Los dirigentes de Juntos por el Cambio aseguran que la alianza opositora está más firme que nunca y que, a un año de haber sido derrotados en las urnas, siguen unidos y no hay chance de una ruptura en un futuro al menos cercano. Sin embargo, analizan una renovación, un cambio de cara para marcar distancia con lo que fueron y encaminarse a lo que querrán ser. Varios interpretan que el nombre del espacio debería modificarse y otros, un paso más allá, dicen que “ya pasamos la etapa de los globitos”.
A nivel nacional, el PRO está en un proceso de reconstrucción porque durante la gestión sufrió la conjunción entre la gobernabilidad y la cuestión política interna. Gobernar implica hacer acuerdos y entablar negociaciones que a los propios muchas veces pueden no gustarles. Por eso, el partido decreció en representatividad durante esos años y hoy hay centenares de distritos sin militantes propios, mucho menos candidatos. Algo en lo que trabajan para el 2023. Ejemplo de esa tensión es la crítica que hizo Elisa Carrió, y que reveló El Destape, a Mauricio Macri por la coparticipación. La líder de la Coalición Cívica acusó al ex presidente de, por medio del entonces ministro del Interior Rogelio Frigerio, sacarle fondos a María Eugenia Vidal y perjudicarla en la provincia.
En ese trabajo de reconstrucción, la delgada línea entre el discurso duro dirigido al núcleo del PRO y la pretensión de aperturismo juega un rol fundamental. Si bien saben que Patricia Bullrich es clave en ese armado, critican su metodología del “tirapiedrismo” y acciones como la de disfrazarse de presa en Formosa. “Que hable del kirchnerismo y no del peronsimo”, dijo un dirigente del partido en la provincia de Buenos Aires que busca captar a desencantados con el Frente de Todos.
Más allá de esas tensiones, aseguran que Cambiemos hoy está ordenado. La lógica interna indica que el que gana el Ejecutivo tiene la conducción política y, en el caso bonaerense con la derrota de Vidal, la mesa pasó de rectangular a redonda, con una repartición más ecuánime del poder y una falta de cabecera. Aseguran que aprendieron lo que es la vocación del poder, que no se gana un partido de fútbol sino un juego político, se amigaron con los acuerdos pese a las internas y bregan por la unidad provincial.
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Los ejes de la campaña son cuatro: la seguridad, donde se muestran muy activos en territorio y redes sociales; la salud, por le miedo que genera la pandemia; la educación y las clases presenciales que calaron hondo en la sociedad; y la economía, con la inflación como eje central pero el contrapeso de haber tenido una mala gestión en ese aspecto durante la gestión de Cambiemos. En cuanto a la Justicia, entienden que es un tema a defender pero que le importa a pocos.
Esa campaña posiblemente estará signada por la virtualidad y menos recorridas por culpa del coronavirus. Un dirigente de la provincia dice que lo ideal sería salir lo más que se pueda, con fuerte acción en redes sociales, y que la estrategia del timbreo es buena porque se está cerca de la gente pero que el nombre ya pasó de moda. No es el único que plantea una lavada de cara. Otro de los armadores, ya a nivel nacional, también apunta a cambiarle, al menos, el nombre a la alianza política.
La pelea en Buenos Aires
El rol de María Eugenia Vidal es ordenador pero nadie sabe si se presentará o no. Algunos interpretan que lo mejor sería que lo haga para tener un rol en la política pública porque “la ausencia es letal” y otros sostienen que su poder se vería licuado en el Congreso de la Nación. En caso de postularse, todos irían detrás de ella pero, de no hacerlo, se liberarían ciertas tensiones vinculadas a la intención de participar y surgirían muchos candidatos. Más allá de los nombres, en la tercera sección electoral, de las más fuertes en el conurbano, buscarán cosechar 500 mil votos más que en 2019, abrirse y ser generosos con los que quieran integrar el espacio. Trabajar sin descuidar lo propio, dicen, con un discurso cuidado para no herir susceptibilidades.
Desde el PRO entienden que tanto en la Ciudad como en la provincia de Buenos Aires hay una estructura partidaria fuerte que hará que cualquier candidato consiga una base del 30% de los votos. Sin embargo, analizan que si se presentara Vidal – que hoy por hoy pareciera no tener ganas porque la pasó muy mal tras la derrota de 2019 – o Diego Santilli, el vicejefe de Gobierno que mide bien en territorio bonaerense, podrían llegar mínimamente al 35%.
Para reforzar, la intención es lograr captar y atraer a los peronistas desencantados con el Frente de Todos. En el armado bonaerense habrá nombres de ex intendentes y ex ministros que buscarán continuar su carrera política y uno de los casi confirmados es Adrián Urreli, candidato de Néstor Grindetti para encabezar la lista a diputados provinciales por la tercera sección electoral para renovar su banca en la legislatura, donde hoy ocupa la vicepresidencia.
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Hasta el momento, Rogelio Frigerio tendría la intención de ser candidato en Entre Ríos pero el nombre de Emilio Monzó aparece como una piedra en el camino de las pretensiones bonaerenses. Con Vidal “se saludan” pero nada más y todavía no hay certeza sobre cómo jugará. Lo que tienen en claro es que, si va por fuera, le robará votos a Juntos por el Cambio. Precisamente los votos de cierto peronismo que podría estar desencantado con otros frentes.
Además, otro grupo surgió esta semana para disputar poder. Se trata de La Territorial, un espacio conformado por ex candidatos a intendentes que perdieron elecciones y le pusieron nombre a esta línea interna para volver a presentarse en las próximas elecciones ejecutivas en sus distritos. El grupo Dorrego no está feliz con esa ramificación porque aseguran que no es momento de divisiones. En este espacio están Néstor Grindetti, Jorge Macri, Julio Garro y Diego Valenzuela.
Desde La Territorial aseguran que el armado “no es contra nadie, el grupo Dorrego son los intendentes actuales y se busca complementar”, ampliar. De todos modos, querrán, al menos por ahora, meterse en el armado de las listas porque hoy no hay nadie que las defina y buscarán ir a internas con los candidatos que pongan los jefes comunales que sobrevivieron a la derrota del 2019. En cuanto a postulantes para la gobernación, de momento no impulsarán propios sino que acompañarán al que mida más.
El grupo está integrado por más de 20 dirigentes del conurbano entre los que se encuentran el diputado provincial, Alex Campbell, el ex ministro de Educación, Alejandro Finocchiaro, el ex intendente de Quilmes, Martiniano Molina, uno de los armadores de Larreta, Lucas Delfino, el ex ministro de Desarrollo Social de Vidal, Santiago López Medrano, el titular del Consejo Deliberante de Tigre, Segundo Cernadas. También se encuentran Leandro Costa (Escobar), Agustina Ciarletta (San Fernando), Gastón Di Castelnuovo (Ituzaingó), Gabriel Mercuri (Lomas de Zamora), Evert Van Tooren (Esteban Echeverría), Rita Salaverry (Lujan), Guido Giana (Presidente Perón), Pablo Alaniz (Florencia Varela), Rubén Barabani (Ezeiza) y Santiago Mac Goey (Cañuelas).