El gobernador de Córdoba y precandidato presidencial de Hacemos por Nuestro País en estas elecciones 2023, Juan Schiaretti, centró su campaña electoral en el federalismo. Aseguró que es necesario "tener una mirada de país desde el AMBA y para el AMBA" y reclamó: “Queremos un país federal. Basta de gobiernos nacionales que gestionan desde y para el AMBA, por eso todo es más barato que en el interior. Hasta las fuerzas federales, que pagamos todos y podrían combatir el narcotráfico, están allí”. Cada vez que puede, el mandatario cordobés se alza como la voz del interior contra el unitarismo porteño y del AMBA.
En la misma línea de Schiaretti, hace tres semanas, el intendente cordobés y gobernador electo, Martín Llaryora, lanzó una frase que impactó de lleno en el porteñocentrismo: “Basta de que nos maltraten de afuera. Basta de que nos vengan a explicar qué hacer o cómo hacer los pituquitos de Recoleta”. Los dichos de Llaryora, lanzados la noche del pasado domingo 23 de julio, cuando el candidato delasotista Daniel Passerini se impuso sobre Rodrigo de Loredo fueron directamente contra los precandidatos presidenciales de Juntos por el Cambio, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, que habían viajado a Córdoba a festejar una posible victoria del diputado radical.
Parado en la margen antikirchnerista de la grieta, el gobernador cordobés intentó sumar a su armado nacional a gobernadores peronistas, en una especie de “Liga del Interior”, aquella que armó en el siglo XIX el general cordobés José María Paz, “El Manco”: los coqueteos de Schiaretti con sus pares de Santa Fe, Omar Perotti; de Entre Ríos, Gustavo Bordet; de San Luis, Alberto Rodríguez Saá; y el ex gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey.
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Su bajo porcentaje de votos y la desesperación por la posibilidad de no pasar el test de las PASO del próximo domingo 13, pero también la necesidad de confundir a los votantes cordobeses para las elecciones provinciales del 25 de junio y asegurar la victoria de Llaryora; llevaron a Schiaretti a intentar ingresar por la puerta de servicio a la alianza conservadora Juntos por el Cambio.
La aventura cambiemita le costó caro al cordobés: ningún gobernador lo apoyó en su campaña federal y sólo consiguió los apoyos de dos bonaerenses: el exministro del Interior del kirchnerismo Florencio Randazzo y de Hilda “Chiche” Duhalde, la esposa del expresidente y exgobernador de la Provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde. También consiguió el apoyo del socialismo de Santa Fe, diluido en el frente de frentes de la derecha santafesina y muy lejano del otrora poderoso Partido Socialista que dirigieron Hermes Binner y Miguel Lifschitz y que gobernó la provincia entre 2007 y 2019.
El cordobés ya olvidó las duras críticas que le hizo en diciembre de 2013 Randazzo al gobernador José de la Sota, cuando unos 10 mil policías de la Capital y el Gran Córdoba provocaron el amotinamiento del 3 y 4 de ese mes, que dejaron a millones de cordobeses a la deriva y en manos de saqueadores: “De la Sota especuló política y mediáticamente de manera lamentable, intentó victimizarse en vez de hacerse cargo de este
conflicto, que se hubiera resuelto ayer mismo y sin mayores consecuencias si hubiera estado en el país en lugar de haber estado en Panamá”, dijo hace una década el ahora compañero de fórmula de Schiaretti. Y siguió: “De la Sota debería saber que la política y la gestión no se hacen ni por los medios ni por Twitter. Lo que hizo fue un papelón, una falta de respeto a los cordobeses y a todos los argentinos”.
“Estamos transitando el final del ciclo del peronismo colonizado por el kirchnerismo”, dijo ayer al mediodía Schiaretti en el cierre de campaña en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el hotel NH, ante un puñado de dirigentes y periodistas. El precandidato presidencial bregó por "un país federal en serio" y "volver a ser un país normal”, al tiempo que acusó: “Necesitamos una opción que exprese un peronismo democrático y no al
peronismo que considera enemigo a los que producen, como considera de enemigo el kirchnerismo al campo”.
El crimen de Morena Domínguez, la nena de 11 años que murió tras ser golpeada en el municipio bonaerense de Lanús, sorprendió al precandidato en pleno acto. Ante esto, Hacemos por Nuestro País decidió levantar el acto de cierre previsto para hoy en Córdoba. “Estamos conmocionados y amargados por esta nueva víctima de la inseguridad”, dijo el gobernador. Y agregó: “La inseguridad es hija de la marginalidad y de la exclusión, por eso es uno de los temas a los que estamos dispuestos a combatir. Igual con el narcotráfico. El Gobierno federal deja esa responsabilidad en provincias y en municipios pero así no funciona. Hay que cuidar las fronteras, porque no somos un país productor de drogas, nombrar 15 mil efectivos más en las provincias y mejorar el sistema carcelario”.
