La foto de Macri que busca fogonear la interna radical

El ex presidente estuvo junto al gobernador radical de Mendoza, que no tomó partido en la interna desatada por Facundo Manes. Su jefe político, Alfredo Cornejo, cuestionó el mensaje del diputado pero también la excesiva reprimenda.

07 de octubre, 2022 | 00.05

Mientras la mayoría optó por intentar hacer borrón y cuenta nueva, Mauricio Macri sumó un nuevo elemento a su disputa personal con el radicalismo y se sacó una foto que podría fogonear la interna en la UCR. El ex presidente se reunió con Rodolfo Suárez, el gobernador de Mendoza, hombre del senador Alfredo Cornejo, un día después de que Facundo Manes rechazara cualquier rumor sobre un posible rompimiento de Juntos por el Cambio.

Macri optó por no meterse de cabeza en la disputa con el diputado y se expresó mediante los apoyos que pudo cosechar dentro de su tribu. El primer gesto fuerte dentro de la pelea fue esta foto. El líder del PRO y el gobernador charlaron sobre la provincia y los “desafíos” que habrá que afrontar para garantizar “desarrollo” y el “trabajo”. Fue una charla distendida, no conversaron sobre ningún tópico en particular y el encuentro sirvió para saldar un café pendiente, algo que habían acordado en su última reunión. La relación entre ambos es buena pero no fluida. En Mendoza, Mauricio apoya la postulación del macrista Omar de Marchi y, hace unos meses, especuló con una interna junto al radicalismo, bajo el nombre de Cornejo.

Suárez es la continuidad del senador en la conducción mendocina. Por el mapa de relaciones, la reunión de Macri con el dirigente no apareció como alocada. Cornejo, el referente de Suárez, es el nombre más fuerte para, independientemente del orden, ir en una fórmula presidencial con Patricia Bullrich. La presidenta del PRO a nivel nacional comparte, ideológica y, posturalmente, una relación más estrecha con Mauricio que Horacio Rodríguez Larreta. De hecho, fue ella quien lideró una de las defensas más tajantes del hombre de la FIFA en la disputa con Manes y en el posterior desafío ensayado por el jefe de Gobierno el jueves.

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El gobernador de Mendoza no bajó ningún mensaje para posicionarse sobre la pelea con Manes y tampoco compartió, en redes sociales, el documento oficial de la UCR. En ese texto escrito por Gerardo Morales y acompañado por Martín Lousteau, el partido se desmarcó del neurocientífico y bregó por la permanencia en Juntos por el Cambio. El que sí se expresó fue Cornejo. Para el senador, los dichos del diputado no fueron acertados pero la reacción fue exagerada.

Cornejo y Morales no tienen una buena relación, pese a que el mendocino le cedió, en muy buenos términos, el bastón de mando del partido a fines del 2020. Respecto de la interna, el senador piensa que el jujeño se cree el único con autoridad para criticar a Macri y no es así. Incluso compartió los argumentos de Manes al hablar sobre la reprimenda desmedida. Para el ex gobernador de la provincia cuyana, muchos dirigentes de la oposición se tiraron dardos venenosos y jamás hubo una reacción semejante. Esto es compartido por el neurocientífico. Piensa que a nadie se le achacó la responsabilidad de una ruptura, ni siquiera a Elisa Carrió o al propio titular de la UCR, y que él se convirtió en una “molestia” para muchos al plantear reflexiones incómodas.

Si bien desde el radicalismo mendocino negaron cualquier vinculación entre la foto de Macri y Suárez y la interna nacional, a Mauricio no le quedaban muchas imágenes posibles con dirigentes de peso de la UCR. Con Morales, se lleva muy mal hace años, por lo tanto es complejo imaginar una instantánea entre ambos. Gustavo Valdés, gobernador de Corrientes, formó parte del pelotón que bancó al diputado nacional. El dirigente de Mendoza fue el que se mantuvo más al margen y su jefe político se mostró en contra del mensaje de Manes. Era la opción más potable.

