El Mercado no tiene vocación de sustituir al Estado en sus funciones esenciales, sino sólo de apropiarse de su rol en la asignación de recursos para distribuirlos asimétricamente y engrosar las ganancias de quienes son dueños y gobiernan esa “entelequia” a la que el discurso libertario ha elevado al rango de “divinidad” y a cuyo servicio se ofrece sacrificialmente a la mayor parte de la población, que pareciera no integrar el selecto grupo de la “gente de bien”.
El tobogán libertario
En siete meses de gobierno hay más ausencias que presencias, tanto en dones que se anunciaban de rápido arribo como en respuestas concretas a necesidades impostergables de todo tipo.
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La “V” que simbolizaba la augurada recuperación económica, primero inmediata y luego proyectada para el segundo semestre de 2024, no muestra atisbo alguno de hacerse realidad. Hasta el mismo FMI que calculaba una caída de -2,3 del PBI para este año, ahora la estima en no menos de -3,5%. Quizás consista en un problema gramatical, pues no se trataría de una “V” sino de una “B”, que representaría una caída constante y serial acorde con lo que históricamente ha ocurrido con las “mismas recetas de siempre” ejecutadas por “los mismos de siempre” al servicio de todo interés que se contraponga con los de la Nación y de su Pueblo.
Algo similar se registra con los funcionarios de este gobierno, que han alcanzado un récord sin precedentes en cuanto a estabilidad en sus cargos, verificándose más de 53 que no han llegado a cumplir un mes desde su nombramiento y con algunos que han permanecido apenas días u horas desde su designación al frente de responsabilidades de todo tipo (asesores, consejeros, directores, subsecretarios, secretarios).
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La entrega no se detiene, las inversiones no llegan, los planes ausentes
Ninguna promesa cumplida: dolarización, canasta de monedas … te las deben; desaparición del Banco Central (BCRA) exhibida como una de las llaves para la “libertad” económica, tampoco y, para colmo, utilizado hoy en forma poco clara, transfiriendo sus deudas al Tesoro, regulando espasmódicamente el Mercado cambiario y bancario, llevando furtivamente fuera del país parte de nuestras reservas en oro sin explicación de su sentido (comprometiéndolas en garantía de nuevos empréstitos y exponiéndolas a embargos de Fondos Buitres).
Está cada vez más claro, que Milei y su Partido (LLA) carecían de un Plan de Gobierno y menos todavía de un Plan de Estabilización de la Economía, como lo demuestra el haber venido tomando prestado de diversas fuentes -con terminales coyunturales en lo que fuera Juntos por el Cambio y, estructurales, en las grandes Corporaciones- tanto los Programas que se implementan o proponen como los funcionarios y “estrategas” a los que se les confían esas tareas.
Mientras se hace gala de un mentiroso “déficit cero” y otra falaz “emisión cero” apalancadas por los ajustes feroces en jubilaciones y pensiones, supresión de la obra pública (con sus nocivos efectos en términos de recesión, cierres de Pymes, desocupación y provisión de servicios e infraestructura a la comunidad); la pobreza ronda el 60% y la indigencia el 20% marcando una pendiente abrupta hacia la miseria; el desempleo formal es de dos dígitos, la subocupación (quienes buscan una segunda fuente de ingresos porque no les alcanza con el trabajo que poseen) crece día a día y la informalidad se agiganta con un pronóstico de incrementarse aún más impulsada por las flexibilizaciones y facilidades para el fraude laboral que proporciona el Capítulo laboral de la Ley Bases.
Todo un estilo patronal vetusto
El trato que el presidente Milei dispensa a sus funcionarios y colaboradores es propio de “patrones de estancia” del siglo XIX, lo que explica también su nostalgia por esa remota época que nos propone como futuro.
Similar es la forma en que se conduce no sólo con los reales opositores, sino con los cercanos a sus ideas o solícitos acompañantes en cuanto se atreven a poner en duda alguna iniciativa de gobierno o cuestionar sus pronósticos de fantasiosas bienaventuranzas frente a fracasos ostensibles.
Contrastar su comportamiento cotidiano con sus proclamas en favor de las libertades (la de expresión y pensamiento también se cuentan entre ellas) y su declamado pluralismo dialoguista para alcanzar consensos, es útil para advertir el nivel de hipocresía que subyace a su discurso. Cercanas en el tiempo, son un ejemplo sus palabras en ocasión de firmarse el Pacto de Mayo: “No miramos para atrás, no mantenemos rencores. Creemos que lo único que tiene que hacer la política es discutir ideas y llevar esas ideas a la realidad. No impugnar al adversario por cuestiones personales, perseguirlo por pensar distinto, ni vivir en una Inquisición permanente.”
Estilo que exhibe en todos los ámbitos, adicionando una falta de tino, elemental prudencia e indispensable apego a principios constitucionales, como se viera con lo ocurrido por los festejos que los integrantes del seleccionado argentino de fútbol hicieran al ganar la Copa América, entonando una canción xenófoba, racista y abiertamente discriminatoria.
