El ultimátum que no fue: Macri vuelve a acompañar al gobierno

El ex presidente definió acompañar al gobierno en una batalla difícil para el oficialismo. La oposición cree tener los números para limitar el uso de los DNU pero está ajustada la votación para derogar el decreto que facilita la toma de deuda. 

12 de noviembre, 2024 | 00.05

Después de varias amenazas por lo bajo, el macrismo decidió volver a plegarse al gobierno pese a las advertencias de ultimátum. Como hasta ahora, no darán quórum pero, si la oposición consigue habilitar el debate, bajarán al recinto para votar con los libertarios en contra de los dos proyectos de ley dispuestos en el orden del día: la limitación al uso de DNU y la derogación del decreto de deuda. Así lo resolvieron en una reunión partidaria de la que participaron gobernadores amarillos en forma presencial y virtual.

El PRO tiene la intención de modificar la ley que limita el uso de los DNU, pero a partir de diciembre del 2025, para que el gobierno pueda tener más fuerza dentro del parlamento porque, de lo contrario, le quitarían gobernabilidad. Esto fue algo que alertó un dirigente amarillo en estos días, y contó El Destape: para ellos, con los números macro acomodados, lo único que podría perjudicar a Javier Milei es la política y su pretensión de quitarle mecanismos para gestionar sin el Congreso.

Desde el macrismo, justificaron esta posición con un poco de ejercicio de la memoria. “En nuestros cuatro años de gobierno nunca propusimos modificar la ley de DNU”, recordó un dirigente que recordó la maniobra de Macri para nombrar dos jueces de la Corte Suprema con este instrumento. “¿Ahora le vamos a limitar la única herramienta de gobierno que tiene Milei, con minoría absoluta en ambas Cámaras? Ademas de hipócritas, seríamos golpistas”, lanzó. Cerca del ex presidente se justificó la actitud en base a una supuesta posición histórica amarilla. 

Para él PRO, sería “incorrecto” quitarle al gobierno la posibilidad de echar mano de decretos, teniendo minoría en el Senado y sólo un pequeño porcentaje de Diputados. Sin embargo, tampoco quieren un “abuso” de la herramienta. 

La ayuda del macrismo no es gratuita. El macrismo quiere avanzar con el proyecto de ficha limpia y del voto de los argentinos en el exterior, pero también con la modificación a la organización sindical y sus elecciones internas, frenada por una decisión del gobierno que, de un día para el otro, se bajó de la firma del dictamen. En el listado de deseos amarillos también está Aerolíneas Argentinas y el presupuesto 2025, que debería reflejar las demandas de sus provincias.

La posición del PRO fue objeto de debate en estos días, sobre todo después de que Mauricio Macri manifestara su cansancio – una vez más – por los incumplimientos de los acuerdos políticos por parte del gobierno. Como viene contando El Destape desde comienzos de año, el ex presidente quiere que le reconozcan el trabajo hecho, tanto como cimiento del cambio por su gestión en 2015 como por ser la base de la gobernabilidad de Javier Milei. Hasta ahora, no lo recibió.

Electores y sectores de poder, según confirmaron fuentes del macrismo, comenzaron a reflejar una lectura política interesante, que en el partido amarillo vinculan a un trabajo hecho por el propio Mauricio: para la gente, el PRO fue muy generoso en estos meses y si el gobierno pudo tener leyes y sostener vetos, fue gracias a su acompañamiento. No solo a la hora de hablar de números, de cantidad de votos, sino de estrategias para encarar los debates. 

Esa fue la estrategia de Macri desde el comienzo. El ex presidente buscó no confrontar y ponerse, ante los ojos de la ciudadanía, como una persona dispuesta a ayudar, a colaborar, una actitud entorpecida por el “entorno” del jefe de Estado, pero también por el propio Milei. Hay quienes dudan que el libertario se mantenga al margen de las limitaciones a Mauricio y él, al enojarse con el triángulo de hierro, también se enoja con Javier. Lo que le molesta no son – solamente – los desplantes públicos sino lo hablado en privado, sin resultados.

Los dichos de Guillermo Francos, jefe de Gabinete, complementados con los del vocero con pyme dentro, Manuel Adorni, dejaron a las claras la tirantez en la relación. Los dos ubicaron a Macri por fuera de la toma de decisiones, desplazándolo. El primero sostuvo que el ex presidente no forma parte de la gestión y el segundo amplió que el que toma las decisiones es Milei y Mauricio es solo un amigo.

Hay varias cuestiones, por fuera de los cargos, a las que aspira Mauricio. En primer lugar, el reconocimiento. Esto quedó en evidencia cuando le advirtió a Milei que la contención del éxodo de argentinos es un logro compartido, y no libertario. Por otro lado, quiere que le digan que lo necesitan y para eso hará los movimientos que hagan falta con tal de marcar la cancha. Uno de ellos es el de disponer de algunos legisladores para recordarle a La Libertad Avanza, de vez en cuando, su debilidad numérica en el Congreso.

Pero Macri también quiere respeto, que considera ganado gracias a esas dos virtudes. Lejos de ese respeto, encontró en el oficialismo maltrato y humillación. “Sabemos cómo ser hijos de puta”, dijo un dirigente amarillo que advirtió, además, que por una cuestión de “supervivencia” pueden reactivar esa hijaputez con este gobierno.

En el último informe de la Fundación Pensar se leyó un párrafo interesante y llamativo. La analista de opinión pública y directora de la consultora Casa Tres, Mora Jozami, advirtió que “la forma en la que (Milei) maneje los próximos desafíos económicos y políticos como la reactivación del nivel de actividad, las negociaciones en el congreso y los acuerdos electorales, sin descuidarla promesa de transformación y el discurso anti casta son las claves sobre las que se sostendrá el apoyo de la opinión pública”. En este extracto se destacan la mención a las negociaciones y acuerdos políticos, donde el gobierno está fallando.

La desconfianza generada por La Libertad Avanza no sólo alcanza al PRO, que ya tiene experiencia en desplantes, sino que otros sectores se vieron golpeados por los incumplimientos. El bullrichismo, que tiene una pata muy confiada en que se ganaron lugares codiciados en las listas, también considera que ninguna negociación está cerrada y que, de acá al año que viene, los libertarios podrían dejarlos en una posición incómoda. 

Hay quienes recuerdan que a la ministra de Seguridad le hubiera gustado hacerse de algunas sillas interesantes en un importante organismo del Estado y que, después de intentarlo varias veces con distintos interlocutores, desistió por la negativa del Ejecutivo a avanzar. Macri no pareciera estar dispuesto a hacer lo mismo, entregar lo suyo sin nada a cambio.

El problema es que, en el fondo, muchos de los dirigentes que hoy se quejan y muestran lealtad a Mauricio tienen ganas de que se arribe a un acuerdo electoral con La Libertad Avanza. Saben que romper con los libertarios sería un “suicidio” para el PRO por compartir electorado y tener el mismo objetivo que el gobierno. A veces, dicen quienes conocen y hablan con Macri, el ex presidente se sobre gira, exagera su posición combativa y no hay quien lo frene.

Sin embargo, por ahora en las distintas tribus apuestan a que los libertarios y el macrismo puedan llegar a un acuerdo el año que viene porque, dicen, Macri sabe negociar y llegado el momento va a estar dispuesto a pactar en una negociación que pueda ser más o menos favorable, pero desde la base del respeto.