Eran las 21:36 de aquel sábado 26 de julio de 1952 cuando la voz del locutor Jorge Furnot anunció la muerte de Eva Perón: “... el penosisimo deber de informar al pueblo de la República que a las 20.25 horas ha fallecido la señora Eva Perón, Jefa Espiritual de la Nación.”
A más de 2.000 kilómetros de la Capital Federal, una niña de 6 años y ocho días crecía en la ciudad de Río Gallegos.
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70 años después, en el repaso de la vida de esa mujer que marcó a fuego a la Argentina y aún es referencia en el mundo, hay una protagonista de la historia política de Santa Cruz que hace memoria.
La gobernadora Alicia Kirchner reconoce que tiene en Evita a la gran inspiradora en sus luchas sociales. En diálogo con La Opinión Austral para hablar de Evita, de lo que significó para ella, de los recuerdos y anécdotas, reconoció que “mi papá era muy peronista, diría “evitista”.
Y así, fue marcando su vida. “Yo estaba pendiente de que no le pasara nada, porque lo escuchaba hablar de ella. Y ahora me impacta más todavía porque hay una foto de mi papá, de 1940, y de fondo está el edificio donde yo después fui ministra. No lo puedo creer. ¡No estaba ni casado con mi mamá! Esa foto la llevo a todos lados. Por eso siento que me marcó la vida, de alguna manera.”
Hace unos días presentó el nuevo ministerio de la Igualdad e Integración y recordó especialmente lo que dijo: “Para mí Evita era como una Santa. Influyó hasta en la elección de mi carrera. Lo veo en el tiempo, cuando me tocó ser ministra de Acción Social. En ese edificio del ministerio, donde ella dio su renunciamiento, y está su figura hacia el norte y hacia el sur, fue un regalo para mí.”
Tampoco olvida que “cuando era chica y yo dibujaba muchos rostros de mujeres, a todas les ponía un collar. Y me dí cuenta que era por el collar de ella.”
Evita, en todos lados. “En mi casa tengo bustos, bustitos… Soy evitista. Soy apasionada por los derechos. Para el peronismo, el kirchnerismo, una de las grandes inspiradores ha sido Evita.”
El trailer, el comienzo de todo
“Trabajaba en el ministerio de asuntos sociales en 1975 y me llamaba la atención que a la gente se la atendía en los escritorios, ya sea para una orden de alimentos, de carbón. Hacían colas y yo decía: ‘¡Esto es una barbaridad, hay que trabajar en el territorio!’. Como desobediente y rebelde que era, empecé a insistir. Y me preguntaron, ‘¿En qué territorio, dónde?’ Tranquilos que yo busco el lugar, les dije. Junto a un grupo de compañeros fuimos a Vialidad Provincial y me prestaron un trailer. Buscamos un terreno en la municipalidad y llegamos a Alvear y Pasaje Amador González, en el barrio Belgrano. Pusimos el trailer y el vecino me prestaba la luz. Ahí hicimos la primera comisión vecinal. En el trailer hicimos de todo. Éramos las que limpiabamos, le hacíamos la leche a los chicos. Con ese trailer recorríamos el barrio. Vialidad lo iba moviendo adonde nosotros le pedíamos. No esperábamos que viniera la gente, nosotros íbamos a buscarla. En ese lugar luego hicimos el CIC (Centro Integrador Comunitario) Santa María Belén. En la sala de multiuso se daba la copa de leche, se hacían hasta velatorios y casamientos. El ministerio sólo nos dio un termotanque. Todo lo demás lo conseguimos nosotros, con el apoyo de la comunidad.”
Sin dudas, ni sabía que ese trailer original se “convirtió” muchos años después en los CIC (Centro Integradores Comunitarios).
