A un año de las elecciones, las fuerzas políticas encaran sus disputas internas para encontrar una identidad que los acomode en el mapa. En Juntos por el Cambio, la construcción de una posición diferencial respecto otros armados apareció como una misión bastante compleja. Mauricio Macri ensayará una estrategia el jueves, cuando haga su reaparición para contrastar con Patricia Bullrich y el gobierno de Javier Milei. Estos dos encararán ese cometido poco después para mostrar el avance del verdadero cambio. Los radicales tendrán su propia batalla en tierras bonaerenses con el fin de disputar el verdadero sentido del partido.
Como ya contó El Destape, Macri invitará a todos los dirigentes del PRO al relanzamiento del partido a nivel nacional. Será en Arena Studios, en el barrio de La Boca, cerca de la Usina del Arte y la cancha del Xeneize, sobre la calle Pedro de Mendoza al 900. El que no vaya, lo hará por decisión personal y no porque Mauricio los haya excluido. Quienes conocen a Bullrich y a Horacio Rodríguez Larreta piensan que estos referentes no darán el presente, pero todavía no se avanzó en una confirmación. El ex presidente juega ese juego, el que invita una retirada pero no el que expulsa.
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Macri apoyará a esta gestión en lo que considera bueno y urgente para el país, pero dejará en claro que no quiere fusionar su partido con La Libertad Avanza. “No pertenezco al gobierno”, dijo el viernes en su visita a La Rural. Toda una declaración en medio de tantas pujas por la conducción real del partido que fundó hace dos décadas.
Casi como una respuesta a esa proclama, Bullrich y Milei estarán en el conurbano a mediados de agosto. “Un encuentro del cambio en la Argentina”, describió un dirigente contento con la foto que mostrará el trabajo, en los hechos, de una coalición. Habrá dirigentes de varios partidos, no sólo libertarios sino también algunos PRO y otros radicales.
Según este sector, una porción muy importante de la ciudadanía argentina ve en esos dirigentes, pero especialmente en Milei, el cambio que necesita el país. El presidente sería quien, en este momento, representa las ideas, los conceptos en esa dirección, dejando atrás la lógica de los partidos políticos para pasar a los personalismos.
Las redes sociales y el uso que Milei hace de ellas lo ubican en ese plano. Se muestra en solitario, utiliza la cuenta que lleva su nombre y no una institucional, usa un lenguaje tanto verbal como gráfico bastante destacable y busca que su mensaje genere algún recuerdo. Es el político influencer que se muestra sin una gran estructura detrás.
El acto que hará con Bullrich mostrará que, más allá de eso, no está solo sino que puede construir políticamente y que hay otras fuerzas que lo respaldan. Pero siempre a él como persona. Varios dirigentes del PRO, se analizó desde una orilla amarilla, respaldan y acompañan esa figura que hoy representaría la oportunidad de transformar del país.
Para los PRO mileístas, el gobierno de Cambiemos, que encabezó justamente el partido amarillo, fue un gobierno tibio, que se quedó a mitad de camino. Generó o buscó impulsar algunas transformaciones pero, en muchos casos, optó por mantener un estado de cosas ya dado. Milei, en contraste, se mostró más nítido y claro. De ahí que la metamorfosis que podría generar también implicaría una transformación respecto del propio macrismo.
El futuro del PRO dependerá, en gran medida, de la profundidad que plantee Macri a la hora de establecer distancias con Milei. Si el bloque acompaña el cambio propuesto por el presidente, se podrá seguir funcionando en unidad. En la legislatura de Buenos Aires ya hubo una ruptura, por lo que la posibilidad está latente en el ámbito nacional.
Los que también empezarán a definir el perfil de su partido son los radicales. En Buenos Aires, en octubre, se elegirán las nuevas autoridades del Comité local hasta ahora presidido por el senador Maximiliano Abad. Después de dos mandatos, no podrá volver a presentarse por lo que empiezan a desfilar algunos nombres y reflexiones sobre el sentido que debería adoptar el espacio centenario.
Abad fue candidato en la lista que encabezó, el año pasado, Bullrich como postulante a la presidencia. En las votaciones, hasta ahora, acompañó la ley Bases en general pero rechazó la declaración de emergencias que conceden facultades delegadas. También se abstuvo a la hora de abordar el DNU 70/2023.
Dos nombres suenan para sucederlo en la conducción del Comité bonaerense. Por un lado, el de Miguel Fernández, ex intendente de Trenque Lauquen y ex jefe del foro de intendentes radicales de la provincia. También acompañó a Néstor Grindetti en la lista para pelear por la gobernación, ambos bajo el esquema planteado por Bullrich.
El otro nombre que suena es el de Fabio Quetglas, quien fuera asesor en materia de educación en la campaña de la ministra de Seguridad de Milei. Tampoco se la descarta a Érica Revilla, actual intendenta de General Arenales y vicepresidenta de la UCR bonaerense.
Hay un sector, sin embargo, que quiere rediscutir el rol de la UCR, como suele suceder en estas instancias. El radicalismo está dividido entre aquellos que son más cercanos o aceptan mejor las ideas de Javier Milei y los que optaron por una oposición más marcada. En este último grupo está Facundo Manes y quienes acompañan su posición respecto al gobierno.
La posibilidad de una interna centenaria bonaerense todavía no está definida. Podría haber lista de unidad producto de las reuniones de Abad con distintos sectores, fortaleciendo la posición. Los que cuestionan, de momento en forma liviana, esta propuesta no quieren discutir necesariamente nombres u oficinas, sino un sentido.
Las figuras que emergieron para conducir la UCR bonaerense fueron instaladas por algo superior, un interés más amplio, no necesariamente por su propio impulso. En una orilla hasta se cuestionó que no poseen liderazgo real. Pero, principalmente, se apuntó que la Argentina va a cambiar con el voto, desde la práctica, y no necesariamente con una silla administrativa.
Algo de esto se puede ver con la disputa nacional. Martín Lousteau ganó las elecciones del Comité Nacional, se opuso a la ley Bases, rechazó el DNU, pero lo hizo prácticamente en soledad reavivando la pregunta que flota desde los comicios ejecutivos del año pasado: ¿Dónde está el poder? ¿En la conducción de los partidos o en las gobernaciones? En Buenos Aires, los centenarios tendrán que definir lo administrativo el 6 de octubre.