Como en un video de Tik Tok, Javier Milei viraliza imágenes de una epopeya personal. De Donald Trump a Xi Jinping, el presidente de la Argentina se beneficia del país que le toca gobernar y de los favores que le hacen sus rivales. Milei confirmará en Río de Janeiro que es capaz de tragarse sus propios insultos cuando enfrenta un poder que lo doblega. A cargo del principal socio comercial de América Latina, Xi Jinping viene de inaugurar en Chancay, Perú, el megapuerto más grande de Sudamerica: Milei le debe parte de su sobrevida porque le garantizó la extensión del swap de monedas en el momento de mayor fragilidad financiera. Por eso, ni la visita a Mar a Lago ni los intercambios con Trump le impiden viajar a Brasil por unas horas para reunirse con el líder del país con el que juraba no cruzar ni un mensaje. Jinping ya lo invitó varias veces a viajar a Beijing. Al proyecto de la Franja y la Ruta de la Seda, China le suma otro movimiento tectónico: la desdolarización de los flujos comerciales que este año le permitió al yuan desplazar al euro y convertirse en la segunda moneda más utilizada del planeta.
Miembro de oficio de la internacional trumpista, Milei dice que el fantasma de la extrema derecha recorre el mundo con el sello de la libertad, pero excluye a China del “delirio comunista” contra el que agitó en la conferencia de la CPAC. El presidente tiene motivos para la euforia. La caída del riesgo país por debajo de los 800 puntos, la reducción de la brecha cambiaria en torno al 10 %, la acumulación de reservas de las últimas semanas, la baja de la inflación, la centralidad de Cristina Kirchner. Nada sin embargo como el lanzamiento de la Fundación Faro en el Yatch Club de Puerto Madero para ilustrar el clima de época que envuelve al poder económico.
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Eduardo Elsztain, Hugo Eurnekian, Marcelo Mindlin, Bettina Bulgheroni, José Luis Manzano, Claudio Belocopitt y los hermanos Neuss estuvieron entre los que pagaron 25 mil dólares para escuchar la arenga de Agustín Laje, el ideólogo de una ultraderecha que domina las redes sociales y reivindica el plan de exterminio de la última dictadura militar. Milei pretende tener a su propio Elon Musk, el magnate que en Palm Beach se reivindicó ante los presentes como el George Soros de la derecha.
Con citas permanentes a Antonio Gramsci, Laje encarna a la extrema derecha que superó la marginalidad y ahora se ve en una nueva fase, apta para instaurar su propia hegemonía y lograr que sus valores se hagan carne en la base de la sociedad como un nuevo sentido común. “Nuestro gran error ha sido durante décadas haber despreciado la cultura. Éramos objeto de consumo irónico. Estos que hoy lloran hace poco se reían. No sabían de lo que se reían. Hoy nosotros nos reímos de ellos”, dijo.
Con crítica a la ineficacia de los políticos de centro y desprecio por los abanderados del consenso, Laje muestra una conciencia del combate que sus opositores no tienen ni conciben. Lo mismo puede decirse de Milei y su grupo, que actúan desde el minuto cero como si no tuvieran nada que perder. Su batalla, así lo dijo, es contra la izquierda disfrazada de falso nacionalismo y la izquierda impulsada por los globalistas. Pero se agota ante China, la potencia emergente que muestra más vocación que Trump para continuar su expansión imperial.
Los miembros de la Fundación Faro festejan la adhesión del Círculo Rojo pero no confían en que los empresarios argentinos puedan abrazar semejante convicción ideológica. “Estaban porque ven que la cosa va a andar y no se quieren quedar afuera. A ellos solo les interesa la reducción del déficit y la baja de impuestos”, dicen desde Casa Rosada.
Laje debutó a los 21 años con una beca para estudiar estrategias de contraterrorismo en el Centro William Perry de la Universidad Nacional de Defensa en Washington. Ahora vive en Navarro y dice que, cuando termine un doctorado, va a venir más seguido a la Argentina para estimular a los nuevos cráneos de extrema derecha.
