La palabra gestión será el punto de unión de distintos armados políticos a la hora de buscar un diferencial positivo respecto de la administración de Javier Milei. Algunos usarán su ausencia para ofrecer una mano colaborativa mientras que otros verán, en la falta de diligencia, una oportunidad para sacar a relucir su experiencia resolutiva.
Para Mauricio Macri, la falta de resultados será una excelente plataforma para negociar en mejores condiciones. Por ahora, la mayor coincidencia con Milei es en el rumbo de la economía y el objetivo de buscar el equilibrio fiscal aunque, de momento, sin conclusiones positivas para la ciudadanía. Al no tener efectos en la micro, no se descarta un castigo en las urnas.
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La falta de gestión llevaría, entonces, a esa ausencia de sensación de bienestar o un incremento en las expectativas negativas, abriendo la puerta a una asistencia comandada desde el PRO. Por ahora, para los amarillos la ayuda debería pasar por el Congreso, aunque no se descartan acompañamientos electorales.
En ese camino un tanto ambivalente, el macrismo va soltando, casi por capítulos, sus diferencias con el gobierno central. Por fuera de lo económico, los amarillos mostrarán todo tipo de distancias, más o menos profundas. El ataque a los medios de comunicación y la falta de transparencia (fondos reservados de la SIDE o limitaciones al acceso a la información pública) fueron dos hechos que ya se hicieron públicos. Este fin de semana sucedió algo similar con la política exterior.
Para el PRO, la Argentina debe estar integrada al mundo entendido “más como una oportunidad que como una amenaza”. Con un comunicado, cuestionó la posición del Ejecutivo contra la ONU, marcó una falencia grave de Milei en su discurso al no profundizar en el reclamo histórico por la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas, pidió mantener la exigencia por justicia en los dos atentados vividos y se distanció de las críticas libertarias al Pacto del Futuro 2045.
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“Una política exterior inteligente es aquella que permite tender y mantener puentes con socios relevantes en un marco de respeto a las diferencias, evitando confrontaciones ideológicas que dañen oportunidades de inversión y comercio que tanto necesita la Argentina para crecer”, sostuvo el texto amarillo.
Patricia Bullrich no coincide con esta lógica M. Para ella, la colaboración con el mundo libertario debería ser un hecho desde el 10 de diciembre. La ministra de Seguridad tiene pautada una reunión con Karina Milei y Sebastián Pareja para avanzar con la fusión de los bloques del PRO Libertad y La Libertad Avanza en la Legislatura bonaerense.
Con pie de plomo, hace tiempo se trabaja en la confluencia que, cuando se termine de concretar, se transformará en un gesto político fuerte. Se espera, con este movimiento, ser la fuerza opositora más grande a Axel Kicillof en el parlamento provincial. En principio, serían seis libertarios, cinco bullrichistas con la posibilidad de sumar a dos monobloques.
Bajo la lógica de que el oficialismo nacional tiene la prioridad número uno, la conducción quedaría bajo el sello libertario seguida, en la silla de vice, del PRO bullrichista. Agustín Romo y Florencia Retamoso, respectivamente. Ese orden de prioridades podría irse modificando a medida que pase el tiempo y lleguen las elecciones. Ante la posibilidad de ausencia de referentes libertarios de peso, el sector de la ministra podría imponerse para el primer lugar.
Según datos de la Universidad de San Andrés, sólo un 9% acompaña la imagen de una fusión entre ambos espacios en un solo partido, mientras que el 16% considera que lo mejor sería hacer una coalición, un 29% piensa que debería haber una cooperación legislativa sin que el PRO se sume al gobierno y otro 16% sostiene la posición de oposición.
La idea de una unión entre el PRO y LLA empezó a perder peso en la sociedad. En julio, el 79% de los votantes de Bullrich y el 63% de los de Milei apoyaban una posible alianza, pero en septiembre ese apoyo cayó al 40% y 41% respectivamente e incrementó el nivel de desacuerdo con esta intención. A un nivel más general, también bajó el apoyo a una fusión entre quienes se autoperciben de derecha, pasando del 77% en julio al 50% en septiembre. En el centro, el apoyo sigue siendo bajo, con solo un 21% a favor de la unión en septiembre frente al 32% de julio.
Pero la falta de gestión también abre otra puerta. La ancha avenida del medio espera allí, en el centro, para ofrecer una propuesta que tenga éxito cuando la sociedad lo demande. Así como Milei la pegó con un discurso rupturista cuando la ciudadanía necesitaba eso, desde este sector se espera que la población exija gestión, hacer, resultados, respuestas para brindar una nueva opción electoral.