CGT aplica torniquete en su interna y se alista para mesa tripartita y pulseada en PJ

La renuncia del mecánico "Paco" Manrique resultó una pérdida módica para los sectores hegemónicos de la central obrera, más abocados a la discusión que iniciará la semana que viene el Gobierno con los gremios y las cámaras empresarias y a la hendija que encontraron para intervenir en la interna no resuelta del PJ. 

16 de octubre, 2024 | 09.01

La CGT logró contener una crisis interna y ganó aire para pisar firme en dos escenarios urgentes: la convocatoria que prepara el Gobierno para la semana que viene a una mesa tripartita con los empresarios del Grupo de los Seis, por un lado, y la disputa abierta por el control del Partido Justicialista por otro. Los grupos hegemónicos de la central sortearon así, al menos de manera provisoria, una fractura varias veces mentada pero hasta ahora no concretada con el espacio que coordina Pablo Moyano y acotaron la sangría al mecánico Mario Manrique, que se apartó del cargo de secretario gremial, tercero en el escalafón. 

La renuncia de "Paco" Manrique, anunciada con meses de antelación a través de entrevistas con severas críticas al funcionamiento de la CGT, tuvo un impacto acotado. Se produjo mientras Pablo Moyano se encontraba en Marruecos para ser reelecto como vice de la internacional de gremios del transporte (ITF) y dejó al camionero sin margen para cumplir su promesa de analizar su propia salida tras una reunión con sus colegas de la "mesa chica" de la central sindical. Esa amenaza, destinada a presionar a sus pares para reiniciar un plan de lucha contra el Gobierno, nació sin embargo limitada a la definición de su padre y mandamás en el sindicato de choferes, Hugo Moyano, poco interesado en desatar una ruptura. 

De hecho la dimisión del mecánico resultó confusa. Pese al malestar declamado, el número dos del Smata y dirigente cercano a Cristina Fernández y a Máximo Kirchner la oficializó en una carta en la que sólo puso como excusa "el cúmulo" de tareas como referente de su gremio y de la CGT en paralelo con el ejercicio de su banca como diputado de Unión por la Patria. Ni una palabra contra los "gordos" de los grandes gremios de servicios o los "independientes" de buen diálogo con todos los gobiernos, habituales blancos de sus quejas mediáticas. 

No obstante, el mismo lunes Ricardo Pignanelli, secretario general del Smata y jerárquico de Manrique apoyó a su subalterno y revalidó las protestas que sirvieron de alegato para su salida. incluso, en una entrevista con El Destape, sugirió a sus pares de la central reemplazar el cargo con otro sindicato y hasta se burló de los intentos por disuadirlo: "me mandaron un mensajero y mi respuesta fue que si querían hablar conmigo tenían que mandar al Correo Central". Una explicación posible de la sucesión de mensajes equívocos la dio el mecánico más tarde en la misma entrevista cuando apoyó la postulación de Cristina Kirchner a la presidencia del PJ. 

La avanzada de la expresidenta se convirtió en otro eje de controversia en la CGT. Este martes la central emitió un comunicado en el que elípticamente cuestionó a Cristina al reclamar que la interna partidaria se dirima "sin personalismos", con un criterio de "renovación" y sin el imperio de "nombres propios". Fue el primer pronunciamiento de la organización tras la postulación de la exmandataria aunque la CGT tomó el recaudo de no hacerlo con la firma de su Consejo Directivo, el máximo órgano ejecutivo. En cambio fue suscripto por un sello inexistente: "sindicatos peronistas confederados". 

Los "gordos" e "independientes" evitaron así una potencial desmentida de miembros del Consejo Directivo no convencidos de involucrarse en el tironeo entre Cristina y Axel Kicillof. No obstante en la "mesa chica" se jactaban el martes de que ningún dirigente se desmarcó del comunicado. Aunque la expresidenta cuenta en ese órgano con dirigentes afines como el propio Manrique, el metalúrgico  Abel Furlán o el bancario Sergio Palazzo, todos ellos son también cercanos al gobernador bonaerense y ninguno habló hasta ahora en público de la interna entre ambos. 

Esa incertidumbre habilitó el paso al frente de los grupos más tradicionales que castigaron en el comunicado a Cristina y buscaron poner en valor lo charlado en los últimos tiempos con gobernadores peronistas en el sentido de que uno de ellos debería presidir el PJ. Resultó así un mensaje lineal de apoyo al riojano Ricardo Quintela pero de carambola también reforzó la posición de Kicillof en el mismo tablero. El texto vio la luz tras un intento fallido del operador Juan Manuel Olmos por concertar una audiencia entre Cristina y los grupos de "gordos" e "independientes". Según los dirigentes fue la exmandataria la que no dio el paso final para concretar el encuentro. 

Otro que no habló hasta ahora de la interna en apoyo a nombres propios fue Pablo Moyano. Si bien el camionero se reunió días atrás en el Instituto Patria con Cristina, ese dispositivo no logró arrancarle un pronunciamiento en su favor en la carrera por el PJ. En este caso opera la misma lógica que con la crisis en la CGT: en los dos tópicos la última palabra, en representación de Camioneros, la tendrá siempre Hugo Moyano y no Pablo. 

El fortalecimiento provisorio de "gordos" e "independientes" también representó un espaldarazo para los funcionarios dialoguistas del Gobierno nacional que comenzaron a planificar para la semana que viene el primer encuentro de una "mesa tripartita para el desarrollo, la producción y el trabajo", un título que repiten en algunas áreas del Ejecutivo y en la propia CGT pero que dista años luz de la prédica libertaria. Se trata del plan que impulsan el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, el secretario de Trabajo, Julio Cordero y el asesor plenipotenciario Santiago Caputo, protagonistas de sendas reuniones por separado con la CGT y el Grupo de los Seis (principales empresas de la industria, el comercio, la banca, el agro y la construcción). 

Todo indica que esa mesa de concordia con el Gobierno impulsor del "mayor ajuste de la historia de la humanidad" debería consagrar la ruptura definitiva dentro de la CGT pero de momento, y si no median cambios, a lo sumo desembocará en un paro de gremios del transporte el 30 de octubre. Esa medida nació torcida: debió reprogramarse de su fecha inicial, pautada para este jueves, y en el medio perdió a los colectiveros de la UTA, el gremio junto a los maquinistas ferroviarios determinante en su impacto respecto de la posibilidad de llegada a sus trabajos de millones de personas. 

"El paro se hace el 30. Ahora, si la CGT quiere ponerse al frente y definir un paro por 24 horas que lo haga, recién ahí analizaremos levantar nuestra medida y acoplarnos a la otra", avisó ante este medio Omar Maturano, de los maquinistas ferroviarios de La Fraternidad.