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Vendedor de una Nueva Argentina y convencido de que con Milei se abrió una nueva época, Laje explica en videos que tienen cientos de miles de vistas que, tras la caída del muro de Berlín, la izquierda renunció a la confrontación de clases sociales y trasladó el conflicto opresor-oprimido a otras relaciones sociales. Esa es su batalla: lograr que 25 millones de personas que según el INDEC están bajo la línea de la pobreza culpen al wokismo de su situación y soporten el ajuste que le iba a tocar a la casta. El peronismo viene de fracasar con el intento opuesto.
La vida de las mayorías está marcada por otros datos: el derrumbe del consumo, el impacto de la suba de tarifas, el aumento de la desigualdad, la destrucción de empleo y el hambre que pega en el conurbano bonaerense, donde hay grupos de vecinos que empiezan a organizarse para reclamar alimentos. A ese universo de necesidades en el mundo de los perdedores, el presidente busca conformarlo con la baja de la inflación y la euforia de los ganadores.
Milei y Laje lograron la enésima conversión de Manzano, el padrino histórico de Sergio Massa que durante el gobierno del Frente de Todos se quedó con la mayor distribuidora de luz de la Argentina. Jugador de todas las canchas, el empresario que ahora apuesta fuerte al litio hizo su balance público, al día siguiente y desde Perú, donde participó de la Cumbre de Cooperación Asia-Pacifico 2024. Dijo que la confianza que generó Milei tuvo un impacto “muy positivo en la economía real y en la comunidad de negocios”, que en lo doméstico la baja de la inflación está generando otra vez condiciones para la inversión y que en lo internacional se abrió un flujo de capitales. “Las 20 primeras empresas del país ya hemos podido acceder al mercado de Nueva York, del cual habíamos estado ausentes por años”, afirmó. Manzano se quedó en Perú con la minera Volcán hace algunos meses y ahora se prepara para explorar en busca de cobre, litio, zinc y plomo. Esta vez su apuesta no apunta a Washington, sino a la salida al Pacifico, Chancay-Shanghai.
En una Argentina acostumbrada a creer en espejismos, la euforia que el ex panelista genera en el poder ya supera a la que acarició Mauricio Macri. El gobierno convenció al establishment de que la sociedad aguanta el ajuste de shock sin mayores sobresaltos y tiene condiciones favorables para avanzar con su plan.
En las últimas semanas, Milei tuvo un dato tan o más alentador que la victoria de Trump: la liquidación récord del agronegocio en un período de sequía de dólares. Lo muestra el reporte monetario del centro CEPA: en octubre, la liquidación fue de 2553 millones de dólares, un 243% más alta que un año atrás. Para los empresarios del sector, dos factores pueden explicar el dato. Por un lado, el inicio de la temporada de labores o puesta en marcha de la siembra, cuando los productores sojeros se apalancan con venta de granos. Por el otro, una hipótesis que se expande entre los traders y el mercado: la sensación de que, obligado por las circunstancias, el campo la empezó a ver. “El dólar baja y en el corto plazo va a seguir bajando. Los que estaban especulando con una devaluación ya se dieron cuenta que no va a venir y decidieron vender antes de que siga bajando”, dicen en el mundo de las cerealeras. Para Milei y Luis Caputo, es una doble victoria: política, porque la reducción de la brecha convenció a la mayoría de que pueden evitar la devaluación, y económica, porque aumentan las reservas.
El informe de CEPA contrasta los indicios que entusiasman al mercado -la perspectiva de un acuerdo con FMI, la balanza energética superavitaria y el RIGI- con la montaña de vencimientos de deuda para 2025 y el déficit de 4500 millones de dólares que se acumuló entre enero y septiembre por viajes al exterior y uso de tarjeta de crédito en dólares, una tendencia que no se veía desde mayo de 2018 y que se agrava con el fin del Impuesto Pais.
