En un gesto que podría interpretarse como desmentida a un supuesto enojo de la Casa Blanca por la salida argentina del Grupo de Lima, el martes que viene llegará al país el director del Consejo de Seguridad para el Hemisferio Occidental, Juan González, el principal asesor de Joe Biden para la región. En principio se reunirá con el secretario de Asuntos Hemisféricos, Gustavo Beliz, y con el canciller Felipe Solá, habrá que ver si cruza un saludo con el presidente Alberto Fernández. En los encuentros repasarán todos los temas del vínculo bilateral, pero la expectativa estará puesta en la posibilidad que el enviado de Washington haga un guiño a las negociaciones que lleva adelante el ministro de Economía, Martín Guzmán, con el FMI y en la confirmación de un encuentro en los presidentes cuando la situación sanitaria lo permita.
González es un colombiano nacido en Cartagena pero criado en Nueva York que ocupó diversos puestos diplomáticos durante la gestión de Barack Obama. Desde el vamos formó parte del grupo de asesores de Biden, que en enero lo designó en su estratégico Consejo de Seguridad Nacional. Aterrizará en Ezeiza días después de que el secretario de Estado, Antony Blinken, mantuviera su primer contacto telefónico con el canciller Felipe Solá en el que, con diplomacia, evitaron los temas en los que pudieran surgir diferencias. Así, no hablaron de Venezuela ni de la salida argentina del Grupo de Lima, pero Blinken quiso conocer la opinión de Solá sobre las detenciones de los ex funcionarios de facto en Bolivia. En la Cancillería lo veían como una muestra de que las posiciones argentinas adquieren cada vez más peso en el continente.
Venezuela y la región
Seguramente, la visita de González resultará exploratoria de la posición argentina en los distintos temas regionales. El asesor es crítico de la política de Donald Trump hacia Venezuela porque considera que fue "unilateral" y que sólo se trató de una estrategia partidaria destinada a juntar votos antichavistas de Florida. "Las sanciones unilaterales nunca han funcionado, de lo que se trata es de conseguir un mayor consenso internacional", declaró en una entrevista, palabras que podrían suscribir Fernández y Solá. El problema es que, al mismo tiempo, González también habla de sumar "presión" contra Nicolás Maduro, al que en Washington siguen calificando como "dictador" al tiempo que reconocen como presidente al opositor Juan Guaidó. Son definiciones bien lejos de la posición argentina, que hoy está integrada al Grupo Internacional de Contacto que armó la Unión Europea para tratar de encontrar una solución consensuada a la crisis venezolana.
El domingo que viene habrá elecciones en Ecuador y Perú, donde muy probablemente se continuará delineando el nuevo perfil de la región, marcando el fracaso de los gobiernos de derecha y el ascenso de presidentes progresistas. En ese nuevo esquema, la Cancillería imagina a Fernández ocupando un rol de liderazgo regional y una interlocución directa con Washington. En ese sentido, uno de los planteos que le harán a González en su paso por Buenos Aires será el rechazo a la dirección que tomó la OEA bajo la conducción de Luis Almagro, que en vez de representar a todos los países del continente equitativamente trabaja de manera tendenciosa a favor de los gobiernos de derecha alineados con la Casa Blanca. Otro tema que surgirá será también qué sucederá con la presidencia del BID en manos de Mauricio Claver-Carone, quien casualmente ocupó el mismo cargo de González durante la gestión de Trump. Argentina no pierde las esperanzas de desbancarlo del puesto -es el primer estadounidense en ocuparlo burlando la tradición que sostenía que corresponde a un latinoamericano- al que en algún momento aspiró Beliz.