Por un lado, la actitud de Enzo Fernández pidiendo disculpas y Julio Garro (efímero Subsecretario de Deportes de la Nación) exigiendo lo mismo de Messi y la AFA, y por el otro, Javier Milei respaldando a Fernández no en su pedido de disculpas sino en la filmación y difusión de ese vergonzoso video, a la par de eyectar a Garro de su cargo en el Gobierno.
Luego, Karina Milei -no se sabe en qué carácter- pidiéndole disculpas al embajador de Francia, no por lo de la Selección y lo de su hermano, sino por las declaraciones de la Vicepresidenta Victoria Villarruel, que señalara los antecedentes colonialistas y la hipocresía francesa por los reproches a esos cánticos futboleros, reivindicando -desde su peculiar perspectiva- la soberanía nacional; aprovechando de paso Karina (“El Jefe”), para conseguir una invitación a los Juegos Olímpicos (sólo había dos para Argentina, una para el presidente y otra para nuestro embajador en París).
Y si de gesticulaciones patronales se trata, a la “insolente” actitud del mochilero Teddy Karagozian (el industrial textil impulsor de la “mochila argentina” para apropiarse del patrimonio de las y los asalariados), que tuvo el atrevimiento de decir lo que está a la vista sobre la caída en “depresión” de la recesión imperante, una “perlita” ha sido la postura empresaria en el Consejo del Salario.
La oferta de aumentar el SMVyM de $ 234.315 (a mayo 2024) en $ 10.685 en julio, $ 8.000 en agosto, $ 6.000 en septiembre y $ 5.000 en octubre cuando totalizaría la suma de $ 264.000, es vergonzosa. Máxime, cuando se advierten ganancias extraordinarias (que promedian el 40% y llegan hasta el 80%) en los grupos que lideran ese sector en el Consejo, a pesar de verificarse una disminución fuerte en las ventas (de bienes y/o servicios) y una similar retracción de la producción (y correlativo uso de la capacidad instalada). O sea, que “la torta” se achicó pero “las porciones” de ese conglomerado de empresas se agrandó, lo que sólo se explica por una mayor productividad con baja salarial, aumento desmesurado de precios y especulaciones financieras atadas a la devaluación.
En definitiva, fieles a una regla cuasi religiosa del Mercado (“la caridad bien entendida comienza por casa”), en un contexto de depresión los más ricos se aseguraron una mayor transferencia de ingresos desde los sectores medios y bajos que se empobrecieron.
Todo en consonancia con el pensamiento del primer mandatario, quien muy suelto de cuerpo dijo -unos días atrás- en Brasil, al participar de la 5° edición de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), que: “Cuantas más leyes tiene un país, menos justo es, sobre todo si se trata de leyes que ponen en cuestionamiento los pilares de nuestra sociedad y de nuestro derecho constitucional, que son la defensa de la vida, la libertad y la propiedad, o nuestra versión aquí: Dios, patria y familia”.
Una crueldad visceral e impúdica
Si la inclinación por el cultivo de trolls podía llevar a considerar a Marcos Peña como un “granjero”, la tendencia a sobredimensionar esos sembradíos impone catalogar a Milei de “estanciero latifundista”. Sus huestes trabajan sin descanso en las redes sociales, marcando agenda y también a las personas que deben ser sujetos de todo tipo de acoso u hostigamientos, sin reparo alguno por las falsedades ni los perjuicios comprendidos en sus acciones, al contrario, demostrando -como el vocero presidencial- un regodeo inescrupuloso.
Tan expandida está esa tendencia, que hasta altos funcionarios hacen caso omiso de la crueldad que representan sus declaraciones exhibiendo una suerte de ostentación impúdica dirigida a los más vulnerabilizados, como lo refleja claramente el Secretario de Seguridad porteño, Diego Kravetz, que afirmó: “si te tocan la puerta pidiendo comida no les des, no le vas a solucionar la vida”, refiriéndose a las personas en situación de calle.
No hay duda que no se les solucionará la vida, aunque tampoco que consistiría en un acto mínimamente solidario para matar el hambre contingente y ayudar a que no mueran de frío como, literalmente, ya ocurrió con cinco personas indigentes en la ciudad más opulenta de la Argentina en este invierno sometido a una ola polar sin precedentes.
Vale la pena atender a la respuesta que le dio Jaquelina Infante, quien fue cartonera durante años y hoy es promotora ambiental de la cooperativa El Álamo: “El señor Kravetz no tiene ni idea de lo que pasa por la cabeza de un cartonero-reciclador, ni por la cabeza de una persona que vive en situación de calle. No puede ni imaginarlo, dado que jamás le tocó vivir una vida como la nuestra, dónde elegimos pelear para salir adelante todos los días. (…) Me gustaría aclararle al señor Kravetz que la gente en situación de calle no es feliz estando en ese lugar. Esa gente que él piensa que es distinta al resto de los ciudadanos, son ciudadanos igual que él, igual que yo, igual que todos. Solo que están en un país donde el sector más pobre es vulnerado, maltratado y discriminado. Las personas en situación de calle no solo pasan hambre, frío, calor, sino que también sufren el maltrato y la discriminación de los funcionarios que se supone que los tienen que ayudar o mínimamente cuidar.”
