Kueider, la traición y el peronismo de Milei

Emblema de la casta, Cristina y Macri lo señalan como traidor. Como un soldado de Santiago Caputo, votó todo a favor de Milei y lo premiaron con una comisión clave. ¿Lo entregaron o se regaló? 

04 de diciembre, 2024 | 17.25

En su corta trayectoria como senador nacional del peronismo, Edgardo Kueider combinó dos rasgos inconvenientes: se movió como si nada pudiera pasarle y defraudó a demasiada gente. Tal vez por eso a su alrededor algunos hablen de que alguien lo entregó sin previo aviso. Fuentes de la justicia afirman que Kueider tenía cinco salidas previas a Paraguay y estaba interesado en invertir en negocios inmobiliarios en Ciudad del Este. Lo mismo sospechan en el peronismo del Senado. 

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El ex secretario general de la gobernación durante la gestión de Gustavo Bordet negoció siempre por su cuenta con el poder central. La identidad del PJ le sirvió para intercambiar favores, primero con Mauricio Macri, después con Alberto Fernández y finalmente con Javier Milei. Devenido en 2024 en poco más que un empleado de Santiago Caputo y de aceitados vínculos con el mundo empresario, Kueider se cansó de romper los pactos que escribió. En 2015, representaba al peronismo de Entre Ríos que acompañó con entusiasmo a Macri durante su primer período de gobierno, en 2019 entró como senador del Frente de Todos, fue de los más cercanos a Alberto Fernández y en febrero de 2023 rompió con el PJ junto con los hoy filomileistas Carlos “Camau” Espínola y Alejandra Vigo. Que la ex presidenta lo haya señalado como parte de la democracia tarifada y piense en pedir su desafuero no puede sorprender. Lo notable es que Kueider fue capaz de hacer lo que pocos: reconciliar a Cristina con Macri en el plano de las ideas. 

Humillado por un Milei que no le abre su paquete accionario, Macri repetía desde hace tiempo una frase que resultó premonitoria: “Cristina tiene razón con Kueider. Es un traidor”. Pilar de la vieja polarización, el ingeniero se enfureció cuando el senador interceptado en Paraguay selló un pacto con Santiago Caputo -su enemigo íntimo- para asumir la presidencia de la Comisión Bicameral de Inteligencia y arrebatarle el lugar al macrista misionero Martin Goerling, el candidato de Macri que tenía el respaldo de Victoria Villarruel. La pelea entre el PRO y la Libertad Avanza terminó con Martín Lousteau sentado en la comisión que debe controlar a los espías que dependen de Caputo. Pero Kueider siguió en la órbita del gran propagandista oficial.

Macri ya se había sentido defraudado en 2023, cuando fue en persona a TN para pedirle a Kueider que no aprobara el pliego de la jueza Ana María Figueroa. La operación del ex presidente generó una réplica de Cristina en las redes sociales y Kueider -que decidió ausentarse en la primera sesión en que se trató el tema- terminó votando a favor de CFK en septiembre.  

En el arranque del gobierno libertario, el asesor estrella de Milei lo identificó con facilidad -a partir de los oficios de un famoso operador- como uno de los senadores que estaban disponibles para pactar con la extrema derecha y lo premió con un lugar importantísimo, la presidencia de la Comisión de Asuntos Constitucionales. Así se convirtió en el mayor emblema del peronismo de Milei en el Senado, votó la ley Bases y recibió elogios de Rogelio Frigerio por darle herramientas al gobierno. “Banco los acuerdos de gobernabilidad”, le dijo el gobernador del PRO a Letra P en junio pasado.

Entre la dirigencia política, Kueider divide aguas. Algunos piensan que se trata de un político de bajísimo nivel, que llegó a lo más alto de casualidad. Otros piensan que el entrerriano que se inició con el ex intendente de Concordia Hernán Orduna y después trabajó con Sergio Uribarri estaba cebado y se movía como si nada pudiera pasarle. El fiscal de Concordia José Emiliano Arias lo acusa de enriquecimiento ilícito y lavado de activos en una causa en la que se investigan departamentos y cocheras en un edificio de lujo en la ciudad de Paraná registrados a nombre de su secretaria y de Betail SA, una empresa de la que admitió ser accionista.

A Kueder lo vinculan con el poder de la familia Eskenazi, dueña del Banco de Entre Ríos. Pero sus relaciones en el establishment son variadas. Tal como contó El Destape en julio pasado, entre sus contactos está Pablo Casey, el sobrino de Héctor Magnetto que es director de Asuntos Legales e Institucionales de Telecom/Clarín y hace dos años quedó inmortalizado en el viaje a Lago Escondido junto a espías, miembros del Poder Judicial y funcionarios del macrismo porteño. Si el cristinismo pide su desafuero, su lugar puede quedar para Stefanía Cora, una diputada provincial de Entre Ríos vinculada a La Cámpora.