Milei y la máquina de expulsar: recesión, licuación de ingresos y beneficios para los más privilegiados

El plan del gobierno cierra con un achicamiento de la economía, control de cambios y municiones para blindar el ajuste. La interna de un peronismo que se degrada y la disputa por negociar con la extrema derecha. 

01 de septiembre, 2024 | 20.05

Todos los domingos Javier Milei dedica seis horas a ver ópera en el microcine de Olivos. Nunca está solo. Lo acompañan vacas sagradas del liberalismo como Juan Carlos De Pablo, amigos más o menos recientes y animadores devenidos voceros de La Libertad Avanza. Milei repite a su entorno que no puede creer el tiempo libre del que disponía Alberto Fernández, el antecesor que le allanó el camino a la Presidencia. Pero a él también le sobra el tiempo. Es lo que le permitió a Mauricio Macri convencerlo para que reciba por un rato a los diputados que van a defender el ajuste contra los jubilados. Milei tuvo que dejar de lado el show para auxiliar a Martin Menem, el jefe de la tropa que responde a su hermana en Diputados. 

A casi 9 meses de haber asumido el poder, el líder de ultraderecha y los sectores que lo promueven encuentran menos obstáculos de los que se presumía para avanzar con su plan de exterminio de la actividad económica. Recesión, licuación de ingresos, beneficios para sectores privilegiados y vía libre para los especuladores que ganan con el carry trade mientras la oposición política a Milei se degrada en la disputa del poder que le queda

El limite de Cristina Fernández de Kirchner a José Mayans y la acusación de Eduardo De Pedro contra Sergio Massa exhiben a una familia ensamblada que está cruzada por la desconfianza. Es una pelea que cuesta comprender desde lo ideológico porque hasta hace nada todos decían compartir el mismo proyecto. En un escenario de desbande y confusión que pagan los asalariados, entre ellos los antiguos votantes del Frente de Todos, lo que se ve no es nuevo: la disputa de poder por el poder mismo. 

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El choque de Wado con Massa insinúa una ruptura entre antiguos socios que llamaron “afinidad generacional” a una alianza por conveniencia. No parece apenas una cuestión personal, producto del abrupto fin con que Massa liquidó la fugaz candidatura presidencial del ahora senador. La tensión del ex ministro con La Cámpora existe desde hace meses por el sillón de Auditor General de la Nación que disputan el massista Guillermo Michel y el camporista Juan Ignacio Forlón. A salvo por una vez del fuego amigo, Axel Kicillof debe estar festejando el cortocircuito entre dos bandos que se acostumbraron a unirse en su contra. El estado del peronismo, la principal oposición, es lo mejor que tiene el gobierno de Milei.

La represión que ordenó Patricia Bullrich sobre los jubilados que manifestaron en el Congreso en contra del veto a la ley que recompone tímidamente los haberes muestra que la extrema derecha está decidida a blindar la brutal transferencia de ingresos. Según el último informe del Instituto del Trabajo y la Economía de la Fundación German Abdala, el gasto público en relación al PBI retrocedió a los niveles de 2006. El corazón del ajuste está en la principal erogación del estado: incluidos los bonos, el gasto proyectado para 2024 en jubilaciones y pensiones será el menor desde 2011. Para cerrar, el plan Milei necesita la recesión, el control de cambios, las municiones de Bullrich y la anuencia de una sociedad extenuada. El gobierno cuenta los dólares que puede captar con el blanqueo y apuesta a llegar así a la antesala de las elecciones. Milei ya se cree en 2025. 

La fragilidad es explícita. La improvisación y mala praxis del Gobierno, cosas de las que se queja Macri, se combina con la purga en un oficialismo cada día más chico. A la renuncia de 65 funcionarios del gabinete en 255 días de gestión, se suma la ruptura del bloque de La Libertad Avanza en Diputado y la expulsión del senador Francisco Paoltroni y la diputada Lourdes Arrieta. El Karina-menemismo quiere cortar más cabezas, pero el caótico ejercicio de poder de los Milei tiene un límite, Victoria Villarruel y su agenda jurásica. Una amenaza permanente que el presidente no sabe cómo resolver. 

El estallido de contradicciones internas en la derecha dura tiene costo reducido porque los bloques opositores están partidos y la desconfianza manda entre los que rechazan a Milei. Eso es lo que le permite a los asesores del ex panelista trabajar el acuerdo para que Ariel Lijo y Manuel García Mansilla lleguen a la Corte. Lijo junta los votos de local: recibe a senadores de distintos partidos en el edificio de Alvear y Ayacucho en el que vive. El juez federal dice que hay cinco gobernadores del peronismo que están comprometidos con su ascenso. El radio de relaciones de Lijo incluye el respaldo de Ricardo Lorenzetti, su hada madrina María Romilda Servini y el Grupo Clarín. También, los contactos con el peronismo y el radicalismo, dos fuerzas fragmentadas que promueven un reparto global de poder que incluya la ampliación de la Corte y el cargo de Procurador.  

El cuestionamiento de Cristina Fernandez de Kirchner a Villarruel no se limita a la proximidad de sectores del peronismo con la vicepresidenta. También ilumina la pelea por la interlocución con la extrema derecha y la carrera desesperada por ver quién negocia con el triángulo de poder. Desde los senadores de Cristina hasta Juan Manuel Olmos, son muchos los que aparecen en las conversaciones con Santiago Caputo y Karina Milei. 

