La incorporación oficial de José Luis Espert a Juntos por el Cambio, auspiciada por el ala dizque moderada de esa alianza, termina de confirmar el viraje de todo el arco opositor en la Argentina (descontando la minoría estable pero marginal del Frente de Izquierda y otros subproductos de los bordes del sistema) hacia posiciones extremas tanto en sus fines, el plan económico, como en su medios, es decir, la violencia represiva.
Queda claro a esta altura que lo que separa a candidatos como Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y Javier Milei es, en todo caso, la estrategia electoral y la puja por el manejo de ciertos negocios. No existen, en cambio, diferencias de fondo en cuanto al modelo de país que imaginan, en qué están dispuestos a hacer y mucho menos de valores en torno a cuestiones como la democracia y el respeto de los derechos que no empiezan con “p”.
En la mesa que recibió Espert llevó la voz cantante el moderadísimo Miguel Angel Pichetto, uno de los ejemplos más acabados de la importancia de la conducción política. Con ella, fue un legislador ejemplar, casi un hombre de Estado. Libre de esas cadenas, sólo tiene lugar como furgón de cola del tren fantasma. “Somos la paz social”, dijo para presentar al economista cuyo único aporte al debate público fue su hit: “Cárcel o bala” a las protestas.
Otro moderado presente en el nazi shower del viernes por la mañana fue el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, responsable personal de la encarcelación de la principal dirigente opositora en su provincia, Milagro Sala. Morales estaba en Recoleta mientras en Jujuy arreciaba el quinto día de protestas y huelga por el tratamiento express de la nueva constitución provincial, que concentra todo el poder en la gobernación.
Manifestaciones como las de esta semana, que sacaron a la calle a más de 40 mil jujeños, serían ilegales bajo el imperio de la norma que busca aprobar el radicalismo. El proyecto, además, elimina las votaciones de medio término, lo que lleva a un alineamiento automático del Poder Legislativo con el Ejecutivo, que en este caso también controla el máximo tribunal. Una reforma republicana, de centro y lo más importante: profundamente moderada.
A tono con el carácter moderado de la ocasión, Espert, blanqueó la coincidencia nuclear, el punto de apoyo sobre el que se apalanca toda la oposición: la “misión fundamental” de “erradicar al kirchnerismo”. La aclaración de que usarán “herramientas democráticas” es poco creíble en boca de alguien que había prometido “hacer gruyere” a los delincuentes; la erradicación del otro, en todo caso, es incompatible en sí misma con la democracia.
Seguramente el economista no tiene idea de las implicancias históricas que tiene una propuesta como esa, enunciada un 9 de junio, día de los fusilamientos en los basurales de José León Suárez. El anhelo mal disimulado de la eliminación definitiva del peronismo es, a esta altura, un sangriento lugar común de la derecha argentina en los últimos setenta años. En todo ese tiempo sólo trajo desgracias para el país y fracasos a sus ejecutores.
Experta en enfocar la paja en el ojo ajeno a pesar de la techumbre en el propio, Elisa Carrió, que bendijo la llegada de Espert y hasta evalúa acompañarlo en la fórmula presidencial, no puede dejar de advertir a dónde lleva el camino que proponen Mauricio Macri y Milei: “un ajuste muy brutal” bancado “en un orden que no proviene ya, ni de la justicia, ni de la república, ni de los derechos humanos” sino en “reprimir hasta matar si es necesario”.
La dirigente de la Coalición Cívica, que sabe hacerse la boluda pero no es boluda, señaló que “si a la violencia que se vive en las calles se le agrega la represión indiscriminada lo que terminamos es en un juzgamiento por delitos de lesa humanidad cometidos por el Estado” y que por eso “van a ser juzgados ministros y presidentes y van a ser condenados, lamentablemente, policías”. Le asiste no sólo la razón, también cierto optimismo.
La exasperación que cunde en el Frente de Todos para/con el presidente Alberto Fernández se basa en un diagnóstico similar. Desde el campamento renovador tanto o más que desde el kirchnerista se le recrimina que dedique el tiempo a conseguir apoyos para candidaturas sin destino mientras que otros deben hacerse cargo de la gestión, para evitar que su gobierno termine en una crisis, y de la campaña, para esquivar la amenaza del fascismo.
