Después del show trash en Madrid, Javier Milei prepara otro viaje a San Francisco, EE.UU. Dice que va en condición de “segundo líder global” a tentar inversiones de Silicon Valley. Según el informe del jefe de Gabinete, Nicolás Posse, la gira promocional personal de Milei ya insumió 140 mil dólares, cifra con gusto a poco, si se considera que en cada viaje la comitiva no bajó de los 15 invitados.
Pero más allá del detalle, Milei gasta en autopromoción dólares que el país no tiene. Y que el ministro Luis Caputo busca con desesperación, entre otras cosas, recortando programas con financiamiento de organismos multilaterales para “transferir” esos dólares al tesoro exhausto.
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Existe otra razón para la creatividad a la gorra del ministro: su plan de timba y fuga necesita dólares. Pero el campo no los entrega. La liquidación de la cosecha está en mínimos históricos.
Operadores de mercado creen que el gobierno bajó las tasas para que suban los paralelos y empujar el “dólar blend” que cobran los productores (80% oficial-20 CCL). Según la bolsa de Rosario, hoy ese dólar está $930,53. Mas o menos lo mismo que el último dólar soja de Sergio Massa, pero con costos más altos y menos brecha, lo que limita el incentivo.
¿Sólo eso explica por qué el dólar está subiendo? Tanto Milei como Caputo se pasaron la semana pasada vociferando que no iban a devaluar. El énfasis recordó al ex ministro de economía Lorenzo Sigaut, quien quedó posterizado por una frase: “El que apuesta al dólar pierde”. Y tras esa afirmación, metió bruta devaluación.
Desde entonces, quienes oyen a un ministro decir que no va a devaluar escuchan exactamente lo opuesto. De modo que cada sector hace cuentas y presiona por su propio dólar: el “campo” quiere 1200 pesos. Fondos extranjeros exigen 2000 para empezar a hablar de inversores.
En el sistema de poder y negocios ya nadie duda de que habrá devaluación. La duda es de cuánto.
Vale recordarlo: cada devaluación implica un fogonazo inflacionario con transferencia de ingresos de los asalariados al capital.
Parece una eternidad, pero el Gobierno ya lo hizo hace 5 meses, cuando asumió. Las consecuencias de ese saqueo al bolsillo hoy se expande por las calles de Misiones, Mar del Plata, Córdoba y Jujuy.
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Como les ocurre a los mandatarios, Milei debe decidir entre la presión de la élite que le exige mejores condiciones de negocios o las mayorías populares, que ya no dan más. Ante esa disyuntiva, Milei eligió mostrarse lejos de los problemas mundanos y se zambulló en un egotrip que el jueves incluirá un show musical en el mítico Luna Park.
Delirios de un presidente que, cada día que pasa, aparece más desconectado de la realidad que debe administrar.