CFK dice que no puede olvidarse del juego de Lorenzetti, protagonista de todos los libros sobre el lawfare que escribió el kirchnerismo. Solo un acuerdo general la puede hacer reconsiderar lo que denunciaba en sus clases magistrales. El mismo día que Cristina reprendió a Mayans, el gobernador Gildo Insfrán estuvo reunido a solas con ella. Insfrán había venido para participar de una charla en la sede del PJ Matheu. La ex presidenta no se retira de la pelea por la conducción del peronismo, habla con los gobernadores y solo habilita a la dirigencia de La Cámpora para que actúe en su nombre. Es lo que deducen los criptógrafos de UP a partir del retuit que señalaba a los que habían votado por Alberto Fernandez como presidente del PJ y que también rozó a Kicillof por el voto de Cristina Alvarez Rodríguez. 

El modo en el que CFK ejerce las acciones que todavía conserva indica que solo dejará de incidir y opinar cuando alguien sea capaz de enfrentarla y derrotarla. Un líder que no le tenga miedo al rol que Néstor Kirchner asumió para precipitar el final de Eduardo Duhalde. Hasta ese momento, siempre se va a imponer en la negociación porque dentro del peronismo no existe quien pueda exhibir mayor poderío que ella. 

Según los datos de Aresco que Milei monitorea en forma permanente, el presidente tiene nada menos que un 52% de intención de voto frente a un peronismo que unido ronda el 35%. Dentro del PJ, Cristina es la que más mide, seguida por Kicillof. Los números del ex panelista son incompatibles con la realidad económica de la mayoría de la población, pero lo benefician por contraste con la vieja clase política. 

De acuerdo a las mediciones de la consultora que dirige Federico Aurelio, 3 de cada 4 de los que acompañan a Milei admiten que no ven resultados, pero mantienen las esperanzas. Más todavía, el 70% de los que lo respaldan se dice decidido a acompañarlo hasta el final de la gestión, incluso si la economía no mejora. Pero los votantes del oficialismo tampoco comparten el triunfalismo de La Libertad Avanza. Al contrario, Aurelio marca que desde el mes de julio la sensación de que los precios aumentaron creció sustancialmente y hoy el 64 % de los consultados dice que están subiendo. Hasta julio, los que decían que se mantenían igual o bajaban eran el 50%.

Otro estudio nacional de la consultora Tendencias coincide en parte con las cifras de apoyo a Milei. El presidente tiene 41% de imagen negativa y un 36% de positiva, pero si se suma el 17% de regular positiva llega a 53% de respaldo. El 5,5% de regular negativa lleva el rechazo al 47%. Lo particular, dice el trabajo, es que bajan las opciones moderadas (de 38 a 22%) y todo se polariza. 

Solo el 21,2% de los consultados advierte que la baja de la inflación mejora su poder adquisitivo. El 74 % responde que la situación está empeorando (31,3%), que su poder adquisitivo no mejoró (27.8%) y que no mejoró la economía ni su poder adquisitivo (14,9%). De eso se desprende otro número: casi el 60% declara que no llega a fin de mes (22,3%), tuvo que recortar gastos (27.7%) y recibe ayuda (7,8%). No es casualidad sino resultado de un plan hiperrecesivo sin fecha de vencimiento. Los costos no los paga la casta sino la enorme mayoría de los asalariados en un país que eleva sus índices de desigualdad y pobreza. El modelo de LLA no sólo desecha funcionarios y legisladores: también es una máquina de expulsar hacia los márgenes a cientos de miles de personas que se descubren cada día al margen de la clase media. 

A fines de septiembre, el INDEC difundirá el índice de pobreza e indigencia. Las últimas mediciones muestran que al país de Milei le sobran 25,2 millones de personas que están bajo la línea de pobreza. El modelo de exclusión que LLA promueve es resultado del fracaso y las promesas incumplidas en 40 años de democracia.

La industria tendrá este lunes un raro festejo. Al impresionante derrumbe del 20% interanual que registran los datos oficiales se agregan otros. En base a datos del BCRA, un análisis del economista de Fundar Tomas Canosa muestra que en el primer semestre de 2024, el crédito pyme tuvo una caída del 38,4% en términos interanuales. 

La contracara está en los ganadores del modelo. Los actores del mercado piensan que ni la política ni la calle están en condiciones de arruinar la fiesta de carry trade con un dólar planchado. Milei y Caputo festejan el aumento de depósitos en dólares, una tendencia que se había iniciado antes del blanqueo y ahora puede potenciarse en forma transitoria. Sin embargo, el último informe de la consultora PxQ sugiere que el camino de Milei se parece al juego de la oca.

Con reservas netas que ya son negativas en 5500 millones de dólares, en enero de 2025 el Gobierno enfrentará vencimientos por U$S 2.900 millones. Así, Milei, que inició su mandato con U$S 11.200 millones de reservas netas negativas -y en abril llegó al equilibrio pateando deuda con bonos en dólares-, podría regresar en enero al nivel de fragilidad del inicio. Para Emmanuel Alvarez Agis, cuando pague los vencimientos, las reservas netas se hundirán otra vez en US$11.700 millones negativos.

2024 no es un mal año para el ingreso de dólares. Un trabajo de Suramericana Visión muestra que en los primeros 7 meses del año, el resultado comercial fue positivo en U$S 17.455 millones respecto del mismo período de 2023. En julio de 2023, el déficit comercial acumulado fue de U$S -5.193 millones y en julio de 2024, el superávit fue de U$S 12.262 millones. El informe dice que la mitad de la mejora la explican la soja y los combustibles, sectores en los que se redujeron las importaciones y aumentaron las exportaciones. Sin embargo, lo que viene es un campo minado en el que aumentan los pagos de la deuda reestructurada en 2020 y los de organismos internacionales. De acuerdo a los cálculos de la consultora de Martín Guzmán, 2025 y 2026 tienen vencimientos por 22.000 millones de dólares. De ese total, en el año electoral, hay casi U$S 14.000 millones que son impostergables.