Si bien Javier Milei todavía mantiene un porcentaje considerable de apoyos, ese respaldo se basa principalmente en la expectativa de quienes lo votaron y que aún piensan que la situación puede mejorar. Pero en el detalle de cada área de gestión, muchos consultados ya manifiestan una opinión negativa sobre la administración de Milei, quien se jactó el viernes en Llao Llao de llevar adelante el ajuste más grande la historia de la humanidad. En rubros como jubilaciones, educación y salud las respuestas negativas exceden por bastante a las positivas. En esta última área, la sanitaria, el Gobierno sintió el impacto de lo sucedido con los aumentos exorbitantes de las empresas de medicina prepagas. Al recibir datos del enojo, principalmente gente de clase media, probables votantes suyos en el balotaje, Milei ordenó la marcha atrás y que los cañones de los medios oficialistas apuntaran a los empresarios, supuestos héroes del libremercado. La crisis de la educación pública podría ocasionarle un efecto parecido.
La sociedad se divide en mitades en cuanto al apoyo y rechazo a la gestión libertaria. Según la encuestadora que se trate, puede haber algún punto más para un lado o para el otro, pero está en el orden del 50 y 50. La percepción cambia cuando se consulta por las políticas públicas, con recortes que afectan a todos los sectores. La consultora Opina Argentina, que dirige Facundo Nejamkis, está cerrando este fin de semana su trabajo sobre la evaluación de la gestión y los informes preliminares le dan que en áreas como jubilación y educación los rechazos ya alcanzan al 60% de los consultados. Llamativamente, la percepción es que al Gobierno le va bien en el combate contra la inflación, lo que le permite todavía tener cierto margen de acción.
"Pese a la desaprobación en varios rubros, buena parte de la gente que depositó sus esperanzas en Milei todavía mantiene la expectativa en el Gobierno", explicó Nejamkis. Quienes sostienen a Milei, además, hoy están a la ofensiva y llevando la iniciativa en la mayoría de los temas. Se nota en las redes sociales. En cambio, el otro 50% está huérfano de liderazgo y de mística, aún en shock por el resultado electoral y la andanada de malas noticias que le siguieron. Por eso, aparecen como rezagados, pero es algo que los encuestadores entienden que se puede revertir en cuanto al 50% de apoyo se le termine la paciencia. De ahí la preocupación del Gobierno por revertir el aumento de las prepagas a diciembre.
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El analista Gustavo Córdoba, de Zubán Córdoba y Asociados, coincide. "Hay un 90% que se siente afectado por las políticas de Milei, pero todavía no hay un daño político porque un sector importante mantiene la expectativa. Permanece en ese sector un gran sentimiento 'antiestatal' producto de la pandemia y de las malas gestiones de los años anteriores. Gracias a eso Milei todavía tiene un margen de maniobra", explicó. Eso le permite, por ejemplo, cruzar márgenes que a cualquier otro gobierno le estarían vedados y no pagar demasiados costos. Con todo, siempre hay un límite.
"El Gobierno está jugando una pelea contra el tiempo. Todas las balas que no le entraron hasta ahora le van a empezar a entrar juntas si llegado el momento la gente no percibe mejoras en su situación o la inflación vuelve a tomar fuerza", agregó el consultor. Los chisporroteos de la "batalla cultural" con los que le gusta llenar la agenda diaria al Gobierno en algún momento van a perder sorpresa y la atención se centrará exclusivamente en las dificultades de la situación social, mucho más complicada como consecuencia del brutal ajuste y de una economía en recesión. ¿Cuánto aire tiene el Gobierno hasta que llegue ese momento? Un trabajo de la consultora Proyección midió que sólo un 22,6% está dispuesto a esperar resultados más allá del año de gestión: al resto se le acabará la paciencia -y tal vez los ahorros- antes que eso.
Hay cuestiones con las que la gente tiene menos paciencia. Porque si bien hay un cuestionamiento muy fuerte a la política en general, hay políticas públicas que la mayoría de los argentinos valoran. La salud y la educación pública estan entre ellas. Por eso, ante la estruendosa falta de respuestas a la multiplicación de casos de dengue, la Rosada mandó de apuro a dar la cara al ministro de Salud, Mario Russo, un desconocido hasta entonces. Pero la peor crisis sobrevino con los aumentos de las prepagas, que obligó a Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo, a guardar en un cajón el libreto libertario y abrazarse a los dictados de la Comisión de Defensa de la Competencia. El dueño de Swiss Medica, Claudio Belocopitt, pasó en horas de héroe a villano favorito de los medios de comunicación oficialistas.
"Es que ese cliente de prepaga enojado era gente de clase media y media alta, de alto promedio de edad, muy posiblemente votante de Patricia Bullrich en primera vuelta y que le dio su voto a Milei en el balotaje. Es el voto prestado al que Milei más tiene que atender porque su votante núcleo duro lo va a seguir bancando, pero este otro votante prestado va a ser más volátil", coincidían los consultores. "Son temas que pegan en su base más débil", agregaban.
La educación pública es otro de los valores que los argentinos tienen en alto. En el sondeo de Zuban Córdoba, un 58,5% se mostró en desacuerdo con el congelamiento del presupuesto universitario y casi un 90% se horrorizó con la frase del diputado "Bertie" Benegas Lynch contra la educación obligatoria y a favor de que los padres hicieran trabajar a sus hijos "en el taller". Allí habría que rastrear el origen del falso anuncio de un acuerdo lanzado de urgencia el jueves a la noche desde el Ministerio de Capital Humano buscando forzar al Consejo Interuniversitario a aceptar la propuesta, que ni siquiera cubría la mitad de su reclamo de actualización. El objetivo era desactivar cuanto antes la marcha del martes, que se anticipa multitudinaria.
Ese elector de clase media de un promedio de edad alto, que decidió votar a Milei y todavía lo apoya porque adhiere a su prédica antiestatal y anticasta, que cree que se va en el camino correcto en materia de política contra la inflación (y un poco también en seguridad), es el que mira de reojo lo que ocurre en materia de salud y de educación. También la pelea que mantiene con comunicadores como Jorge Lanata o Jorge Fernández Díaz, a los que tenían como referencias y que ahora para Milei pasaron a la pintoresca categoría de "ensobrados" que le adjudica a cualquiera que no esté cien por cien de acuerdo con él. El Gobierno mira con resquemor estos apoyos cada vez más dubitativos, a los que sabe que debe mostrar resultados pronto. El tiempo es su peor enemigo.