Para muchos y muchas, Néstor Kirchner es un antes y un después en la vida política argentina.
Para nosotros, particularmente para nosotros, los que veníamos de la generación del `90, de resistir contra el neoliberalismo.
Para nosotros, los que crecimos en dictadura, que tuvimos que exiliarnos, que nos desaparecieron a nuestros viejos.
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Para nosotros, los que ya en democracia las puertas se volvían a cerrar y no había respuesta.
Para nosotros, los que estuvimos en el 2001 en las plazas, en las calles, Néstor Kirchner nos cambió. Nos cambió porque nos enseñó que había otra forma de hacer política, que no toda la política era una mierda. Nos cambió porque nos abrió las puertas de la Casa Rosada. Nos cambió porque nos escuchó. Hizo posible lo imposible, transformó en políticas públicas las banderas que teníamos los organismos de Derechos Humanos, pero también los movimientos sociales, las organizaciones sindicales, las organizaciones de la sociedad civil.
El gobierno de Néstor se transformó en el gobierno del pueblo. El mejor legado que hoy nos deja Néstor es que nada es imposible, que lo imposible solo tarda un poco más.
Gracias, Néstor, por siempre.
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