Macri se le planta a Milei en una batalla por su legado

Macri puso el ojo en tres áreas en las que quiere poner a cargo a gente de su confianza: energía, capital humano y justicia. El presidente no presenta reparos pero Santiago Caputo y Karina Milei desconfían y por eso prefieren recostarse en estructuras residuales del peronismo. Idas, vueltas y futuro de un vínculo explosivo.

04 de agosto, 2024 | 00.05

Mauricio Macri volvió al centro de escena porque percibe que corren riesgo los dos pilares de su construcción política, estrechamente entrelazados. Por un lado, la supervivencia del PRO como el gran partido conservador de la Argentina en el Siglo XXI, su legado a la historia. Por el otro, la administración de la Ciudad de Buenos Aires, que desde hace veinte años es la usina de recursos, visibilidad mediática y poder sobre la que construyó ese partido y esa identidad. Hoy todo eso está en peligro por la magnética centralidad de Javier Milei, que captó rápidamente el electorado macrista, lo utilizó para llegar a la presidencia y ahora, desde ese lugar, significa una amenaza existencial para su proyecto. Macri, en una encerrona de difícil salida, todavía guarda, sin embargo, una muy considerable capacidad de daño, y no está acostumbrado a recibir un “no” como respuesta

El blanco de sus diatribas fue “el entorno” del presidente, que es una forma de nombrar sin nombrar a la hermana, secretaria general de Presidencia y primera dama, Karina Milei, y al monotributista estrella, tuitero misterioso y jefe en las sombras de los servicios de inteligencia, Santiago Caputo. No confronta directamente con el mandatario, con quien, todavía, sostiene una relación cordial. A Macri le pasa lo mismo que al resto de los mortales (algo a lo que, por otra parte, no está acostumbrado): cuando habla con él se va con la sensación de haber obtenido definiciones y acuerdos que luego de pasar por el filtro de la mesa chica vuelven cambiados o quedan por el camino. Además no le conviene atacarlo; las encuestas consumidas por el círculo rojo no coinciden respecto a los niveles de adhesión que mantiene Milei pero sí sobre el rechazo a Macri, que sigue por las nubes.

La hermana y el asesor son el dique de contención que contiene el desembarco de funcionarios macristas en el gobierno, un reclamo que el expresidente hizo explícito varias veces esta semana. Macri puso el ojo en tres áreas en las que quiere poner a cargo a gente de su confianza: energía, capital humano y justicia. El presidente no presenta reparos pero S. Caputo y K. Milei desconfían y por eso prefieren recostarse en estructuras residuales del peronismo, sal en la herida. Están convencidos, además, de que los votos que en su momento fidelizó el PRO ya migraron a La Libertad Avanza y, a medida que se acerquen las elecciones de medio término, los dirigentes irán decantando en la misma dirección. Contra la lectura generalizada de sus palabras, Macri en rigor no rechazó la consumación de un matrimonio político, sino que sólo pidió, previamente, algunas pruebas de amor.

Módico precio para alguien que no suele regatear. El líder del PRO apostó el año pasado por Milei desde la primera rueda, incluso en detrimento de la candidata de su propio espacio, Patricia Bullrich. En el ballotage, su participación fue clave para trasladar todos los votos amarillos a la cuenta del economista. En un primer momento Macri imaginó un cogobierno. Luego, cuando vio que eso no iba a suceder, fantaseó con una crisis temprana de la que él emergería como garante de la gobernabilidad, o que le allanaría el camino a la vice, Victoria Villarruel, relación que cultiva con esmero. Sus pretensiones actuales parecen bastante devaluadas pero siguen encontrando resistencia en la mesa chica del gobierno. Fue el tema central de la larga sobremesa que compartieron el expresidente y el actual el lunes por la noche en la Quinta de Olivos. No obtuvo ninguna respuesta en concreto.

Otro punto de discordia pasa por el manejo de los servicios de inteligencia y la cantidad récord de recursos asignados a ese área por decreto. Macri, que conoce de primera mano las capacidades que tiene el Estado para perseguir y espiar opositores, teme quedar, ahora, del lado de las víctimas. Su relación con S. Caputo, que antes era correcta, tuvo más bajos que altos en los últimos meses. Le pidio a Milei que interviniera para mejorar el vínculo preventivamente. Milei le pidió a su asesor un gesto. No sólo por cortesía: el aumento histórico en el presupuesto de inteligencia se dio por DNU y va a ser cuestionado en el Congreso, que tiene la capacidad de anularlo. Si los diputados del PRO le dieran la espalda, el decreto caería rápidamente, comprometiendo los planes. Caputo le dio una nota a TN para tratar de acercar posiciones pero las cosas no salieron bien.

“Creo que sentó las bases para que la Argentina finalmente pudiera cambiar. Estamos enormemente agradecidos por su apoyo incondicional al cambio que está llevando adelante el presidente Milei", dijo el asesor en esa nota. Aunque en los medios se interpretó como una pausa en la escalada, en el entorno del expresidente lo leyeron de otra forma: como la confirmación de que en la Casa Rosada consideran que el líder del PRO representa el pasado y de que no piensan darle nada a cambio de su cooperación. Hubo una respuesta pública, que se pudo ver en el raid mediático de jueves, viernes y sábado, en el que Macri apuntó contra la inexperiencia del entorno presidencial. Y otra privada, que transmitió a través de conocidos en común, a quienes les pidió que le recordaran a Caputo que “los que se pusieron de culo a Mauricio terminaron mal”. 

Sin embargo, lo que causó mayor enojo del expresidente en la previa del relanzamiento del PRO y la seguidilla de entrevistas fue corroborar que el gobierno nacional no cumplió con su promesa de duplicar los recursos que se envían a la ciudad de Buenos Aires. Macri, en su paso por la Casa Rosada, y con la excusa del traspaso de la policía, había incrementado por decreto la fracción que le corresponde a la administración porteña del 1,4 por ciento de la coparticipación al 2,9 por ciento. Esa medida fue revertida, también mediante un decreto, por Alberto Fernández y la Ciudad reclamó ante la Corte Suprema, que le dio la razón. Sin embargo, ni el gobierno anterior ni el actual incrementaron el volumen de las transferencias. Hace dos semanas el alcalde Jorge Macri y el ministro Luis Caputo habían acordado implementar el cambio a partir de agosto. No sucedió.

En ese contexto se llevó a cabo el acto de relanzamiento del Nuevo PRO, que es como el mismo de antes pero más chiquito. Macri pudo juntar para la foto a su primo y dos gobernadores, Nacho Torres (Chubut) y Rogelio Frigerio (Entre Ríos). Ninguno de los dos compartió el acto en sus redes sociales. El hashtag #NuevoPRO, impulsado desde la cuenta del expresidente, nunca llegó a colocarse entre las veinte tendencias más importantes en el país. No asistieron Horacio Rodríguez Larreta ni Patricia Bullrich, los últimos candidatos presidenciales del espacio. En el entorno de la ministra de Seguridad se burlaban de Macri: “Si tiene problemas de identidad le recomendamos un psicólogo” fue el chiste que circuló por whatsapp. Tampoco Diego Santilli, que últimamente visita seguido la presidencia del Senado.