El punto de inflexión quedó claro. Antes de la Ley Bases, un vínculo y, después de su sanción, otro. El macrismo de Mauricio Macri empezó a jugar fuerte en su relación con Javier Milei. En cuestión de horas, presentó un informe lapidario de la gestión nacional, la Ciudad avanzó públicamente en su disputa con la Casa Rosada por la coparticipación y el reclamo llegó al Congreso. El contraste con el bullrichismo es notorio, ya que la ministra quiere ayudar al gobierno casi en forma ciega. Un contrapunto que el PRO terminará de cocinar este jueves.
El mismo día que Damián Arabia, diputado PRO bullrichista, vio iniciado el debate por la ley Conan, sus compañeros de banca macristas presentaron un proyecto de resolución para que la Nación cumpla con lo dispuesto por la Corte y le pague a la Ciudad dado que, según sostuvo Cristian Ritondo, no compromete el déficit cero. El contrapunto es muy claro: por un lado, una iniciativa cercana al gobierno, de interés profundo del presidente Javier Milei (de hecho, lleva el nombre de su fallecido perro) y, del otro, una jugada para complicar el relato oficial.
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La Nación arrastra, según la Corte Suprema, una deuda con la Ciudad desde el 2022. Dada la sintonía ideológica, se pensó que esta gestión iba a cumplir las demandas del máximo tribunal y de un distrito amarillo por tradición. Pero no sólo no sucedió sino que la CABA se encontró, casi sistemáticamente, con la respuesta por default del gobierno: “No hay plata”. Luis Caputo, ministro de Economía que supo desempeñarse en el mismo rol con Macri, fue el encargado de transmitir el mensaje y de dormir las negociaciones.
Mauricio no se perdió la oportunidad y también se pronunció sobre el tema. “Hay una condición anterior aún más importante que crear nuevas leyes, y es cumplir con las existentes, en especial, cumplir con los fallos irrevocables dictados por la Corte Suprema”, lanzó el jefe del PRO. La Ciudad salió a quejarse por una necesidad económica, Macri por la pelea política. La CABA juega en esta disputa, también. Pero, en este caso, es el principal afectado por el no giro de fondos, por eso el rol ocupado.
Según confió una fuente amarilla de diálogo con el ex presidente, el macrismo está de acuerdo con el rumbo económico del gobierno y con el ajuste que, analizan, había que hacerlo. Pero “otra cosa es no cumplir con la ley y con los fallos judiciales”. En el caso de la coparticipación porteña, el cuestionamiento PRO “no es un ataque al gobierno” sino un reclamo para que cumplan con lo que demandan las normas y el máximo tribunal del país.
Esta crítica se inscribió en una semana trágica para la relación del PRO con la Casa Rosada. El lunes, casi sin esperar demasiado, el macrismo sacó un duro informe sobre los primeros seis meses de gestión. “No dice nada del otro mundo”, lanzó un dirigente amarillo. Lo descrito por la Fundación Pensar se asemeja bastante a la realidad como para considerarlo una embestida.
¿Por qué ambas cosas salieron a la luz ahora y no antes? La pobreza, el desempleo, la pérdida de empleo y de poder adquisitivo ya estaban a la vista en los meses previos. La falta de pago de la coparticipación también. “Necesitaba la ley” Bases y el pacto fiscal y “nosotros la íbamos a votar”, se argumentó en el macrismo. La bandera blanca duró lo que tenía que durar pero no necesariamente se bajó.
“Igual vamos a seguir apoyando al gobierno”, sostuvo un dirigente del PRO. El alcance de ese apoyo se verá con el correr del tiempo y según cada tema. A diferencia de diciembre, cuando el macrismo miraba con desconfianza a los inexpertos libertarios y éstos señalaban a los amarillos como casta, la relación entre ambos empezó a fluir. Si bien antes no se marcaban públicamente las diferencias y ahora sí, a muchos se les hizo más fácil la relación con el paso del tiempo.
En esa línea colaborativa, Macri quiso mandar su mensaje con los movimientos de los últimos días. Según analizó una figura del espacio que se referencia en el ex presidente, Mauricio va a querer tensar la relación con Milei para que La Libertad Avanza se “despierte” y se de cuenta que si el PRO empieza a sentirse incómodo y ponerse distante, no van a poder sacar más leyes. Incluso después de la elección de medio término del año que viene, a diferencia de lo proclamado por el jefe de Estado.
El macrismo apoyó en estos primeros seis meses y no pidió nada a cambio. Lo saben y lo recuerdan cada vez que pueden. Quieren ver si Milei hará lo mismo y devolverá la gentileza cuando sean los amarillos los que propongan. Pero, sobre todo, si el oficialismo abre las puertas y se permite la confluencia de ambas fuerzas en un nuevo espacio de centro derecha que lo tenga a Javier en la cúspide y a Macri reconocido como el impulsor del cambio, el pionero.
Más allá de la lapicera, del poder, de las listas y de los lugares a ocupar, Mauricio quiere reconocimiento, ser una referencia. Es lo que “te hace pasar a la historia”. Una ley a tu nombre, un homenaje político. No quiere ser presidente otra vez, tampoco le interesa el barro de la rosca, lanzó alguien que lo conoce. Tiene plata, podría irse a vivir a otro lugar. Necesita un espacio importante en la historia argentina.
El jueves, día D para el PRO
Este jueves, con la posibilidad de que haya “quilombo”, Macri va a incumplir un acuerdo político con Patricia Bullrich y va a sacar su silla en la jefatura de la Asamblea partidaria que, entre otras cosas, define las alianzas electorales. “El acuerdo se hizo, pero las condiciones variaron” de marzo a la fecha. Ya no se trata de elegir a un titular del órgano partidario, sino de elegir una de dos concepciones del PRO.
Macri cree que el PRO vale, aunque esté devaluado. Aunque saque diez puntos en las elecciones. Es, según él y sus seguidores, el cambio con gestión y responsabilidad. Pero, sobre todo, el espacio pionero de esa transformación. Bullrich, en cambio, considera que el partido ya perdió sentido, que no sirve más. “Lucra, disuelve y se va”, describió un dirigente a Patricia y su relación con las fuerzas políticas.
“Vamos a refundar el partido”, dice Mauricio en privado. Una actitud que llamó la atención porque nunca fue una persona muy metida en la discusión política. Un dato para entender la profundidad de la disputa aunque, más adelante, puedan terminar todos juntos en una alianza electoral. “Lo dirá el tiempo”.
La que también jugó fue Elisa Carrió, que repudió "las declaraciones del presidente en contra" de Lula da Silva, "el anuncio de su no presencia el próximo 8 de junio en la cumbre del Mercosur y su participación en la cumbre política de Bolsonaro, casi como una clara provocación al país vecino". Cuestionó la intención de Milei de dinamitar acuerdos y pidió que deje de lado su "fanatismo ideológico".