Eran más de las diez de la noche. En el lapso que tardó Alberto Fernández en salir de la Casa Rosada y subir al helicóptero que lo llevaría de regreso a la residencia de Olivos, la lista que confirmaba el cambio de media docena de ministros y el jefe de gabinete llegó a los celulares de los periodistas que cubrían el asunto. No podía esperar hasta la mañana del sábado. No podía esperar, en rigor, ni un minuto más. Haciendo oficial el nuevo elenco, el Presidente clausuró la peor semana de su mandato, cinco días al borde del abismo en los que pudo pasar literalmente cualquier cosa.
Los accionistas del Frente de Todos coinciden en que la solución alcanzada fue, en estas circunstancias, la mejor posible. También en que después de noviembre (es decir, después de las elecciones y del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional) deberá completarse la muda de piel con cambios en un área que se mantuvo intacta a pesar de estar en el centro de las críticas: la economía. Mientras tanto, Martín Guzmán deberá adaptarse a las necesidades que marca la política, con el consenso de que resulta prioritario mantener el sendero decreciente de la inflación, principal tormento de los votantes perdidos.
En momentos así los gestos son importantes y la jornada de ayer estuvo repleta:
- La confirmación de la salida del secretario de Comunicación, Juan Pablo Biondi, algunas horas antes del resto de los cambios simbolizó la tregua entre el Presidente y Cristina Fernández de Kirchner. Como anticipó El Destape, fue la prenda de paz que permitió descomprimir el conflicto.
- CFK dejó claro, a su manera, la ganadora de esta justa. Forzó los cambios que Fernández prefería demorar, no sacrificó ninguno de sus alfiles principales en el enroque y volvió a dejar en evidencia su centralidad toda vez que su intervención epistolar puso fin a una semana de guerra de guerrillas interna.
- El Presidente retuvo a su equipo económico y sostuvo a Santiago Cafiero en su gabinete (aunque se mudará a cancillería). Pudo conformar un equipo que conserva su impronta, con jugadores de todas las tribus. Logró recomponer el vínculo con su vicepresidenta y sortear este escollo con decoro.
- La continuidad de Wado De Pedro y Santiago Cafiero (que se mudará a la cancillería) no solamente es una señal de la distensión del conflicto; también de la importancia que cada uno de ellos tiene en sus respectivos esquemas de poder. Ellos dos fueron los encargados, en largas horas de reunión, de diagramar el nuevo esquema.
- El desembarco en la jefatura de gabinete de Juan Manzur, el gobernador más cercano al Presidente y a la vez el que propuso CFK en su carta, busca comprometer a los gobernadores con el gobierno nacional y espantar fantasmas de radicalización: sobran los vínculos entre el tucumano y el establishment.
- Manzur, por su parte, para ser jefe de Gabinete tendrá que dejar la provincia en manos de su vicegobernador, Osvaldo Jaldo, con el que se encuentra enfrentado y al que derrotó recientemente en la primaria. Puede leerse como una muestra de compromiso, priorizando la necesidad del proyecto a la conveniencia inmediata.
- El regreso simultáneo de Julián Domínguez y Aníbal Fernández al gabinete también tiene un simbolismo impactante: la interna entre ellos dos por la candidatura a gobernador bonaerense en 2015 fue una de las más virulentas que se recuerden. Volver a juntarlos da un mensaje sobre la importancia de cerrar algunas heridas y seguir adelante.
- La partida de Nicolás Trotta significa un reconocimiento del fracaso de la política educativa durante la pandemia, uno de los tantos factores que influyeron en la derrota electoral, según el balance que se hizo en el Frente de Todos. Una curiosidad, su reemplazante, Jaime Perzyck, fue uno de los funcionarios que puso su renuncia a disposición el miércoles.
La confirmación del nuevo gabinete y el almuerzo que compartirá este mediodía Fernández con los gobernadores en La Rioja marcan el comienzo de la campaña, de cara al 14 de noviembre. La próxima etapa, con anuncios económicos que se terminarán de delinear durante el fin de semana, comenzará a partir del lunes. El objetivo no es revertir el resultado electoral pero sí dejar una imagen distinta para encarar de la mejor manera posible la segunda mitad del mandato y reconciliarse con una sociedad que reprobó la forma en la que se gestionaron estos dos años. Los temblores parecen haber quedado atrás. Por delante está, todavía, la tarea más difícil.