Quizás no se note, porque el gobierno sigue obcecado en tercerizar el relato de su propia deriva, pero el Frente de Todos cierra su primer año, el más complicado del que se tenga registro en la historia moderna, con un saldo positivo. La situación económica, social y sanitaria, lejos de ser óptima, tampoco se acerca a los peores escenarios que se barajaron durante estos meses. Lo peor, por momentos, parece haber pasado. Es una hipótesis.
Aunque sufrió traspiés, el peronismo llega al final del calendario insistiendo en la mejor tradición de honrar derechos, donde se inscriben el anuncio de un plan universal de telecomunicaciones, la recuperación de una fórmula de movilidad progresiva para los jubiladores y la legalización del aborto. La muestra de unidad que exhibió la cúpula de la coalición en el acto de La Plata es una plataforma formidable para encarar el año electoral.
Después de escribir dos cartas que marcaron el escenario político durante los últimos meses, con su discurso de ayer Cristina Fernández de Kirchner dio una tercera señal, marcando el camino para la próxima temporada. En cada aparición, la vicepresidente vuelve a ocupar el centro político. Cabe preguntarse cuánto hay en eso de mérito propio (seguramente mucho) y cuánto déficit de un Presidente que no llega a ratificar su liderazgo.
Podrá decirse en defensa de Alberto Fernández que el mérito de sostener unido al frente de espacios diversos que lo llevó al poder, atravesando un año de pandemia, depresión económica, escasez y conflicto, es mérito suficiente. Además del quinteto sobre el escenario (él, su vice, Sergio Massa, Máximo Kirchner y Axel Kicillof) entre el público estaba representado todo el arco político que sostiene al gobierno.
El plan universal de telecomunicaciones beneficiará, según cálculos del gobierno, a diez millones de personas que verán un ahorro importante en su factura de telefonía fija y celular, internet y televisión paga. La medida llega después de que los prestadores más importantes anunciaran de manera inconsulta un aumento ilegal del veinte por ciento. Esta semana también se pospuso por 90 días la actualización de tarifas de energía.
“Sergio (por Massa) decía que la economía va a crecer en el 2021. Pero ojo: yo no quiero que ese crecimiento se lo queden 3 o 4 vivos nada más. --reclamó CFK--. Pongamos mucho esfuerzo el año que viene para que los precios de los alimentos, los salarios, las tarifas vuelvan a alinearse en un círculo virtuoso que permita aumentar la demanda y la actividad”. El diagnóstico coincide con el que expresó en público el ministro Martín Guzmán.
El sendero parece bastante claro. Sin una recuperación importante del poder adquisitivo no existe posibilidad de crecimiento sostenido en el mediano plazo ni buenas perspectivas para las elecciones de medio término, con o sin PASO (seguramente sea con). Pareciera haber un acuerdo al respecto entre todas las partes de la coalición. Unidad y nuevos derechos es la fórmula para salir del aparente estancamiento de este annus horribilis.
Antes de fin de año el Frente de Todos podría colgarse una medalla más en el pecho henchido de orgullo: en la Casa Rosada juran y perjuran que la Interrupción Voluntaria del Embarazo será ley en las últimas horas de diciembre. El poroteo es parejísimo y la grieta metió la cola: existe mucha presión desde la cúpula de Juntos por el Cambio a senadoras que en 2018 votaron verde. No quieren regalarle al oficialismo un triunfo político.
El presidente también juega. El jueves recibió en su despacho de Casa Rosada al senador por Salta del Fdt Sergio “el Oso” Leavy, que hace dos años, como diputado, se opuso al proyecto. Luego de una charla muy productiva, Fernández le explicó que la IVE es un compromiso personal y que para él es muy importante que se apruebe. Luego le avisó que en caso de que fuera necesario, le pediría su voto. Leavy prometió acompañar, en ese caso.
Otro proyecto con final abierto, esta vez en la cámara baja, es la modificación de la fórmula jubilatoria. Los diputados que responden a Roberto Lavagna volvieron a votar diferente al gobierno, que ahora necesita el apoyo de los cuatro diputados que responden al gobernador de Córdoba Juan Schiaretti para que salga la ley. Otra vez el trabajo fino: varios ministros recibieron por estos días a intendentes y funcionarios cordobeses. Arte parlamentario.
Córdoba es la pieza que le falta al Frente de Todos para redondear su superioridad electoral; sin ese distrito, la oposición queda a la intemperie. Lo sabía Fernández de Kirchner, que antes de apostar por Alberto Fernández había iniciado conversaciones con José Manuel de la Sota, hasta que el exgobernador falleció en un trágico accidente. El Presidente trabaja desde el primer día para sumar esa provincia al armado, con éxitos parciales hasta ahora.
CFK dijo ayer que “los ministros, ministras y legisladores que tengan miedo vayan a buscar otro laburo”. No fue (solamente) una nueva amonestación a los “funcionarios que no funcionan”. Esta vez, el tirón de orejas fue también para la propia tropa parlamentaria, en vísperas de varias votaciones clave. Es necesario escapar de lo anecdótico y percibir que el fondo del asunto se remota a los motivos que la llevaron a formar la coalición en primer lugar.
Está el lawfare, que sigue más vigente que nunca y pone palos en la rueda de cualquier gobierno popular. Pero no se puede pensar en derrotar a los poderes corporativos sin un enorme apoyo social, que solo se obtiene cuando el hambre y la miseria remiten y la riqueza comienza a distribuirse entre toda la población. Esta vez no fue una carta, fue en un escenario, junto al resto de sus socios. No hay margen para seguir fingiendo demencia.