“¿Sabés cuántos hay en el país, hechos por manos cooperativistas? Yo quería llegar a 1000. Se hicieron 849, que están en pueblitos, en parajes, en comunidades originarias. Esos CIC fijos son edificios que tienen, según la necesidad de la comunidad, un centro de salud, un centro social, centro de capacitación o de desarrollo infantil. Hace unos días el ministro Gabriel Katopodis me dijo que fue a una localidad del interior, en realidad a un paraje, y se encontró con un CIC. Me dijo: ‘¡Alicia hasta dónde llegaste!’”
El tren sanitario, de Carrillo a Evita
Ni bien asumió Néstor Kirchner, con Alicia renovó y puso en marcha El Tren de Desarrollo Social y Sanitario Eva Perón. Volvió en 2003, 53 años después de lo que había hecho Evita. Fueron dos los dispositivos territoriales móviles. Primero el Ramón Carrillo y luego el Eva Perón en 2014, donde recuperaron el comedor original que usaba Evita y armaron el tren con el resto de los vagones.
Como lo dijo Ginés González García: “Todo lo que aún significan Carrillo y Evita, dúo mágico que trabajó ocho años juntos para la salud colectiva de los argentinos.”
Así, Alicia emprende un viaje de recuerdos. “Recorrimos el país de manera permanente. Fernando Grey, el intendente de Esteban Echeverría, llevaba la cuenta de todos los pueblos y kilómetros que hicimos. Llegábamos con el tren y nos metíamos en combis, porque había pueblos que no estaban cercanos a las vías y a las rutas. Se llegaba con el dni, con la vacunación… Lugares donde los habitantes no veían a médicos desde hace años.”
Entre las más de 1200 localidades estuvieron El Caimancito (Jujuy), Metán y Pozo del Toro (Salta), Apipé Grande (Corrientes) y Santo Tomás (Neuquén).
El regreso de los juegos Evita
En 2003, Néstor Kirchner convocó en Casa de Gobierno a una reunión con Claudio Morresi, que era el secretario de deportes. Fue clave ese encuentro. “Así reiniciamos los Juegos Evita. Y logramos que aún en la época de Macri siguieran. Cómo no recordar a Brian Toledo (NdR: su mamá era cooperativista del programa Argentina Trabaja) y tantos otros deportistas de alto rendimiento que fueron detectados en distintos lugares del país porque venían de los pueblitos desconocidos. ”
El cuadro de Evita y Perón
En 1947 se presentó en el atelier del artista franco argentino Numa Ayrinhac la madre de Evita. Él se sorprendió. Luego del pedido, pintó un retrato de una foto que tenía Evita en su casa. Perón lo vio. Le encantó. “Yo también quiero un cuadro”. Quería que ese pintor lo pintara. Así fue cómo Ayrinhac pasó varios sábados de 1948 en la residencia presidencial, pintando y conversando con Perón.
Ayrinhac vivió casi setenta años y murió unos meses antes que Evita. “Unos tres o cuatro meses antes (de la muerte de Ayrinhac), una hermana de Evita le trajo unos medicamentos de Estados Unidos para ayudarlo. Ahí se comenzó a sospechar que alguien de la familia de Eva estaba enfermo, pero hasta último momento no se supo de la enfermedad de Evita”, reveló el hijo del pintor.
Para muchos, esa obra aún refleja los días felices del peronismo: la pareja vestida de gala, Perón de civil y Evita con la sonrisa juvenil de sus 27 años. La creación de Ayrinhac logró que Evita se convirtiera en la primera mujer en ser retratada oficialmente junto a un presidente. Y se destaca la sonrisa de Perón. Legendaria.
Más conocido como “Retrato de General Juan Domingo Perón y su señora esposa María Eva Duarte de Perón”, es un óleo sobre tela de 2,20 x 1,50 metros. Última obra que sobrevivió a la destrucción masiva de la Revolución Libertadora.
