La ficticia convivencia entre Mauricio Macri y Patricia Bullrich será difícil de mantener en el tiempo. Ninguna de las tribus se siente cómoda con la otra, pese a que se fingió un acuerdo para evitar las internas en el partido. El bullrichismo no comparte las estrategias y aspiraciones del ex presidente, en quien ven un intento claro de erosionar a Javier Milei. El macrismo cuestiona la gestión de la ministra al frente del PRO y se aleja de la idea del co-gobierno, acotando a sus partidarios a espacios testimoniales.
La entrevista de la vice Victoria Villarruel expuso las sospechas y teorías conspirativas en torno a una relación desgastada, como es la de los dirigentes del PRO, y otra relación desgastada, como es la de Milei y su compañera de fórmula. Las dos se entrelazan entre sí sobre un fino colchón de diferencia de origen: Bullrich quiere un co-gobierno y Macri apunta a una colaboración parlamentaria.
El macrismo apunta dos cualidades de Patricia: que es funcionaria y que no tiene base de representación. El bullrichismo esgrime otras características de Macri: que quiere desgastar al gobierno y que, pese a sus deseos, debería jubilarse de la política. Para llevarse bien, se llevan bastante mal.
Desde el entorno de Patricia Bullrich se apuntó directamente a Mauricio Macri por los dardos venenosos que lanzó Villarruel en la noche del jueves. La ministra y su equipo trabajan para que Javier Milei triunfe y tenga un buen gobierno, en línea con lo hecho hasta ahora que, consideran, es un “win”.
En ese potencial triunfo gubernamental, al que le apostaron fuerte, están contemplados el futuro del PRO y el retiro del ex presidente. “Se le pasó el tiempo”, dijo una figura amarilla sobre Macri. Para el bullrichismo, en estos momentos revolucionados, el poder no pasará por SU partido sino que se concentrará en la Casa Rosada, donde llegó la opción de derecha que supo representar - mejor que el macrismo - a distintos sectores de la sociedad.
De acuerdo a esta visión, si el presidente tiene éxito en su gestión, el PRO dejará de tener sentido. En 2023 perdió gran parte de su representación al quedar fuera del balotaje, muy lejos. Una buena performance mileista liquidaría al partido amarillo al convertir a La Libertad Avanza en la nueva referencia de la derecha. Con ese ocaso, Macri también quedaría en la historia.
Ahora bien, qué podría pasar si a Milei no le va bien, lo que es, sin dudas, una posibilidad. En primer lugar, no pareciera ser una opción incluida en los planes del bullrichismo pero, de suceder, tampoco esperan que Macri salga airoso. No sólo acompañó al gobierno en el balotaje del año pasado sino que tampoco logrará hacerse con bandera – una vez más – del “cambio”. Game over. “Es un tiempista al que se le pasó su tiempo”, dijo una voz autorizada del amarillismo extremo.
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En el primer escenario, el bullrichismo y parte del macrismo espantado pasarán a las filas del actual oficialismo, vaciando el partido que surgió de la crisis del 2001. En el segundo, la renovación dirigencial ganará terreno. En cualquier caso, para las dos posibilidades se necesita de paciencia.
Bullrich y Macri no rompieron porque no se puede destruir todo de un momento a otro. No se puede hacer de cuenta que los armados políticos, las alianzas y las bases electorales son como un apósito que debe ser arrancado de una para que duela menos. Por eso, la fusión con La Libertad Avanza, esperada por los seguidores de Patricia, será más adelante. Por eso, la jugada de Mauricio llevará su tiempo, el necesario para acumular poder.
Macri sabe esperar, es una de sus cualidades. No se enrosca con las internas, no se mete en las negociaciones más pequeñas. No apareció públicamente en el proceso que lo llevó nuevamente a la presidencia del PRO. Maneja otros tiempos y otras ansiedades. En el 2011 se bajó de una elección ejecutiva porque sabía que no podía ganarle a Cristina Kirchner y eso no le quitó el sueño. Cuatro años más tarde, ganó. ¿Apostará por el mismo proceso y resultado?
En el entorno del ex presidente minimizan, como si se tratara de una ficción, cualquier teoría conspirativa del bullrichismo. La respuesta es siempre la misma: Mauricio no quiere co-gobernar, quiere ayudar desde el Congreso.
El problema es que el séquito de Patricia no cree que quiera eso, sino extorsionar al gobierno, debilitarlo para hacerse del poder. Que lo necesiten ahora, que no lleguen fortalecidos al 2027, que no puedan reelegir, que la sociedad vuelva a mirar al PRO como el espacio predilecto para enfrentar al peronismo. Esto es lo que los macristas enamorados del mileísmo quieren impedir. Ellos quieren poner a los amarillos al servicio del Ejecutivo y buscarán que Mauricio no tenga éxito en sus intenciones.