Camino al miércoles de sesión, varios senadores necesarios por el gobierno terminarán de definir su postura en las próximas horas. En la calle, el clima estará caldeado por la movilización social que tiene la intención de torcer las voluntades de algunos aún indecisos con chances de inclinarse hacia la aprobación. El PRO y la UCR transitan momentos clave, con muchas reflexiones hacia dentro de cada uno de los espacios.
En el radicalismo, se espera que Martín Lousteau, que presentó su propio dictamen, no acompañe el del oficialismo y que, incluso, vote en contra de la iniciativa. El senador se mostró muy crítico no sólo de los proyectos de ley del gobierno, que sufrieron modificaciones que no lo dejaron satisfecho, sino también de las políticas de gestión, ubicándose como uno de los referentes de la oposición dialoguista. En las últimas horas, sin ir más lejos, fue uno de los pocos que se manifestó abiertamente en favor de aprobar la reforma de la movilidad jubilatoria cuestionada por Javier Milei.
Maximiliano Abad, presidente del Comité bonaerense, es otra de las figuras sobre las que se posó la atención. No acompañó ningún despacho y se abstuvo en el debate por el DNU 70/2023, por lo que podría repetir su posición en este debate. El senador quiso, desde el comienzo, explotar al máximo la función revisora de la Cámara Alta y la posición dudosa le subió el precio en un contexto en el que todo voto cuenta.
A nivel institucional, la UCR no está convocando formalmente a movilizar al Congreso el día que se debatan los proyectos en el Senado. Sin embargo, no se descarta la presencia de algunos de sus referentes, aunque sea a título personal. Un sector centenario se mostró muy en contra de varios puntos incluidos en la ley Bases, como la delegación de facultades, las privatizaciones o el RIGI, por lo que no sería extraño que, con la intención de generar más presión, marchen.
Hay conversaciones internas, privadas, con legisladores para inducir el voto negativo o, en el debate en particular, generar rechazos en estos puntos polémicos. En las últimas horas, desde algún sector abordaron, en reunión interna, la posibilidad de estar en la plaza el miércoles. A priori, los integrantes de ese armado boina blanca están a favor de marchar pero un factor influyó en la – todavía – falta de definición: la violencia.
El gobierno promovió, durante este último tiempo, un nivel de escrache público muy fuerte hacia los sectores que decidieron contrariar sus intereses y hay temor ante la posibilidad de que, en caso de llevar una identificación partidaria, haya ataques. En las próximas horas probablemente haya una definición un poco más institucional pero, en caso de no conseguirse, la presencia será a título personal.
En el PRO, en tanto, se espera que los seis senadores acompañen el proyecto en general pero, en la discusión particular, la larretista Guadalupe Tagliaferri mantiene sus disidencias y probablemente en los próximos días haya alguna resolución. Mauricio Macri jugó fuerte y, públicamente, ya pidió que todos se plieguen al voto positivo para darle las herramientas al gobierno. La senadora, sin embargo, en la última reunión de comisiones, destacó que el gobierno accedió a muchas modificaciones y que, por lo tanto, no estaba errada. El problema es que quedaron otras tantas en el tintero.
No sorprendió, a los dos bloques dialoguistas, la convocatoria del miércoles. Ni hubo más cambios que acercaran posiciones ni se intentaron apurar los tiempos para que Milei deje de entorpecer las negociaciones. Hace diez días se selló el compromiso tácito de convocar para esta semana y eso fue lo que ocurrió. En el aire, el clima que más se respira es el del hartazgo, el de las ganas de sacarse el trámite de encima y pasar a otra cosa.
Está la creencia de que, después de la ley Bases, ciertos sectores se van a “soltar” un poco más en su relación con Milei. Muchos no quieren negarle su primera legislación al presidente, por lo que el vínculo cambiaría luego. En líneas generales, se buscará analizar tema por tema, acompañando algunos, negando otros e impulsando unos más.
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La intención no es solo radical, sino del PRO. Después de la ley Bases, el macrismo quiere empezar a tomar distancia de La Libertad Avanza, algo que no le interesa a Patricia Bullrich. Tiene coincidencias en varios temas, por lo que las votaciones conjuntas en el Congreso seguirán existiendo aunque se empezarán a ver matices. Macri y Cristian Ritondo se conocen hace dos décadas y hablan y se ven seguido.
Los amarillos empezaron a ver, con más fuerza, una queja ciudadana por la falta de gestión, dado que resulta ser la más perjudicada por las impericias gubernamentales. Con el devenir del tiempo, el macrismo de Macri dejará en claro cuáles son las diferencias que mantiene con la Casa Rosada. No señalarán públicamente los errores, pero sí la mirada particular sobre algunos temas. Ambos espacios tienen coincidencias – muchas – en lo económico, pero no en otros planos.
Desde el PRO niegan que vaya a haber un co-gobierno con La Libertad Avanza. “No hubo nunca ni habrá”, se lanzó ante la posibilidad de que Mauricio, como presidente del partido, acerque algunas figuras con experiencia para resolver áreas que sufrieron varios traspiés en el último tiempo, como Capital Humano, Transporte o Educación.
Macri se mueve, además, entre aquellos dirigentes propios que no terminan de encontrar su identidad: amarillos o libertarios, no lo saben. Habla con ellos e intenta terminar de inclinar la cancha para uno u otro lado. Está convencido que, si el gobierno fracasa, muchos van a querer volver a su orígenes partidarios.
El principal escollo para el ex presidente es Karina, la hermana del jefe de Estado. Su figura está siendo cuestionada por entregar decisiones a las fuerzas divinas. Confía en las cartas de Tarot y las tira ante nombres de funcionarios para determinar su futuro. Esta semana le tocó a Sandra Pettovello y el resultado no fue bueno. Pesa, sin embargo, su función de sostén emocional de Javier.
Hacia adentro, el PRO está que arde. Los críticos de Mauricio, tanto por derecha como por el centro, consideran que el partido está al borde de la desaparición, ya sea porque se integra al gobierno o porque perderá toda la representación social. “Si (el espacio) se presenta hoy a elecciones, no llega a los dos dígitos”, lanzó una fuente amarilla de décadas.
A diferencia de sus comienzos, el PRO no recibe empresarios sino que ve salir ex funcionarios que eligen volver al mundo privado. “Mauricio se está quedando con una cáscara vacía”, se analizó. Muchos decidieron regresar a sus actividades, otros encontraron referencias en gobernadores. El panorama se vio tan dramático que se aventuró una victoria total de La Libertad Avanza – siempre en caso de tener éxito social – en las elecciones. El Cambiemos del 2015 pero en versión anarcocapitalista: Capital Federal, provincia y Nación.