En lo político, la Casa Rosada avanza en el Congreso con sus propios proyectos y cada vez le cuesta menos perforar el bloque opositor. Quedó demostrado con el intento de derogar la facultad de los DNU y el decreto de la deuda que beneficia a los acreedores extranjeros. Milei contó con la deserción de 9 peronistas, de los cuales 6 respondían a los gobernadores de Catamarca, Raul Jalil, y Santiago del Estero, Gerardo Zamora. Jalil no sólo aportó cuatro ausencias: además se encargó de llamar a miembros de la bancada de Unión por la Patria para pedirle que ayudaran al gobierno. A eso se sumaron los faltazos de los mendocinos Liliana Paponet y Adolfo Bermejo, dos voluntades que se atribuyen a la incidencia de Manzano y el rechazo al kirchnerismo en Mendoza.
Pese a la jugada de los santiagueños a favor de Milei, Cristina viajó a Santiago para el acto del Día de la Militancia, invitada por Zamora y el senador del PJ Jorge “Pichón” Neder, un socio histórico del gobernador que responde a Eduardo De Pedro.
El martes pasado, la reunión de cuatro horas del bloque de Unión por la Patria mostró tanto las ausencias como las diferencias y propagó una conclusión que comparten en las distintas alas del peronismo. La cristinista Vanesa Siley afirmó que hay diputados que usan a la bancada de UP para darse vuelta y después ir a cobrarle al gobierno su apoyo. No estaba hablando solo del radicalismo o de los diputados de Elisa Carrió: también a los propios. Al margen de las acusaciones, lo que crece es la desconfianza y la sensación de que la unidad ya no se sostiene como en la primera parte del año.
La condena de los jueces macristas de la Cámara de Casación a Cristina le sirvió a Milei para volver a polarizar. Fundamentalista del corto plazo, al ex panelista no le importa que el Estado que aborrece tenga que afrontar un juicio millonario por las decisiones inconstitucionales que toma. Le rinde apuntar en forma selectiva contra las jubilaciones de privilegio.
Defendida en base a incursiones en el conurbano y presencia permanente en las redes, la centralidad de Cristina funciona como reaseguro para un Milei que confronta con el pasado y complica a la oposición antikirchnerista, que no acierta ni con las ideas ni con el tono para lastimar a Milei. Ante el fallo de Casación, se expuso el desconcierto en el peronismo. Mientras el apoyo de Axel Kicillof y Ricardo Quintela no fue reconocido desde el Instituto Patria, el silencio de Massa no generó reproches.
En un intento por reivindicar a Trump, Cristina lo había incluido entre las víctimas del lawfare, un término que el republicano adoptó como propio, aunque se piense como una excepción histórica. Para el frente de la derecha argentina, la ex presidenta acumula causas por corrupción y Trump solo carga con cuestiones personales y el ataque al Capitolio.
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Blindado por la Corte Suprema que él mismo construyó, Trump recibió entre sus 34 condenas una que apunta a la base de su imperio. En febrero pasado, un juez de Nueva York lo condenó a pagar 360 millones de dólares por considerar que su éxito empresario se había construido en base al fraude y que su fortuna estaba viciada de origen. Después de un juicio de dos meses y medio , el juez Arthur Engoron dictaminó que Trump, sus hijos y los directivos de la Organización Trump participaron en un plan de años para defraudó a bancos y compañías de seguros con estados financieros que inflaron su emporio empresario. Mar-A-Lago, la mansión que visitó Milei la semana pasada, estaba entre las propiedades valuadas de manera fraudulenta. El caso lo había iniciado una de sus históricas enemigas, la fiscal general de Nueva York, Letitia James. Según la oficina de James, Trump infló su patrimonio neto hasta en 2.200 millones de dólares. El republicano se declaró víctima de una persecución y aprovechó para recaudar fondos para su campaña y su defensa.
En un artículo titulado “La ideología de Trump”, el economista Branko Milanovic definió al nuevo presidente como un mercantilista. “Trump era un capitalista que nunca pagaba impuestos, lo que, en su opinión, demuestra simplemente que era un buen empresario. Es la misma doctrina que se sostuvo desde Reagan en adelante, incluido Bill Clinton”, escribió. Según Milanovic, Trump es un mercantilista transaccional y su triunfo es bueno para China, porque le ofrece alternativas de negociación. El republicano, dice, va a ceder en la confrontación con China apenas logre que Xi Jinping regule su ofensiva comercial. Tal vez Milei aprenda ese razonamiento y lo utilice para explicar su acercamiento al imperio del mal.