A horas del inicio del debate por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, Juntos por el Cambio todavía no definió el sentido de los 116 votos que tiene en la Cámara de Diputados. Los más proclives a aceptar la responsabilidad histórica y política, el radicalismo y la Coalición Cívica, se volcarían hacia las abstenciones o las voluntades positivas y el PRO se transformó en la gran incógnita. Un espacio con cada vez menos lugar para las palomas por el copamiento del sector duro, algo que quedó explicitado el martes con la huida durante el discurso de Alberto Fernández ante la Asamblea Legislativa. El escándalo parlamentario terminó con una reunión macrista en la casa de Mauricio Macri, una charla con economistas y dirigentes blandos y duros para acercar posiciones. Con algunos condicionamientos, se planteó la posibilidad de evitar negativos mayoritarios, aunque también sigue sobre la mesa un eventual acorralamiento al oficialismo, algo que terminará de delinearse con los movimientos del kirchnerismo, la unidad del FdT y el conocimiento de la famosa y ansiada letra chica del pacto.
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La reunión en la quinta de Acassuso había sido craneada el fin de semana, un día antes de que legisladores PRO decidieran levantarse de sus bancas en el inicio de sesiones ordinarias. Mauricio ofició de anfitrión del encuentro que convocó a un núcleo reducido de dirigentes parlamentarios y partidarios. Estuvieron Patricia Bullrich como presidenta del PRO, el diputado Cristian Ritondo, como líder del espacio en la Cámara Baja, sus compañeros Federico Angelini, Gerardo Milman, Omar de Marchi, Álvaro González, María Eugenia Vidal, Diego Santilli y el jefe del bloque del Senado, Humberto Schiavoni. Como voceros económicos figuraron Luciano Laspina, Guido Sandleris y Hernán Lacunza.
Como línea general, el macrismo concluyó que es necesario evitar el default. Por eso, no se descartó la ausencia de una oleada de votos negativos y un posible vuelco hacia las ausencias o abstenciones. Sin embargo, todavía no está todo claro. Durante la charla se intentó determinar qué será peor y más costoso políticamente, si caer en la cesación de pagos en dos semanas o generar la "bomba de tiempo" para el próximo gobierno que, estiman, podría ser de ellos. En esa ecuación, se planteó la necesidad de no llegar al incumplimiento de los compromisos pero también la dificultad, para la gestión que siga en 2023, de afrontar la deuda y hacer reformas estructurales no contempladas en el memorándum que ingresará este jueves al Parlamento, según informaron fuentes de la Cámara Baja.
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Dentro de ese debate, se abrió otra arista. ¿Qué hará el kirchnerismo? En la reunión del martes se sostuvo, al menos desde el bando más duro, que el sector alineado con Cristina Kirchner se tiene que "hacer cargo" del nuevo acuerdo y de la situación económica actual. El temor es que CFK y sus legisladores no acompañen un pacto que, dentro de ese universo aún no creado, podría aprobarse gracias a los votos de la oposición. O sea, no quieren ser responsables de una sanción si el sector K no acompaña. De este modo, analizaron, evitarían una aparición futura, bajo el título de "salvadora", de la vicepresidenta.
Otra cuestión que se puso sobre la mesa fue el quórum. Si bien los más moderados estuvieron a favor de garantizar las mejores condiciones posibles para evitar el default y un hartazgo con la clase política, desde el ala más dura se aseguró que el PRO no bajará al recinto para habilitar el debate. Con esa estrategia, la responsabilidad de conseguir el número mágico de los 129 diputados será del oficialismo, con bancas propias y ajenas. En caso de que la UCR y la Coalición Cívica cooperen en la misión, tendrán que rendir cuentas ante el electorado de Juntos por el Cambio, dijo una fuente con conocimiento de lo charlado en la casa de Macri. "No van a conseguir los votos, tampoco van a conseguir el quórum", dijo, en ese sentido, Fernando Iglesias en TN.
En caso de que el FdT, sin el PRO, consiga el quórum necesario, el macrismo bajará a dar el debate en el recinto. Sus votos, vayan en uno u otro sentido, mirarán de reojo - casi de frente, en realidad - la actitud de Máximo y Cristina Kirchner. Todavía no se descartó la posibilidad de no acompañar en caso de que el oficialismo no consiga apoyar con sus 118 votos. En ese escenario, si la UCR y la CC facilitan la sanción, tendrán que explicar por qué le son "funcionales al kirchnerismo". Ante la actitud moderada, se destacó que, a fin de cuentas, los núcleos duros son los que ganan las internas.
En el Senado todavía la situación no está clara, con unos días más para pensar y ver la actitud de Diputados, aún no se descartó la posibilidad de que toda la oposición, o un sector, opte por la abstención o ausencia, lo que implicaría una posible sanción del proyecto sólo con quórum y votos positivos del oficialismo. En la Cámara Alta, las abstenciones no cuentan para el quórum, por ende serán necesarios 37 voluntades, ya sea a favor o en contra, para validar el resultado final.