acuerdo con el FMI será otro capítulo para esta nueva composición del Congreso. No faltó quien analizara la inconveniencia de llegar a un pacto que le permita al Gobierno tener un par de años de gracia para enfrentar las elecciones del 2023 con la posibilidad de que Cambiemos pueda volver a encabezar la administración nacional y, por consiguiente, tener que afrontar los pagos en 2026. Una deuda que ellos generaron.
En el medio, las horas iniciales del jueves serán clave. Hernán Lombardi, diputado PRO, confirmó en Diputados Tv que el bloque se reunirá a las 10:30. Luego, habrá una reunión de Labor Parlamentaria y allí se terminará de definir el futuro del debate que, en caso de no terminar con la media sanción, podría postergarse o forzar al Ejecutivo a prorrogar el Presupuesto 2021.