Dentro de un año, días más, días menos, estaremos discutiendo el saldo político del cierre de listas previo a las elecciones de medio término. Todavía no se sabe cuál será la modalidad del acto electoral, ni si habrá alguna instancia previa a las generales, porque están tomando impulso en el Congreso varias leyes de reforma que, entre otras cosas, pueden establecer el sistema de boleta única o eliminar las PASO. No obstante, al interior de las principales fuerzas se anticipó la puja de cara a 2025. A miles de años luz de la crisis que no llega a estallar pero se siente en la calle, la dirigencia vive en estado de interna permanente. El riesgo es que al final del camino los ganadores no tengan más que escombros sobre los que gobernar.
Cuando no está de viaje acompañando a su hermano a recibir premios imaginarios, Karina Milei dedica su tiempo al armado de un partido político que funcione como herramienta electoral del oficialismo. El año pasado se tercerizó el andamiaje institucional en cada distrito, con un alto costo en términos tanto económicos como de lugares en las listas, cuya confección la secretaria general de presidencia pretenderá monopolizar esta vez. Para esa tarea cuenta con dos socios: Martín y Lule Menem. El empoderamiento de los dos primos genera recelos en la tercera pata de la mesa chica, el asesor Santiago Caputo, a quien le atribuyen la sospecha de que los Menem sólo trabajan para sí mismos y no para el equipo.
En las últimas horas, por primera vez, comenzó a circular por algunos canales difusos la versión de una renuncia de Caputo, rápidamente desmentida. Fue un mensaje para entendidos: en general es él quien hace correr rumores de salida de los funcionarios a los que pretende desplazar. La sutileza no es el punto fuerte de Karina y los Menem, que van dejando un tendal de heridos por el camino. La mano de obra desocupada de los espacios políticos en los que se recostó LLA en 2023 y ahora planea dejar de lado trabaja por su propia supervivencia. La idea de una confederación de sellos de goma que salga a comerle votos al oficialismo en todo el país tiene varios interesados, un armador, Oscar Zago, y está buscando sponsors.
Aunque Javier Milei prometa que el Congreso que surgirá de las próximas elecciones le permitirá avanzar sin resistencia con las reformas que fueron rechazadas en el trámite de la ley de bases gracias al apoyo masivo de la población al gobierno en las urnas, ese es un escenario aritméticamente imposible. Un objetivo más realista puede ser la consolidación de un tercio en cada cámara que sirva para empoderar su veto y espantar el fantasma de un juicio político. Aunque LLA va a engrosar seguramente su representación en ambas cámaras, lo más probable es que lo haga sobre todo a costa de quienes hasta ahora se prestaron como aliados, que corren un riesgo importante de ver diluida su representación.
Para Mauricio Macri es una cuestión existencial. El PRO partido que él fundó y soñó como su legado, el gran partido neoliberal argentino del siglo XXI, llamado a refundar el sistema político, está a un solo paso en falso más de irse al cielo (o el círculo del infierno) de los terceros partidos. Retomar la conducción fue el primer paso que dio Macri para evitar ese destino. Pronto ejecutará el segundo, la purga, para marginar a los dirigentes que no reconocen su liderazgo. Confía en que Horacio Rodríguez Larreta dejará por su cuenta y sin hacer escándalo el partido cuando llegue el momento. La salida de Patricia Bullrich está siendo más traumática. El exsecretario de Seguridad, Vicente Ventura Barreiro, puede dar cuenta de ellos.
Macri apuesta a desembarcar pronto en Capital Humano para cubrir el hueco que dejó la salida de Pablo De La Torre, que tuvo características similares a la de Ventura Barreiro. El propio gabinete se convierte en terreno de batalla de la interna del PRO. Hay quienes ven la sombra del expresidente también en la pelea entre el ministro de Economía, Luis Caputo, y el asesor Federico Sturzenegger. También el Congreso, donde macristas y bullrichistas tensan la convivencia interna de los bloques legislativos. El expresidente ya avisó que después de acompañar la ley de bases buscará diferenciarse: apuesta a correr al gobierno por derecha con proyectos con adn amarillo, como la ley de ficha limpia.
Hablando del Congreso y de internas: todo indica que este jueves los diputados radicales volverán a dividir sus votos cuando se trate la ley de bases. La multiplicación de caciques atenta contra el funcionamiento orgánico del partido. Martín Lousteau, Rodrigo De Loredo, Facundo Manes, Gustavo Valdés, Maximilano Pullaro, Alfredo Cornejo y hasta Maximiliano Abad juegan sus fichas, todos pensando en 2025 y más allá. Se dobla pero, por ahora, no se rompe, y espera por Rodríguez Larreta soñando con una nueva entente de centro. Mientras tanto, Luis Petri intenta replicar el modelo Bullrich para armar el ala radical del oficialismo. Sus coreografías no han logrado conmover hasta aquí el corazón de los correligionarios.
El peronismo, en tanto, opera con las internas de fin de año en el horizonte. Por ahora alcanza esa promesa lejana de orden para mantener, casi sin fisuras, la cohesión de los bloques legislativos y poco más. Axel Kicillof por momentos da la sensación de que recorre el camino del candidato a su pesar, cosa que deberá corregir más temprano que tarde. Aún así, le alcanza para destacarse en la llanura y dar muestras de autoridad, como sucederá el 1 de julio, cuando se conmemoren los 50 años de la muerte de Juan Domingo Perón en su quinta de San Vicente. Allí Kicillof será el orador principal de un acto del que participarán otros gobernadores, jefes sindicales, intendentes, senadores y diputados.