En la novela también hubo un dato no menor. Se viralizó un audio de Macri que, en una reunión con el premio Nobel Mario Vargas Llosa, dijo que los argentinos "deben ser los más fracasados en los últimos 70 años". En esa intervención, volvió sobre su teoría de que la Argentina creó al populismo y lo exportó al mundo pero, a diferencia de lo que expuso en Brasil, esta vez no apuntó contra el radicalismo. En junio, sostuvo que había comenzado con Hipólito Yrigoyen pero, esta vez, el origen fue directamente el peronismo bajo las figuras de Juan y Eva Perón. Este guiño a la UCR fue días antes del escándalo protagonizado con Manes.

Justo en la semana que anunció la fecha de lanzamiento de su segundo libro, Macri fue el objeto de cuestionamientos diversos por parte de la oposición. Después de las turbulencias, Manes despejó las dudas y apuntó contra los que, supuestamente, lo quieren reprimir dentro de la alianza. Buscó dejar de encarnar el mal de Cambiemos para pasarle la pelota a los aliados. A esa seguidilla de dichos cruzados también se sumó Larreta, quien aseguró que “el apoyo importante es el de la gente”, no el dedo de la dirigencia. Esto fue después de que Mauricio dijera que él apoyará a quien represente el verdadero cambio.

Para Larreta, el cambio se puede enunciar pero también tiene que ser demostrado con acciones. Y en el PRO, el único que gobierna es él. En este caso, sería un valor. El sábado de las vallas en lo de Cristina Kirchner fue el motivo de la pelea amarilla: hablar fuera del poder no es lo mismo que hacerlo desde la responsabilidad de gestión. Gestión, donde Horacio se siente más cómodo. Para él y su equipo, es su fuerte. Por eso vuelve, una y otra vez, con los ejemplos porteños.

Bullrich salió a responder indirectamente a este planteo y la disputa por Macri pareció haberse trasladado de la UCR al PRO, una vez más. Ella fue la que dijo “todos somos Mauricio” cuando estalló el Manes – gate y ahora lo citó como una voz de autoridad: “Somos el cambio o no somos nada”. Justamente el factor que determinará el apoyo del ex presidente, según sus palabras, y justamente el factor que Patricia cree encarnar mejor, básicamente por su coraje.

La pelea por la firmeza no es nueva en el macrismo. Se evidenció con fuerza en la represión del 27 de agosto en la casa de CFK y Larreta volvió, el miércoles, sobre ese concepto que, un día más tarde, reflotó Bullrich. Desde Córdoba, el jefe de Gobierno cuestionó la firmeza basada únicamente en fomentar la grieta, en diferenciarse del otro, en este caso del kirchnerismo. Para él, “el grito, el insulto, el extremo no solucionan nada, más allá de poder conseguir un título en algún diario”. Por el contrario, el verdadero carácter debería ejercerse para cambiar la vida de la gente y no para sentar un posicionamiento opuesto al del Frente de Todos.

En ese planteo, Larreta y Manes se mostraron bastante parecidos. Ambos manifestaron querer encontrar una construcción alternativa a la de los polos extremos. Pero, más allá de no tener una buena relación, también evidenciaron una diferencia importante. Mientras el jefe de Gobierno está condicionado por Macri (de hecho, un día más tarde que el resto, cuestionó al diputado por sus dichos), el neurocientífico se siente con la libertad de poder decir lo que quiere, básicamente porque no responde al ex presidente.

Algo de esto es compartido por la dirigencia radical que se distanció del diputado en plena pelea. La palabra clave es “percepción” porque, para este sector, la oposición no debería aparecer atada a los ideales o figuras de la extrema derecha ni dejarse llevar por los dichos del bando más duro de Cambiemos, para no parecer encapsulados en esa dinámica de la confrontación por la confrontación. Si se extreman los mensajes, se genera más conflicto y la sociedad, siempre bajo este análisis, está cansada del conflicto por lo tanto, promoverlo, podría implicar la derrota.

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