La reunión virtual entre Mauricio Macri y Javier Milei funcionó como una suerte de validación de la carta de Gerardo Morales. El jefe de la UCR había puesto un manto de duda sobre las intenciones M de mantener la unidad de Juntos por el Cambio y el encuentro con el libertario sólo profundizó el sentimiento de desconfianza que pesa sobre el líder espiritual del PRO.
El ex presidente irrumpió, en los últimos meses, para demostrar que no se jubiló de la política, para ordenar a los suyos y para desordenar al resto. Sus constantes apariciones empezaron a marcar una agenda propia que no sigue los lineamientos de la de Juntos por el Cambio y, por supuesto, eso generó chispazos.
En general, esas diferencias suelen ser habladas o encuentran cierto cauce en las reuniones de la mesa nacional de la alianza, pero no todos los acuerdos generados en esa instancia fueron respetados por Mauricio y apareció la desconfianza. Por ejemplo, cuando se pactó no hablar en nombre de la coalición - que solamente debería expresarse con comunicados -, Macri habló en nombre de la coalición. O al menos así se interpretó en las entrañas mismas de Cambiemos. Si hablara por él, si hablara solo por el PRO, no habría problemas. Pero no sucedió.
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Más cerca en el tiempo, el comunicado en el que se vetó la incorporación de Milei a la coalición. El texto fue firmado por todos pero motorizado por la UCR y muy apoyado por la Coalición Cívica. Horas después, el macrismo salió a aclarar que se trató de un error. El último encuentro con el libertario, revelado por Clarín, llegó para demostrar que ese acuerdo podría no ser cumplido. En la nota publicada este fin de semana, se detalló que ambos dirigentes comenzaron a hablar de estrategias políticas y de una eventual competencia interna dentro de un mismo espacio. Eso había sido rechazado por los socios de la coalición.
La ruptura de ciertos compromisos, cuyo antecedente más notorio es el rol secundario que se le dio al radicalismo en 2015, generó una gran desconfianza. Algo que creció en el último tiempo y sumó otro condimento: el intento de imposición M. Para los socios de Cambiemos, la única forma de lograr alguna transformación es con consenso, algo que el ex mandatario no pareciera promocionar.
Sus declaraciones, sus fotos con Donald Trump o Mario Vargas Llosa, básicamente su agenda, generaron incomodidad en los aliados. Un sector de la UCR no comulga con los temas impuestos por el ex presidente, con los tiempos de ciertas medidas económicas, con la política internacional reflejada en esas instantáneas, o la actitud de jefe de todo.
Hoy la principal discusión, para un sector, es el propio Macri. Su rol impredecible, su intento de imponer. Este Macri no convence a todos dentro de Juntos por el Cambio y podría ser un problema para la alianza si decidiera ser el candidato a presidente del PRO. A menos que cambie su forma de ser, que acepte los consensos, que acepte negociar un programa de gobierno que contente a todos, que genere igualdad de condiciones para los socios.
Por eso, la reunión virtual de Macri con Milei no sorprendió pero tampoco generó un buen clima. En sintonía con las fotos con Trump o Vargas Llosa, el ex presidente se volcó a los extremos - incómodos para los aliados - y el Zoom sólo llegó para darle argumentos a la sospecha vertida en la carta de Morales. De todos modos, todos los sectores niegan una intención de ruptura. Pero las tensiones existen.
Sin embargo, como en todo armado amplio, no hay blancos y negros sino también grises. Dentro de Juntos por el Cambio hay quienes prefieren no echar más leña al fuego porque sin el PRO no alcanza, sin la alianza no alcanza. Y hoy Macri es el líder amarillo. Por lo tanto, no puede ser sin él. Pero tendrán que aprender, para convivir, a potenciar las similitudes y administrar las diferencias.
Por todo esto, actualmente resulta imposible saber si se llegará al escenario ideal de acuerdos políticos y fórmulas cruzadas. O sea, una boleta con un candidato a presidente del PRO y vice de la UCR frente a una con un postulante presidencial radical y un vice amarillo. Nadie sabe cómo estará la coalición en un año. Además, las fórmulas deberían tener identidades bien fuertes y diferenciadas, por lo que el mix podría llegar a molestar. Todo se definirá más adelante.