Una encuesta de la Celag, el centro de estudios que dirige Alfredo Serrano Mancilla, circuló por estos días por lo cerca que estuvo del resultado de las PASO: lo daba ganador a Javier Milei con el 29,3%, apenas siete décimas debajo de lo que finalmente obtuvo. Lo más curioso del trabajo es su fecha: fue realizado entre la segunda quincena de abril y la primera semana de mayo, más de tres meses antes de las elecciones. Es decir, ni la definición de los candidatos, ni la campaña posterior alteraron demasiado lo que estaba fijado de antemano. El componente de enojo de buena parte de la población ya estaba allí y nada lo modificó. Muchos de ellos trabajadores informales que entienden que el Estado no los ayuda -más bien lo contrario- y creen en el mensaje simplificador de Milei: basta con echar a la "casta" que los ignora y poner en marcha la dolarización que resolverá mágicamente la inflación que corroe sus ingresos precarios. Para más, el aumento de suma fija que Sergio Massa anuncie no los incluya, aunque tal vez sí alguna medida adicional.
En aquel trabajo de mayo, Serrano Mancilla mostraba ya que los posibles votantes de Milei no tenían muchas coincidencias ideológicas con el credo libertario -había diversidad de opiniones en cuestiones como la privatización de Aerolíneas Argentinas, la estatización del litio o el papel de los derechos humanos-, pero surgía claramente el componente bronca y la adhesión al mesianismo en las formas y soluciones del candidato. "Hay que hacer una mención especial a los jóvenes, a los menores de 30 años, en los que la imagen y la intención de voto de Milei es muy superior al promedio nacional. Y en este caso la variable ideológica no es la que explica esta mayor afinidad. La causa está en la bronca y en lo mesiánico", afirmaba el consultor, que adelantaba que la mayoría de esos jóvenes habían votado anteriormente a Juntos por el Cambio pero que también, en menor medida, incluía ex electores del Frente de Todos.
El panorama puede resultar llamativo en un contexto de desempleo de apenas el 6,9%, con 6.356.237 trabajadores registrados, el número más alto de la historia, superando por más de medio millón de empleos los que existían antes de la pandemia. Sin embargo, eso no significó una mejora en la distribución del ingreso: los sectores medios y bajos continuaron perdiendo posiciones con respecto a los sectores más pudientes. Pero no es el dato más revelador. A la creación de más empleo formal en la pospandemia le correspondió una mayor y explosiva de trabajadores no formales: el 73% de los puestos de trabajo creados entre el segundo trimestre de 2020 y el primero de 2023 son informales. La caída del poder adquisitivo de ese segmento durante la gestión del actual gobierno llegó hasta el 25,5% que contrasta con la baja del apenas 1% entre los sectores registrados, de acuerdo al análisis de los datos del Indec publicado en Tiempo Argentino.
El 30% que obtuvo Milei en las primarias, obviamente, abarca personas de todos los estratos sociales y edades, incluso sería más transversal que el de Juntos por el Cambio y Unión por la Patria. Pero desde hace tiempo que los consultores vienen señalando que el núcleo de sus apoyos son los varones menores de 30 años. De acuerdo a un informe elaborado por la OIT en marzo sobre la situación laboral en Argentina, este grupo etario es el más afectado por la precarización. "En concordancia con el aumento de la informalidad, en el primer semestre de 2022 se observó un deterioro en otros indicadores de trabajo decente. La proporción de personas ocupadas que contaban con acceso simultáneo a derechos laborales (cobertura por obra social, vacaciones pagas, días pagos por enfermedad y aguinaldo) disminuyó entre 2021 y 2022, en especial para las personas jóvenes, y más entre los varones", señaló.
A los casi 6 millones y medio de trabajadores registrados ya hay que sumarle una cifra similar, o incluso un poco mayor, de no registrados y cuentapropistas. Da toda la sensación de que el peronismo siempre le siguió hablando al universo de los trabajadores registrados -identificado históricamente como la "columna vertebral" del movimiento- y nunca encontró la vía de comunicación al otro universo, igual de numeroso y cada vez más determinante. Por ejemplo, la apelación a lo público que se viene haciendo desde el fin de las PASO, no parecería convocar a estos votantes que ven en lo estatal algo más parecido a una molestia que un beneficio.
"Unión por la Patria está interpelando a un vacío, está llamando a un gato con silbidos", graficó el antropólogo y sociólogo Pablo Semán, uno de los investigadores que más trabajó sobre la adhesión a Milei en las clases propulares. Encontró que el rechazo a la política y la afirmación de la libertad personal surgía como una de las coincidencias más repetidas durante las entrevistas que realizó. De hecho, cuando la Legislatura Bonaerense buscó avanzar con un proyecto que creaba un registro obligatorio para trabajadores de las aplicaciones elaborado por el sindicalista Omar Plaini, se encontró con el rechazo de los bloques opositores pero también el de los representantes de los repartidores que argumentaron que se quedarían sin trabajo. "Hubo un lobby tremendo de las empresas", aseguró Plaini. Prevaleció el credo libertario.
Desde hace un año, desde el kirchnerismo se reclama que el Gobierno otorgue un aumento de suma fija que sirva para recomponer la pérdida de poder adquisitivo sufrida por los salarios más bajos. Luego de muchas vueltas, Sergio Massa adelantó que será de las primeras medidas que anunciará este jueves, a la vuelta de su viaje a Washington para cerrar el acuerdo con el FMI. De nuevo, no registrados y cuentapropistas no figurarán entre los beneficiados, como para confirmar sus creencias. "Indudablemente, hay que generar políticas para ese sector", opinó el ex ministro de Desarrollo Social y diputado Daniel Arroyo. No obstante, explicó que se entiende que una suma fija que mejore los salarios más bajos, de alguna manera "derramará" en los servicios que ofrecen no registrados y cuentapropistas y mejorará la situación general de los estratos más populares.
"El IFE, que fue una medida excepcional, fue el único contacto que tuvimos desde el Estado con este sector", reconoció Arroyo. Cuando se puso en marcha la inscripción para el IFE en 2020, implementado para cubrir los ingresos básicos de los informales impedidos de trabajar por la pandemia, sorprendió por la cantidad de inscriptos: el Estado esperaba unos tres millones, pero se anotaron 14 millones y finalmente lo cobraron nueve. La sensación es que esas mismas personas volvieron a sorprender al Gobierno en las PASO. "Sin dudas, hay que hacer un cambio, pero el cambio no puede ser a lo bestia y dinamitarlo todo", sostuvo Arroyo respecto al voto a Milei, quien se animó a calificar como "aberración" a la justicia social y de "atrocidad" el concepto que donde hay una necesidad nace un derecho. "La pérdida de derechos de unos, significa una peor situación para todos los trabajadores, nunca puede resultar un beneficio", concluía Arroyo.