La visita de Mauricio Macri a Córdoba se dio en medio de un proceso cuyo final todavía es incierto. Como a nivel nacional, en lo local el PRO muestra muchos frentes abiertos, dirigentes que responden a distintas terminales, construcciones diversas en lo colectivo y ambiciones en lo personal. Al igual que en otros distritos, el ex presidente no descartó una alianza con La Libertad Avanza, una misión que se torna cada vez más difícil y que podría prosperar más por una cuestión de conveniencia que de convicción.
Macri llegó tierras cordobesas con una excusa formal, su participación en la Bolsa que aprovechó para despotricar contra el presidente del partido en la provincia, Oscar Agost Carreño. El dirigente integra el bloque de Miguel Ángel Pichetto en la cámara de Diputados, Encuentro Federal, y no el del PRO, lo que le valió críticas de Mauricio. El líder amarillo le cuestionó sus votaciones en contra de lo establecido por el partido nacional, lo que se leyó casi como una invitación a presentar la renuncia.
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Agost Carreño, que venía viendo al jefe partidario un tanto alejado de la discusión sobre la pureza de sus líderes, respondió con un mensaje diplomático en las redes, desde la primera fila: “Sigo construyendo y creyendo en el PRO que siempre ha luchado por la defensa de la educación pública, la calidad institucional y en la dignidad de nuestra adultos mayores”.
El macrismo cordobés tiene distintas vertientes, una más ligada al liberalismo provincial, referenciada en Patricia Bullrich, otra como la de Agost Carreño más en el centro político y, finalmente, la de Mauricio. Con tanto desmembramiento, Macri vio una filtración de dirigentes puros que le respondan al partido y parte de su visita, con reunión política incluida, pareció orientada a apuntalar el espacio y mantener su poder de acción real.
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Macri citó a una reunión con una docena de intendentes, dentro de los que estuvieron los de Villa Allende, Mendiolaza, Marcos Juárez y Viamonte. La dirigente macrista pura Soher El Sukaria fue quien organizó su aparición política. Ella es concejal en uso de licencia después de haber asumido, hace dos meses, como interventora de la Defensoría del Público. Se entiende, parte de un acuerdo entre los libertarios y amarillos. En un trabajo quirúrgico para acomodarse en el nuevo escenario, Mauricio buscó reconstruir el contacto con las fuentes y el trabajo territorial. La bajada del líder amarillo obedeció más a una cuestión estratégica que a una mera visita. El PRO necesita recuperar el músculo en un distrito clave, en el que salió tercero en las elecciones generales presidenciales y segundo en los comicios por la gobernación.
Por un lado, el mileísmo todavía no pareció pisar fuerte en el distrito, con poca referencia dirigencial pero sí con el apoyo ciudadano, el votante que acompaña la gestión de la Casa Rosada. Por el otro, el particular peronismo cordobés que se mostró amigable con otras corrientes políticas. Ambas opciones dejan a un PRO bastante descolorido y Mauricio se planteó el desafío de empezar a generar algo para el año que viene, aunque no esté claro. Según planteó Soher El Sukaria en diálogo con Cadena3, todavía no empezaron a dar la discusión de una alianza con La Libertad Avanza en la provincia, aunque Macri no la descartó. Para Mauricio, un hombre fuerte en el distrito es Rodrigo de Loredo, una figura de la que podría echar mano para unificar al PRO y la UCR, aunque parece un plan aún difuso. Lo que suceda, probablemente ocurra más por una cuestión de conveniencia que de convicción.
En la posibilidad o no de una confluencia, seguramente juegue un rol importante Patricia Bullrich que, como ex candidata presidencial, supo construir redes dirigenciales en todo el país. La ministra se transformó en el vínculo del gobierno con las provincias y ella pareciera sentirse cómoda en ese rol. La gran pregunta es si ella buscará fortalecer y reimpulsar su armado para un proyecto político personal en unos años o no lo hará. Un poco lo mismo que buscó Mauricio con este viaje, mantener despiertas las células que le responden para tener estructura cuando el momento llegue. Eso dependerá, también, de su espacio en el gobierno nacional pero, en este caso puntual, es una de las dirigentes con mejor imagen en el distrito.
De Loredo tendrá una parada difícil más cerca en el tiempo cuando, este martes, se avance con la fractura de su bloque en Diputados. Se calcula que entre diez y trece legisladores estarían dispuestos a abandonar la conducción del cordobés en las próximas horas y no tienen previsto participar de la reunión de bloque que, todas las semanas, hace el espacio. La ausencia será leída como un quiebre en los hechos, a la espera de su inminente formalización. Desde la otra orilla, se los acusó de sólo presentarse a los encuentros cuando el temario les interesa. No pareció haber corazones rotos.
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Los sectores que responden a Facundo Manes y Martín Lousteau/Emiliano Yacobitti, de un perfil claramente combativo con el gobierno nacional, no están dispuestos a compartir espacio con los cinco diputados radicales libertarios que avalaron los dos vetos de Javier Milei. Diez dirigentes de Buenos Aires, Formosa, La Pampa, Jujuy, Corrientes, CABA y Entre Ríos son contabilizados como parte del grupo dispuesto a cortar lazos mientras que hay otros tres en duda: Juan Carlos Polini (Chaco), Natalia Sarapura (Jujuy) y Melina Giorgi (Santa Fe).
Estos legisladores exigieron la expulsión de los diputados que acompañaron a Milei, sin éxito por no alcanzar la mayoría. La semana pasada, otorgaron siete días de gracia para permitirles abandonar el bloque por motu propio, pero tampoco sucedió. Descreen, además, de que vayan a cumplir con el compromiso de acatar la definición establecida por consenso, sobre todo porque se echó a correr un listado de excepciones. Menes (PBA), Pablo Juliano (PBA), Fernando Carbajal (Formosa), Marcela Coli (La Pampa), Jorge Rizzotti (Jujuy), Manuel Ignacio Aguirre (Corrientes), Carla Carrizo (CABA), Danya Tavela (PBA), Mariela Coletta (CABA), Marcela Antola (Entre Ríos) son los que no están dispuestos a compartir espacio con los libertarios.
El desprendimiento abre la puerta a una UCR más debilitada numéricamente a la hora de negociar pero, también a un relanzamiento de las banderas del partido para construir la identidad partidaria, desdibujada en estos meses.