En 2010, el profesor Juan José Ganduglia estaba a cargo del Museo de la Casa Rosada. La historia del cuadro tiene más relevancia cuando cayó Perón por el golpe de Estado de 1955: se quemaron todos sus retratos, “pero alguien lo rescató del Hogar de la Empleada y lo tuvo escondido varios años en su casa, cortado, y lo preservó”. Sobrevivió. Se encontraba arrumbado y con laceraciones en el cuello y los ojos de Eva. Ganduglia reconoció que “es una de las piezas que yo más quiero. Lo hice comprar en un remate para la Casa Rosada hace más de veinte años”. Así fue cómo advirtió de la necesidad de restaurarla y ponerla en valor en la inauguración del Museo de Bicentenario, en la vieja Aduana Taylor. Y recuerda que apareció en la Casa Rosada en varios de los discursos de la ex presidenta Cristina Fernández.
Así fue como durante un acto en 2013 en el Museo del Bicentenario, apareció Alicia y de fondo, el cuadro. El destino, ese hilo invisible que relaciona a Alicia con Evita, hizo lo suyo. “El fotógrafo presidencial Victor Buggé captó, porque tiene la gran habilidad del arte, el momento donde estoy sentada y de fondo quedó el cuadro. Fue casualidad. A él le gustó esa escena, sacó la foto y me la regaló. Yo no lo podía creer, porque yo no me saqué esa foto. Todavía la tengo, sé que me acompaña.”
Los murales con el rostro de Evita
El artista Alejandro Marmo fue el autor del proyecto de los murales de acero en el edificio del Ministerio de Desarrollo Social. Miden 31 x 24 metros, colgados a cien metros de altura. Son dos caras de una misma Eva. “La que mira al sur, de frente, cándida y sonriente'', fue inaugurada el 26 de julio de 2011, a 59 años de su muerte. Se llama Eva de los humildes, inspirada en la tapa del libro La razón de mi vida. Y el 22 de agosto de 2012, el otro, que mira hacia el norte y de perfil: se ve desafiante, hablando y con el micrófono como protagonista. La fecha elegida, emblemática: ahí Marmo evocó la foto del legendario discurso del 22 de agosto de 1951, el histórico renunciamiento a la vicepresidencia.
Alicia recuerda que durante el gobierno de Macri se apagaron de noche los murales. “Lo que hacen siempre: quieren apagar las ideas, quieren apagar las transformaciones y creen que apretando un botón se puede lograr lo mismo. Creo que no hay botón que apague las transformaciones cuando están vivas en el pueblo.”
La enfermera de Evita
El 21 de noviembre de 2013 Alicia Kirchner homenajeó a María Eugenia Álvarez. Fue durante un acto en la Semana de la Enfermería. Ella fue la última que la asistió en su lecho de muerte. “Recibía el tratamiento con mucha paciencia, la llevo en el alma y la llevo en mi corazón”, confesó.
El voto femenino
El 23 de septiembre de 1947 se aprobó la ley y el 11 de septiembre de 1951 se votó por primera vez. Fue clave el rol del Partido Peronista Femenino. “Por primera vez se implementó una política pública de protección de la mujer. Se inauguraron hogares de tránsito para mujeres con problemas de trabajo, vivienda, salud y documentación.”
En su repaso destaca, emocionada: “Yo no endioso a nadie, sí reconozco a esas personas que marcan un camino, un rumbo, que ayudan a construir historia. Más allá de los aciertos y errores que podemos tener, ella marcó derechos. Y ese fue el gran drama que ella tuvo con la gran sociedad de beneficencia, que le gustaba la caridad, el dar, el que te agradezcan. Era parte de la época, el rol que tenía la mujer en una sociedad patriarcal. Y hablando de beneficencia, quiero hablar de los beneficiarios. Muchos compañeros los llaman así, pero no lo son. Son titulares de derechos, son personas.”