Como De la Sota
Hace ocho años, cuando el entonces gobernador cordobés José de la Sota peleaba la PASO con su aliado Sergio Massa del Frente Renovador –habían formado Unidos por una Nueva Alternativa (UNA)-, los afiches de la gráfica callejera pontificaban: “Nada ni nadie mejor para Córdoba, que un presidente cordobés”. Los asesores brasileños que trabajaban bajo las órdenes de Joao Santana –uno de los más caros y el mismo publicista de Lula da Silva y Dilma Rousseff- le habían propuesto a De la Sota esta campaña, apelando al sentido de pertenencia territorial.
Y Schiaretti, el socio menor de De la Sota en el peronismo cordobesista, volvió ocho años más tarde a desempolvar el chauvinismo mediterráneo. Es que Córdoba siempre tuvo un peso específico importante en la política nacional. Desde tener la primera Universidad del país; pasando por la Reforma Universitaria de 1918 que fue ejemplo mundial; hasta el Cordobazo de 1969 que provocó la caída del dictador Juan Carlos Onganía. Sin olvidar el golpe contra Juan Perón de 1955 que se gestó en esta provincia, que llevó al poder al dictador Pedro Eugenio Aramburu, nacido en Río Cuarto.
En 1989, el radical Eduardo César Angeloz que intentaba llegar a la Presidencia en medio de la hiperinflación del gobierno de Raúl Alfonsín, trataba de despegarse de su correligionario y trataba de exportar el modelo provincial, diciendo que “Córdoba es una isla” ajena a los avatares del país. No pudo instalar la idea de que Córdoba vivía una realidad distinta y el peronista riojano Carlos Menem ganó esa elección a fuerza de prometer “Salariazo” y “Revolución Productiva”.
Desde el conflicto con el campo por la resolución 125 del 2008, el peronismo de De la Sota y Schiaretti se alió a las patronales del campo y comenzó con una dialéctica contra el centralismo porteño, pero las estocadas
apuntaban a la Casa Rosada y no al Gobierno de la Ciudad donde el PRO había desembarcado un año antes. Para Schiaretti todos los males del interior son culpa del porteñocentrismo de la Casa Rosada, con la salvedad, de que sólo eso ocurre cuando al sillón de Rivadavia lo ocupan gobiernos de signo nacional y popular. Ni una sola crítica a Mauricio Macri.
Parado en la dialéctica interior federal contra los salvajes unitarios, el cordobés Schiaretti quiere emular a dos comprovincianos que fueron presidentes en el siglo XIX: Miguel Juárez Celman, cuñado del ex presidente Julio Roca; y José Figueroa Alcorta. Más cerca en el tiempo, hace apenas 40 años, el cordobés Víctor Martínez fue vicepresidente de Raúl Alfonsín. Y otro cordobés, Fernando de la Rúa, llegó al poder después de la década menemista; y se fue en helicóptero apenas dos años después de llegar a la Presidencia. Dos cordobeses que, pese a llegar al poder supremo del país, hicieron poco por Córdoba.
Pasar las PASO
Con una polarización entre la oficialista Unión por la Patria (UP) y Juntos por el Cambio; y con la extrema derecha de Javier Milei y La Libertad Avanza perdiendo puntos frente al ausentismo; las chances de Juan Schiaretti se complican y su plano de máxima es superar el piso de 1,5% de los votos en las PASO y colar un bloque de diputados nacionales que luego le permita “negociar” gobernabilidad.
El padrón que se utilizará este domingo 13 llega a 35.394.425 votantes; por lo cual el 1,5% que necesita el sello Hacemos por Nuestro País para llegar a las elecciones presidenciales de octubre es de 575.916 votos. Si se toma en cuenta la media de los comicios provinciales de Río Negro, Neuquén o Córdoba, dónde sólo votó el 60% de los ciudadanos habilitados, la cantidad total de votantes sólo llegaría a 21.236.655. Con esa cifra de votos válidos, el 1,5% que necesita Schiaretti es de sólo 318.550 sufragios.
Ya en 2015, en su aventura presidencialista, José de la Sota había logrado en todo el país, 1.408.521 votos; y sólo en Córdoba, cosechó 635.864 sufragios. En las pasadas elecciones provinciales del 25 de junio, donde Martín Llaryora se impuso sobre Luis Juez, el cordobesismo logró 870.935 votos; casi tres veces los 318.550 que necesita Schiaretti para competir en octubre. “Vamos a hacer una muy buena elección”, razonan los schiarettistas.