El gobernador Maximiliano Pullaro volvió a hacerlo de nuevo y obtuvo la reforma previsional que quería. La herramienta dirigida a cortar el déficit de la Caja de jubilaciones estatales fue votada con desprolijidades, a los apurones y en el marco de un operativo de contención y represión de las manifestaciones que pretendió ser una muestra de fuerza y terminó como una auténtica demostración de improvisación. A escasas horas de la represión a jubilados y protestantes bajo la sombra del Congreso de la Nación, el gobierno de Unidos para Cambiar Santa Fe proyectó un paralelo a todas luces descafeinado y con notorias diferencias. Y similitudes.
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Crónica de la aprobación de una reforma impopular
La mañana del miércoles, la plaza amaneció vallada. Fuentes interiores del palacio hablaron de un lugar “militarizado”, lo cual ya presentaba una toma de posición por parte del gobierno: además de ser sensibles a la crítica, el gobierno de Unidos acompaña con firmeza y (casi) sin fisuras la impronta de Pullaro, que se apoyó sobre su expertise (el área de Seguridad) y el perfil confrontativo de su “querida amiga” Patricia Bullrich. Así y todo, el diagrama de fuerzas al interior de la coalición gobernante volvió a dar positivo para el socialismo y tras conversaciones con el Ejecutivo, lograron sacar el vallado: “El operativo estuvo montado para que se manifestaran en paz”, afirmó a El Destape una voz del socialismo.
La plaza frente al palacio legislativo comenzó a recibir a las columnas de los gremios docentes, judiciales y municipales y a partidos de diferentes extracciones de izquierda, que realizaron cánticos y pintadas subidas de tono sobre los legisladores, que comenzaron a llegar. La manifestación era una más hasta que a pocos minutos de las 13 un grupo de personas sin pecheras ni identificaciones partidarias comenzaron a empujar las puertas y a arrojar objetos contundentes para querer entrar a la legislatura.
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Mientras, en el recinto el oficialismo apuraba la sesión. La presidenta del cuerpo, Clara García, interrumpió abruptamente el discurso del diputado Juan Argañaraz y le dio la palabra a su adalid Pablo Farias que pidió ir a la votación sin escuchar los discursos restantes, y comenzó otro juego. Un diputado del sector de Amalia Granata le gritó a sus compañeros y a los peronistas presentes que “no voten, no voten”. De allí las 11 abstenciones. Aún sumados los 9 votos negativos, no había forma de ganar contra la mayoría sin ausencias injustificadas en el oficialismo.
Pesadas piedras, botellas de agua y una rejilla pluvial de metal volaron por los aires con un resultado de 7 policías heridos, la mayoría mujeres, y ningún manifestante lastimado. Desde el propio oficialismo se apoyan en este detalle para negar con contundencia que se tratara de represión, y allí un matiz con la represión indiscriminada de Milei: “No había armas para reprimir multitudes entre los efectivos de policía que estaban custodiando la puerta”, explicaron a este medio.
Un hilo conductor entre Pullaro y Milei
Sin embargo, el objetivo de la oposición fue hacer un paralelismo con Milei. “Hay un hilo conductor entre lo que pasó ayer (por el martes) en el Congreso y lo que pasa hoy (miércoles) en la Legislatura de Santa Fe. Entre el veto de Milei al aumento jubilatorio y la reforma previsional de Pullaro aprobada mientras afuera había gases y policías filmando”, señaló el exdiputado provincial y entonces líder de la bancada justicialista, Leandro Busato en su cuenta personal de X.
Las fotos que se viralizaron por redes reflejaron una hora (de reloj) de furia, enojo e impotencia por parte de los docentes y deja como resultado un esquema de desmadre, del cual el propio ministro de Seguridad, Pablo Cococcioni, se hizo cargo de haber tomado la decisión de haber sacado el vallado dispuesto por la mañana.
No obstante, la perspectiva marca tres momentos definidos: la ostentación (la decisión del gabinete de Pullaro de colocar el vallado para luego sacarlo producto de conversaciones/disidencias internas), la improvisación (ante la falta de efectivos de seguridad que previnieran cualquier descontrol, un puñado de policías y empleados de la legislatura sin herramientas y ni equipo debieron bloquear los accesos con los objetos que tuvieran a mano para que lo que diferentes fuentes consultadas definieron como una decena de personas con impulsos violentos) y el ordenamiento (una vez que la puerta estaba rota, la votación acelerada y la ley aprobada, los efectivos de Infantería realizaron un cordón que cortó con cualquier avanzada que elevara el voltaje). Eso sí: una línea de vigilantes filmaba desde los techos y un dron sobrevolaba la plaza.
En lo que dice Busato en su tuit hay varias verdades, entre ellas un carácter íntimo del gobierno de Pullaro que es del déficit cero, bandera que comparte con Milei. Por otro lado, mostrar músculo por medio de un despliegue de las fuerzas de seguridad como pocas veces se ha visto: en Santa Fe, los desmadres son extremadamente raros, lo cual hace pensar que los vallados estuvieron desde un primer momento, de más.
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Entonces, si la historia de las manifestaciones ciudadanas y sindicales santafesinas no justificaba el operativo: ¿por qué hacerlo ahora? El gobierno de Unidos buscó brindar una imagen fuerte que después licuó en pos de abrir la cancha para que la movilización quedara retratada como un evento de connotaciones violentas. De nuevo ese juego de espacio vacío al que también juega Milei a la hora de hacer sus discursos: el malo es el otro. Un dirigente peronista de gran trayectoria territorial deslizó que "el gobierno de Pullaro se parece mucho al de Javier Milei, hay una sintonía fina y claramente una mirada parecida respecto a la Argentina y a la provincia en que vivimos".
"Pareciera que estaba previsto que esto fuera de esta manera. No fue un gesto impulsivo que la bancada del socialismo que pidió votar inmediatamente porque se venían los orcos. Ya estaba previsto que iban a hacer esto, esta votación irregular que se dio ya la tenía prevista a ser así", analizaron desde uno de los gremios que manifestaba pacíficamente en la Plaza Italia frente al parlamento.
Pullaro conoce al dedillo los beneficios para el oficialismo que brinda el sistema santafesino (mayoría automática en la cámara baja en caso de ganar las elecciones legislativas) y los tiempos en su cabeza están finamente trazados y no son paulatinos: son veloces. Si todo se da como su agenda lo requiere, el primer año de Unidos tendrá en el bolsillo la reforma tributaria, la reforma previsional, las modificaciones en la Corte Suprema y habrá comenzado a rodar la reforma constitucional. En ese “vamos por todo”, se ve reflejado en el espejo del presidente Milei. No teme sacar a los policías a la calle, al menos para las fotos.
"La política, en estos términos, se dirime básicamente en el palacio y lejos de la calle. A eso nos están llevando", señalaron desde el campamento justicialista y arriesgaron una definición de cara a fortalecer los endebles puentes que todavía relacionan a las tribus del PJ: "La tarea de la política en este momento es tratar de salirse de lo que está correctamente establecido en el sistema político y empezar a pensar nuevas alternativas que nos permitan dar la pelea por aquellas cosas que son las que siempre defendimos pero aggiornadas a estos tiempos donde cuesta mucho sostenerlas".