Obviamente, esas personas no son consideradas por los libertarios -advenedizos y conversos- como “emprendedores” ni “meritocráticos”, denominaciones reservadas para la “gente de bien” que amasan fortunas como Marcos Galperin y luego emigran para no pagar impuestos en el país de nacimiento donde generan sus ganancias y contaron con un Estado que lo subsidió en sus inicios de emprendedor.
En total sintonía se anuncian proyectos legislativos dirigidos a bajar a 13 años la edad de imputabilidad penal, porque a los pobres que no mueren de hambre o de frío cuanto menos hay que encerrarlos lo antes posible. Alejandro Slokar (juez de la Cámara Federal de Casación Penal), en recientes declaraciones se refirió a estas propuestas, señalando: lo “que se evidencia es una regresión enorme en materia de Derechos Humanos. (…) De todos los delitos cometidos por los menores de edad, la tasa de homicidio representa el 0,7 por ciento. Mientras tanto, los estudios que son serios de entidades que son representativas indican que los adolescentes privados de libertad forman parte del sector más vulnerado de la sociedad (…) El 28 por ciento vivió en la calle y el 78 por ciento tuvo dificultades para asistir a la escuela. Entonces, cuando ves el desamparo, la deuda enorme que tiene el Estado con los niños, creo que estamos frente a un escenario espantoso”.
Negacionismo, mesianismo y esoterismo
En el desfile militar organizado para el 9 de julio pasado, marcharon junto a veteranos de la guerra de Malvinas miembros de las Fuerzas Armadas vinculados a delitos de lesa humanidad y por crímenes (torturas) de los que fueron víctimas soldados argentinos en las Islas.
Una semana después cinco diputados de La Libertad Avanza (LLA) se reunieron con genocidas, entre los más renombrados y con varias condenas a prisión perpetua por crímenes execrables, a los que reivindican como “héroes” en la lucha contra el marxismo internacional y pretenden dejar en libertad. Consustanciados, evidentemente, con la visión anacrónica de Milei que se expone como líder del “mundo libre” y batallador contra el “comunismo”, apelando a un lenguaje propio de la “guerra fría” en un contexto geopolítico que no guarda ninguna relación y del que denota una total ignorancia.
La prensa amarillista se recrea con el drama de la desaparición de Loan, un niño correntino de 5 años, eludiendo cualquier análisis crítico del desmantelamiento que desde el Estado se viene llevando a cabo de todas las estructuras y organismos tutelares de las infancias como de las violencias o abusos intrafamiliares, al igual que ocurre en materia de trata de personas. En la provincia de Corrientes, por su parte, la ciudadanía sin distinciones partidarias se moviliza con severas críticas a la conducción y corrupción política cuya responsabilidad en ese caso es indelegable, reclamando: “con vida lo llevaron, con vida lo queremos …”; lo que nos retrotrae, inmediatamente, al reclamo de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo hasta fines de los años 80’ cuando ya se advertía irreversible la situación de quienes fueran víctimas de desapariciones forzosas durante la dictadura del 76’.
La noche/madrugada en que se firmara el Pacto de Mayo, un horario por cierto peculiar con reminiscencias esotéricas, que dicen ligadas a referencias de constelaciones proveedoras de buenos augurios y fuerzas espectrales del cielo, el rojo sangre de Karina Milei destacando entre la vestimenta oscura impuesta a los demás asistentes y otras menudencias cabalísticas mezcladas con religiosidades variopintas con recurrentes invocaciones al rey Salomón en sintonía con los sectores más ortodoxos, reaccionarios y fanáticos del judaísmo, forman parte de la actual escena nacional.
Difícil entonces no evocar otros tiempos cargados de esoterismo, con un siniestro personaje (López Rega) que alcanza su máximo poder luego de la muerte de Perón y fundador en la Capital Federal de la “Triple A” (Alianza Anticomunista Argentina), organización terrorista parapolicial conformada por miembros de las fuerzas de seguridad y agentes de inteligencia que, luego del golpe de 1976, se integraran a la estructura del Estado genocida junto a los miembros de las Fuerzas Armadas y consolidaran el terrorismo de Estado. Al igual que ocurriera con el “Comando Libertadores de América” en Córdoba, que se incorpora al aparato terrorista del Tercer Cuerpo de Ejército a las órdenes del genocida Luciano Benjamín Menéndez.
Pensar que cualquier parecido con lo ocurrido en las páginas más oscuras de nuestra historia reciente es pura coincidencia, es pecar de mucha ingenuidad o de demasiada indiferencia y, en ambos casos, marca un camino hacia un abismo siniestro que como sociedad podemos cimentar o evitar. La responsabilidad, como siempre, es individual pero también y fundamentalmente colectiva.