El papá, el estudio y los amigos
Al ver esa foto del trailer no puede dejar de imaginar lo que significó. La minifalda, las botas, “a la moda de la época”, reconoció entre risas. Y el recuerdo de lo que le decían cuando regresaba a Río Gallegos. “Para ir a estudiar a La Plata tuve el apoyo pleno de mi papá. De mi promoción la única mujer que viajó a estudiar fui yo. El me dio la autorización. Imaginate que en esa época, veías dos veces al año a tu familia y a donde íbamos, íbamos con todas las historias. Con algunas de mis amigas nos seguimos viendo, otras están en distintos lugares. En La Plata fui a estudiar en la escuela de Servicios Sociales de Cáritas. La Universidad pública era para recibirte de Visitadora de Higiene en los hospitales y yo no quería eso. Yo quería trabajar en lo social. Y ahí armé un grupo muy lindo de estudiantes y compañeros. Ahí trabajamos muy fuerte en los barrios. Íbamos a Ensenada, llevando agua, electricidad, trabajando con los vecinos, realizando festivales.”
La Opinión Austral también revela una foto de Alicia con sus amigos en el Parque Pereyra Iraola. “Tenía 19 años. Hacía dos años que estaba estudiando. Entre tantos, recuerdo a mi amiga Raquel Tiramonti (NdR: fue la primera Jefa de Gabinete cuando era ministra). Éramos muy inspiradoras junto a otros compañeros que fueron parte de nuestra historia. Hacíamos asado, jugábamos a la pelota a paleta. Nos divertíamos. “
Alicia hace una pausa y retoma lo de la inspiración y ese perfil social. “Vos lo analizás a través del tiempo, porque las cosas se ven después, no se ven en el momento. Yo sé, y lo reitero, que Evita me marcó por la influencia de mi papá. Hoy te lo digo y fue así. Yo siempre quería trabajar. A tal punto que tuve fuertes discusiones con una tía, a la que quiero mucho, tenía una estancia y yo peleaba para que sus trabajadores tuvieran otras condiciones. Hoy que lo cuento y mi tía la adoro, pero no entendía algunas cosas.”
No a la medicina, sí al trabajo social
Otro de los que dejaron una huella en su vida fue el doctor Braulio Zumalacárregui. “Era muy amigo de mi abuelo. Desde chica siempre me gustó todo este tema social, pero él quería que yo estudiara medicina. ‘Yo te dejo el consultorio’, me decía. Y yo insistía con lo social. ‘Pero sería muy bueno, tengo sobrinos, pero ninguno quiere ser médico.’ Al tiempo, se enfermó y fuimos a verlo a Buenos Aires donde estaba internado. Y me preguntó: ‘¿Vos qué harías con mi casa?’ Y me salió del alma: ‘Yo haría un hogar para ancianos.’ Y es lo que está ahora. No sé si él consultó con alguien más después, pero lo hizo. Y a mí me tocó ampliarlo, refaccionarlo cuando era Ministra de Asuntos Sociales.”
Evita, siempre Evita
Según Alicia, desde un principio quiso recuperar la mística de la líder de los humildes. “Cuando asumí en Desarrollo Social, indudablemente Evita tenía un enorme peso sobre mí y traté de ver todo lo que ella había hecho y recuperarlo. Su legado, además de que fue una rebelde, es que fue una apasionada que luchó para cambiar el sistema social. Ella no fue sólo la señora de Perón, fue fundamentalmente la compañera Evita. Fue la inspiración de las luchas de cada una de las batallas feministas. Hay que fijarse cómo trabajaba ella: lo hacía con células, de ahí salieron censistas, que hoy serían los trabajadores sociales, motivados en entrega y que tienen vocación en construir derechos. Fue la fundadora del Partido Feminista. Esto lo dice todo. Hizo una bisagra en la historia. A mí me marcó por su condición de mujer y que trabajaba mucho en una sociedad patriarcal, donde mostraba sus fuerzas: Cuando uno tiene convicciones las cosas se pueden lograr, se pueden transformar. Para mí es única. La razón de su vida fue el pueblo. Creo que hay cosas superiores a nosotros que están siempre presentes.”
A 70 años, Evita sigue más vigente que nunca. En la voz de Alicia Kirchner están las voces de miles y miles de hombres y mujeres que siguen su legado. El trabajo social y el compromiso, más presente que nunca.
La inspiración de Evita nunca muere.
Evita, eterna.
Publicada originalmente por La Opinión Austral