Sebastián García de Luca, funcionario clave e integrante de la mesa chica de Patricia Bullrich, renunció a su cargo en el Ministerio de Seguridad en plena escalada de la guerra entre los gobernadores y Javier Milei. Era el secretario de Articulación Federal y su rol era trabajar en constante diálogo con los mandatarios. El alineamiento de Bullrich con Milei en contra de los mandatarios por el recorte de fondos fue el detonante de una decisión madurada desde hace días. Por estas horas analiza incorporarse al equipo del gobernador Rogelio frigerio, con quien tiene un muy buen vínculo político y junto a él trabajó en la gestión de Cambiemos.
Ayer, El Destape contó que entre las firmas que acompañaban el documento que impulsó la funcionaria para respaldar al Gobierno no estaba la de De Luca, referenciado en Emilio Monzó aunque alejado del diputado en el último tiempo desde que optó por quedarse en la mesa chica de Bullrich tras ser uno de sus armadores nacionales de su candidatura a presidenta. No firmar fue un gesto de discrepancia política con el perfil que adoptó en el último tiempo la funcionaria.
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De Luca se lo hizo saber ayer a Bullrich en una reunión de su mesa política, en la que también se sientan el legislador porteño Juan Pablo Arenaza y el diputado nacional Damián Arabia. De acuerdo a lo que supo El Destape, allí expresó su desacuerdo con la lógica confrontativa que impulsa Milei (a la que Bullrich adhiere) y que cree que el camino que debe transitar la gestión tiene que ser en acuerdo con los gobernadores para darle sustentabilidad al Gobierno.
Hoy lo hizo público a través de la red social X: "Un placer acompañarte hasta acá @patobullrich. Gracias por tu confianza. Sos una gran dirigente y mejor persona". En otra parte de ese breve comunicado dio a entender la razón de su alejamiento. "Sigo convencido del cambio que necesita nuestro país, con responsabilidad, respeto y federalismo", sumó.
Desde el sábado Bullrich juntó casi 150 firmas de integrantes del PRO y dirigentes aliados que acompañaron el documento con el se criticó la "resistencia" planteada por los gobernadores patagónicos que amenazaron con no entregar petróleo y gas en represalia a la retención a Chubut de 13.500 millones de pesos de coparticipación. De Luca prefirió no formar parte de ese listado y desde el fin de semana maduró en su cabeza la idea de dar un paso al costado que terminó de definir ayer por la tarde.
De Luca confiaba en un proceso de apertura del Gobierno que incorpore a figuras del PRO, pero también de otros partidos, para dar sustento político e institucionalización. Pero la postura de Karina Milei, Santiago Caputo y Nicolás Posse es seguir con un ajuste que comunicacionalmente dibujan en su pelea contra "la casta".
El oriundo de Chivilcoy fue ganando la confianza de Bullrich a lo largo de la campaña presidencial pasada. De origen peronista, nunca fue parte del PRO aunque estuvo ligado a ese partido por formar parte del gobierno de Cambiemos, especialmente a la gestión de Rogelio Frigerio en el MInisterio de Interior. Por esos años en los que recorrió los pasillos de Casa Rosada conoció a Bullrich, pero llegó al bullrichismo recién el año pasado por el acercamiento de Monzó con la por entonces candidata a Presidenta. Hasta las generales, la tarea de este armador peronista era tejer alianzas en la provincia de Buenos Aires, pero superada la interna Bullrich le encargó la misma tarea pero a nivel nacional. Tras un acuerdo a título personal, Bullrich desembarcó en el Gabinete y se trajo con ella a De Luca.
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El estilo de De Luca no congeniaba con las formas de Milei, de un estilo cerrado, improvisado y desconfiado. El ataque de la semana pasada al gobernador de Chubut, Ignacio Torres, exhibió una vez más que la intención de la Casa Rosada de dejar de lado los acuerdos necesarios para llevar a cabo las reformas que pretende. Prioriza el conflicto por encima del diálogo.
Justamente el diálogo es la principal aptitud que Bullrich destacó de este funcionario para tender puentes con dirigentes con los que ella por su estilo extremo no iba a poder tener vínculo. Ambos se complementaban. El estilo "halcón" de Bullrich no fue un impedimento para De Luca, quien aceptó trabajar con ella seducido por su estilo de ir al frente sin titubear.
A casi tres meses de comenzado el gobierno de La Libertad Avanza, Bullrich decidió ir a fondo con Milei y está convencida de la lógica que el Presidente imprime en sus decisiones. "Lo banca fuerte a Milei, incluso en privado, y se enoja con quien no lo hace", deslizaron desde su entorno en diálogo con El Destape.
La última foto pública de Bullrich y De Luca fue hace dos semanas, cuando por la oficina de Bullrich pasaron Torres y Frigerio. En plena quita de fondos para el transporte y la educación, los mandatarios y la ministra buscaron mostrar coordinación política y una metodología de trabajo en torno a la seguridad para mostrar gestión conjunta. Fue una foto de distensión que duró poco.