Hace pocos años tuve el honor de colaborar junto con otros compañeros (Rafael Delefitto y Dionela Guidi), con Mario Cafiero en la elaboración de un trabajo que luego se plasmó bajo el título “Las Malvinas Argentinas y Suramericanas”. Mario alentaba en el mismo a potenciar la causa Malvinas y la recuperación de nuestro “suelo más querido” dando fundamentos históricos, políticos y económicos a la suramericanización de la causa. Esta perspectiva desde la Patria Grande, fundamentada históricamente, implica un enorme fortalecimiento del reclamo de soberanía ante el Reino Unido. Y también proyecta a Suramérica con mucha más fuerza sobre el continente antártico.
Recordemos que la balcanización de Suramérica es obra principalmente de Gran Bretaña (que despliega una estrategia de dominación “invisible” como la llama Scalabrini Ortiz, y no está desligada de la cuestión Malvinas. Porque, como afirman los VGM desde las postrimerías de la guerra, “volveremos a Malvinas de la mano de América Latina”, como asimismo argumentamos desde el ideario del Gral. Juan Domingo Perón, retomado por el Gral. Jorge Leal que “la Antártida también será Suramericana o no será nuestra”.
Esta perspectiva nos da la posibilidad de pensar una estrategia conjunta a partir de la apertura de un abanico concreto en torno a la protección y la explotación económica de los recursos del Atlántico Sur por parte no solo de Argentina, sino también de los países que conforman el proyecto de una Gran Nación Suramericana.
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Vale recordar que Si bien la toma de posesión de la Islas Malvinas en 1820 se hace en nombre de las Provincias Unidas en Sudamérica (no obstante, desde 1810 hay actos de ejercicio de la soberanía en nombre Provincias Unidas del Río de la Plata, y tenía dependencia de la Gobernación de Buenos Aires). Es la desintegración de ese proyecto de unidad hacia fines de esa década que da nacimiento a nuestras “patrias chicas”. En esa obra de balcanización aparece la mano de Gran Bretaña y el cumplimiento de los designios de Jorge Canning en tanto actuar con inteligencia para hacer de la Suramérica emancipada un dominio británico, hacer que cada uno de esos países actúe como la granja de Su Majestad. Ese dominio de características indirectas está acompañado por la ocupación directa de las Malvinas en 1833.
Observamos entonces que a principios de siglo XIX, en el proceso de emancipación se enfrentaron claramente dos proyectos: el que piensa en términos de la Patria Grande, y el que lo hace en el sentido de las patrias chicas. Este último es el que terminó triunfando, lo que no implica que el otro proyecto esté terminado. Así, pensar esa unidad resulta fundamental para lograr una emancipación definitiva, y el fortalecimiento de la soberanía en nuestro continente.
Cabe destacar la importancia de partir de la realidad actual en torno a la Causa Malvinas y al contexto geopolítico, entendiendo siempre como dice Francisco, que la realidad es superior a la idea. Resulta necesario romper la inercia de seguir haciendo solo lo mismo en tanto probablemente lleve a los mismos resultados una y otra vez. Así si observamos y tenemos en cuenta que los recursos naturales aparecen como una de las claves de este siglo y de los conflictos tanto actuales como de los que se avecinan, éstos pueden a su vez ser la base de un proyecto de integración, suramericanizar los recursos en nuestro continente y específicamente en el caso nos convoca en el Atlántico Sur nos da la posibilidad no sólo de una estrategia conjunta de explotación, sino también nos lleva a la necesidad de fortalecer el entramado de la defensa de los mismos.
De esta forma, si la Patria Grande es un proyecto inconcluso, su reconstrucción dependerá de la voluntad de los pueblos que lo componen. Es en la causa Malvinas y Antártida Suramericana donde puede encontrarse un punto de reencuentro, fraterno y generoso, con enormes proyecciones geopolíticas. Perón pensaba que a la política de “dividir para reinar”, nosotros debemos oponerle la de “unirnos para emanciparnos”. Teniendo presente también que el líder afirmaba que “los pueblos disponen de su destino. Ellos labran su propia fortuna o su ruina. Es natural que ellos, en conjunto, defiendan lo que cada uno por igual ama y le interesa defender de la patria y su patrimonio”.