El Destape convocó a distintas víctimas del espionaje ilegal de la AFI macrista. Sus voces:
Francisco Cantamutto, integrante de la Sociedad de Economía Crítica e investigador del IIESS UNS-CONICET.
Al ver publicado mi nombre en las listas que aparecieron en la AFI en los últimos días me provocó un poco de bronca y otro poco de alivio porque podemos empezar a discutir esto de forma pública. Yo fui espiado y esto fue reconocido por el propio Estado en 2017 en oportunidad de la 11° cumbre de la OMC en Buenos Aires. Yo sabía que había sido espiado. Y cuando apareció mi nombre lo que sentí es que ahora vamos a poder discutir en serio esta locura. Yo soy docente e investigador del Conicet, todas mis tareas son públicas, forman parte de mi trabajo, de lo que demanda la sociedad al sistema académico, como analizar, divulgar hacer compresible y proponer alternativas. A eso me dedico. Tildarme de sospechoso por eso es una locura.
Nicolás Eisler, periodista, La Política Online
El gobierno delegó en la Agencia Federal de Inteligencia la acreditación de invitados para un evento. ¿En qué más habrán intervenido? Espiar fue una mecánica permanente del macrismo en la Ciudad, ¿por qué esperar que fuera diferente en la Nación? Los despidos masivos de empleados públicos después de vigilantearles sus cuentas de Facebook parecen haber sido solamente el primer paso. Al principio el análisis de los espías me causó gracia, pero con el correr de los días la indignación fue creciendo ¿por qué tiene que haber una ficha con mi nombre en la agencia de inteligencia?
Lorena Di Giano, directora ejecutiva de Fundación GEP.
Cuando el gobierno de Macri revocó mi acreditación para participar de la reunión cumbre de la OMC en 2017 inicié un habeas data representada por el CELS. Pensé que me había acostumbrado a la idea sin embargo hoy que tuve acceso a la información almacenada como producto del espionaje repercutió muy mal en mi ánimo. No solamente por ver información personalísima de todo tipo sobre mi persona sino por ver información de mis familiares. Nombres, domicilios, correo electrónico, teléfonos de mis padres, tíos, hermanos, marido. Eso me hizo muy mal.
Beatriz Busaniche, Fundación Vía Libre
La primera sensación ante la noticia de estar fichada en la AFI fue de incertidumbre y hasta cierto temor, pero con el correr de las horas y con la revisión de lo que hay en la ficha, la sensación es bien diferente. No sólo se comportan de manera impune, sino que además son pésimos haciendo lo que hacen. Es frustrante ver que todo lo que veníamos denunciando desde la ICCSI se cumplió: no tienen controles apropiados, los mecanismos a los que la ciudadanía puede apelar para defenderse no funcionan y la bicameral de inteligencia a cargo del control brilla por su inacción. Es una sensación muy fea sentirse espiada, pero aún peor es saber que no funcionó ningún mecanismo de control y de defensa de la ciudadanía ante un abuso de esta naturaleza.
Nicolás Aboaf, fotógrafo, Infobae
Cuando me vi en el listado y luego vi mi ficha, me generó una sensación extraña. Por un lado orgullo de verme en amarillo, como “políticamente opositor” y “abiertamente kirchnerista”, y por el otro mucha risa. Todos sabíamos que ésto pasaba, por suerte salió a la luz. Que el Estado haya invertido dinero en revisar mi perfil en redes sociales y hacer un “espionaje”, es tragicómico. A mi personalmente no me perjudicó en absoluto, pero es un tema muy serio, debido a que yo tengo todo público y utilizo mucho las redes sociales, pero me gustaría saber qué y cómo investigaron a aquellos compañeros que no utilizan tanto dichos medios.
Jose Maria Di Bello, presidente de la Fundación GEP
Hace 2 años y medio atrás algunos de nosotros comenzamos una acción de habeas data. Ahora aparecen las fichas. Por un lado, es un alivio. Por otro, saber que estemos fichados, que fuimos espiados, es aterrador. En mi ficha dice que soy militante de Derechos Humanos y que participé en marchas por la aparición con vida de Santiago Maldonado. Como nos enseñaron las Madres: Memoria, Verdad y Justicia.
Ignacio Rodríguez, asesor en Formación e Investigación de la Confederación Latinoamericana de Trabajadores Estatales (CLATE).
Causa alarma e intimida que desde el Estado dediquen esfuerzos y recursos a perseguir políticamente a las personas. Por más bizarro que haya sido el trabajo de la AFI, esto es persecución política. Las y los que estamos registrados llevamos adelante acciones lícitas y públicas para reflexionar sobre el peligro de las medidas neoliberales que emanan de foros como el G20 y la OMC. Esto no se puede justificar en el marco de la seguridad de las cumbres, porque los espiados nos acreditamos y dimos nuestros datos, no teníamos nada que esconder. Los peligrosos son ellos.
Pablo Secchi, integrante de Poder Ciudadano.
Nosotros sacamos por Twitter un hilo de comentarios preocupados por esta situación. Principalmente, apuntando que servicio de inteligencia no tiene que estar a disposición de los gobierno sino a de la democracia. Posiblemente sea una de las instituciones que más alejada está de los preceptos de la democracia en la Argentina. Se necesita una reforma muy fuerte de los servicios de inteligencia y un control muy fuerte del Congreso. No nos gustó encontrarnos reflejados en esos informes y vamos a ser querellantes en la causa que se lleva adelante.
Gerardo Mazzochi, periodista, Radio Nacional
Mi primera reacción fue de indignación y sorpresa luego me pareció de una gravedad absoluta porque si un periodista es o no opositor del gobierno no tiene nada que ver con la seguridad que debía brindar el estado en una cumbre internacional como la del G20. De hecho en mi caso ya había realizado coberturas del G20 en otros países y para acreditarme solo debían cotejar esto. Esta investigación tenía otros intereses y al trabajar en un medio público creo que les sirvió para profundizar la persecución y la censura ya que luego de esta cumbre deje de cubrir noticias de política y por primera vez en 20 años no cubri una elección presidencial
Horacio Fernández, integrante de ATE y miembro de la conducción de la CLATE.
Tanto ATE como la CLATE son entidades que aglutinan a gremios de trabajadores del Estado de toda América Latina y el Caribe. Mi sindicato es ATE. Yo fui a Rosario a dar charlas pero no soy de ATE-Rosario como pusieron en mi ficha. Junto con Ignacio Rodríguez, con el acompañamiento de ATE y la CLATE, nos presentamos como querellantes porque además queremos saber qué es lo que han hecho. Estudiaron a mi familia, mis contactos, sentí como que me avasallaron en mi vida personal. Involucrar a la familia en este tipo de actividades es una actitud que se utilizó en otras épocas que no queremos que vuelvan. Y, por supuesto, me da bronca de que existan estas actividades ilegales. Todos sabemos que tomar decisiones que enfrenten las políticas que buscan mantener la desigualdad tiene consecuencias pero no deja de dar mucha bronca. En lugar de usar los aparatos de inteligencia para garantizar la seguridad nacional y nuestros recursos estratégicos, los utilizaron para perseguir la actividad gremial y política. Yo me había inscripto a participar como representante de las organizaciones de la sociedad civil. Era una inscripción abierta para participar de foros y talleres. Eran actividades públicas.