Hebe de Bonafini, a 44 años de la primera ronda de las Madres de Plaza de Mayo: "Yo nunca me senté a llorar"

La titular de la asociación de Derechos Humanos habló en exclusiva con El Destape. El recuerdo y su admiración por Azucena Villaflor, cómo se enteró de la primera reunión y un mensaje conmovedor. Además, la actualidad: se vacunó, la crítica al Gobierno, su estallido contra el macrismo y el pedido sobre la bandera argentina.  

30 de abril, 2021 | 05.00

Hebe de Bonafini no se quiebra nunca. Ni cuando recuerda su lucha para encontrar a sus dos hijos desaparecidos, tampoco cuando habla de la primera ronda de hace exactamente 44 años de lo que luego serían las Madres de Plaza de Mayo ni cuando describe el miedo que sentía en ese entonces. "Yo nunca me senté a llorar, salí a la calle como una forajida", le dice a El Destape en una entrevista telefónica desde su casa en La Plata. 

Un 30 de abril de 1977, un grupo de catorce mujeres ("muchas dijeron que fuimos catorce, no sé, yo no las conté", dice Hebe) se juntó en Plaza de Mayo para reclamar por la aparición de sus hijos e hijas. 

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La hoy presidenta de Madres de Plaza de Mayo recuerda sobre ese primer encuentro: "No fue una marcha, al principio eran reuniones, éramos poquitas. Yo me enteré que se iban a juntar porque me lo contó la madre de un preso y fui ese sábado". Rememora su admiración por Azucena Villaflor, presente ese día. Y también por María Adela Gard. Y las describe en sus diferencias. 

"Las demás no hablábamos, las escuchábamos a ellas dos. Las imágenes de María Adela y Azucena eran muy fuertes para nosotras. Ellas eran tan diferentes pero tan firmes", dice Hebe, con un tono de voz llamativo en su expresión. Habla con mucho cariño de ambas. "María Adela era una señora muy compuesta, de clase alta, muy arreglada, que nos decia 'señoras, por favor, calma señoras'", se ríe al contarlo. Y relata a este portal la dureza de Villaflor: "Azucena era más llana. Nos decía 'compañeras'. No me la puedo borrar: estaba de mocasines, de pollerita ajustada, blusita manga corta, brazos fuertes, con mucha decisión cuando hablaba".

Ellas dos habían llevado una carta para que el resto de las madres la firmen y entregársela al dictador Jorge Rafael Videla para poder tener una entrevista con él y así reclamarle por la desaparición de sus hijos. 

"No pensábamos en nada: era para encontrarnos, para sacarlos de la tortura. Ni sabíamos que había campos de concentración. Le llamábamos comisarías, cuarteles, sin pensarlo, ni se nos pasaba por la cabeza. Queríamos encontrarlos", afirma Hebe a El Destape sobre ese día.

Empezaron a reunirse los sábados "pero no había nadie que nos viera". Entonces pasaron a reunirse los viernes. "Hasta que una madre dijo que era el día de las brujas". Y ahí quedó definitivo el día jueves de rondas y marchas. "Las que vivíamos lejos pedimos que sea temprano así llegábamos de día a nuestras casas. Y se decidió que se hicieran a las 15.30", repasa la referente de Derechos Humanos. "Ya en junio pasamos a ser muchas más, entre 300 y 400 madres", agrega. 

El 8 de febrero de 1977 Jorge Omar Bonafini, el hijo mayor de Hebe, fue secuestrado en La Plata y desaparecido. Allí comienza su lucha. "Yo nunca me senté a llorar, salí a la calle como una forajida, así todos los días. Así desde febrero hasta que me encontré con las madres", le dice a El Destape. El 6 de diciembre de ese año sucedió lo mismo con su segundo hijo, Raúl Alfredo, quien también permanece desaparecido. 

Hoy, 44 años después de esa primera ronda de los jueves de las Madres, Hebe deja un mensaje sobre su lucha, si valió la pena, sobre la militancia y la política. "Las luchas siempre valen la pena, sobre todo cuando vos no querés nada para vos. Cuando hay un interés, que querés un cargo político, creés que las luchas y la política son un cargo y te equivocás. La política es una forma de vivir. Y el que quiera hacer buena política no tiene que pedir nada para él. Siempre tiene que haber un motivo por qué luchar, para quién luchar y por quién dar todo lo que tenés". 

"Ya me vacuné con la rusa y si viene la cubana me vacuno de vuelta"

Hebe ya se vacunó. Tiene 92 años. Vive en La Plata. Le dieron las dos dosis de la Sputnik V. "Vino Putin a vacunarme pero nadie sabe", cuenta entre risas. Y, en broma, redobla la apuesta. "Cuando llegue la de los cubanos me voy a vacunar de vuelta, soy capaz de darme otra vacuna más". Habla de La Soberana, aquella solitaria vacuna de la Isla.

"Los chinos, los rusos y los cubanos nos dan las vacunas. Esta es la diferencia con los otros sátrapas: entregar todo, no tienen idea de lo que es la patria, por eso no hay que dejarles la bandera", afirma a El Destape la presidenta de Madres sobre Pfizer y le tira un palito a Estados Unidos. 

Ahí, arranca con un reclamo sobre un tema del que se habla poco: la apropiación de parte del macrismo y los libertarios de la bandera argentina. "Ahora nos agarró una parálisis y en todos los actos no aparece la bandera argentina. Hay que ponerla en la puerta de la casa y no sacarla, y estar orgullosos de nuestra bandera. Nosotros tenemos que reivindicar nuestra bandera, no dejárselas a ellos, por eso las Madres estamos haciendo un banderazo. No hay que dejarles la bandera a ellos. La bandera es un símbolo muy hermoso, un símbolo de amor, no de odio. Y ellos la usan para el odio. Hay que llenar de banderas el país". 

Reflexiona también sobre la importancia de la producción de la vacuna en Argentina y cómo salvará vidas a futuro. "En un momento de tanta desazón, de tanta muerte, tanta desesperación, hay que reconocer que hacer nosotros vacunas para ahora y para el futuro va a salvar muchas más vidas que las que están faltando ahora. Se van a salvar millones de vidas porque todas las vacunas salvan vidas. Porque la peste va a quedar: es como el sarampión, la polio y otras enfermedades. Los niños y los mayores se van a tener que vacunar siempre". Cierra la idea: "Tener la vacuna contra este bicho tan poderoso es parte de nuestra independencia". 

Por otra parte, critica al Gobierno de Alberto Fernández. "En algunas cosas es como los curas: 'haz lo que yo digo pero no lo que yo hago'. Nosotros no pudimos despedir a nuestra compañera Porota. Ni cuatro Madres aunque sea. No pudimos". Se refiere a Mercedes Colás de Meroño, quien falleció el 21 de abril. Vicepresidenta de Madres de Plaza de Mayo, su única hija, Alicia Meroño, había sido secuestrada y desaparecida por la dictadura el 5 de enero de 1978. 

Hebe sigue, enojada, con su vozarrón: "Y se fueron cien personas a Junín porque se murió un ministro. No hace lo que dice. No fueron pocos, fueron cien que se juntaron y que no les importó lo que dicen de que 'hay que quedarse en la casa' y 'no hay que salir'. Y a nadie dejaron ir a despedir. A algunas familias las dejaron a una cuadra del cementerio".

También castigó duro a la oposición, a la que pide llamar "enemigo". "A Patricia Bullrich, por salud mental, no la escucho. Me entero por lo que hablan después los medios, que le hacen el caldo gordo nombrándola todo el tiempo por lo que dijo", cierra.