Más allá de las desavenencias de larga data entre Sergio Massa y Daniel Scioli, que se transparentan en el fragor de la batalla, lo que desafía la paciencia de massistas y Ks es el padrinazgo presidencial de Victoria Tolosa Paz. ¿En nombre de quién se postula alguien que perdió las dos veces que fue a las urnas, en las PASO por la intendencia platense en 2019 y como primera candidata a diputada por la provincia de Buenos Aires en 2021?, se preguntan.
A pesar de la mímica que todavía realizan los dirigentes del Frente Renovador, ayer agrupados en un microestadio en Malvinas Argentinas, Massa trabaja para evitar las internas pero ya no se imagina en el primer lugar de la boleta. En privado, acepta la incompatibilidad de lanzarse como candidato presidencial del peronismo casi al mismo tiempo que se negocia con el FMI una dispensa que permita seguir esquivando la crisis y se surfean corridas.
Por otra parte, las directivas técnicas de Cristina Fernández de Kirchner fueron claras: en esta etapa, hasta la primera vuelta en octubre, la prioridad es consolidar un piso que sea garantía de un lugar en el ballotage. Y el ministro de Economía no es la jugada lógica en ese sentido, porque tiene que convencer uno por uno a los votantes de la vicepresidenta a que vuelvan a acompañar una opción que no sienten propia, como en 2015 y en 2019.
Paradójicamente, el candidato que a primera vista aparece como beneficiario de una candidatura única, consensuada o a dedo, si se excluye a Massa, Wado De Pedro, necesita una primaria para terminar de instalarse. Aunque viene creciendo en términos de conocimiento y aceptación, partió de niveles muy bajos y todavía no garantiza un piso ni mucho menos proyecta un techo de votos competitivo. El tiempo no juega a favor suyo.
Las estructuras tampoco. No solamente el Frente Renovador se planta para rechazar la herramienta de las PASO. Los gobernadores hicieron lo propio esta semana con un encuentro que incluyó foto y comunicado. Los vicegobernadores replicaron; también los intendentes bonaerenses. La CGT prepara un documento en el mismo sentido. Y las elecciones no son una compulsa entre voluntades sino entre aparatos, al fin y al cabo.
CFK da a entender, a través de sus interlocutores, que tampoco está convencida de la conveniencia de unas primarias. ¿Tendrá más fe en la capacidad electoral de Wado que el propio Wado o estará pensando en otro candidato? Y si no es Wado ni Massa, ¿el único plan alternativo es apostar por Axel Kicillof? La cercanía con los momentos de definición estimulan la creatividad y la paranoia. Algunas mentes inquietas vuelven a intuir un tapado.
Más allá de las instancias de consulta, la decisión última sobre las reglas y condiciones que van a regir una eventual interna la tendrá exclusivamente el gobernador Gildo Insfrán, única firma autorizada para inscribir la coalición y, luego, sentar las bases de la competencia. Por ejemplo: el caudal de votos a partir del cual el perdedor puede integrar las listas. Un piso alto aumenta el riesgo de quedarse sin nada, lo que desincentiva la competencia.
La novedad más importante que traerá el cierre de alianzas en el oficialismo será, de no mediar sorpresas, la mentada “ampliación del espacio”, que puede o no conservar la nomenclatura Frente de Todos. Tal como anticipó la presencia del misionero Oscar Herrera Ahuad en la cumbre de gobernadores, el Frente Renovador de la Concordia, fuerza hegemónica en esa provincia, planea incorporarse formalmente a la coalición.
El acuerdo, negociado directamente entre Massa y el jefe político de esa fuerza, Carlos Rovira, se terminó de trabajar durante el viaje a China con el diputado Diego Sartori, que formó parte de la delegación. El pacto se consagrará con la implementación de la zona aduanera especial para Misiones, aprobada en el presupuesto de este año pero vetada, luego, por el presidente. El ministro la reflotó; hará el anuncio en los próximos días.
Hasta último momento se intentará cerrar, también, la incorporación a la coalición oficialista de la fuerza del gobernador de Río Negro, Alberto Weretilnek. A la hora de negociar las condiciones, tanto rionegrinos como misioneros dejaron en claro que hay un punto en el que no están dispuestos a ceder, para que esta jugada no les empioje el frente interno en cada una de sus provincias. Exigen que no haya PASO y que el espacio lleve en agosto un candidato de unidad.