La puesta en marcha del Gasoducto Néstor Kirchner funcionará como lanzamiento de la campaña de Sergio Massa, con la esquiva foto de familia de las cabezas de Unión por la Patria como marco. El ministro quiere que el acto funcione como hito: una gestión eficiente que consiguió terminar una obra de infraestructura en el tiempo previsto, la soberanía energética como objetivo de reminiscencias peronistas y la escasez de divisas como problema crónico que se busca dejar definitivamente atrás. Pero para llegar a esa orilla hace falta atravesar las embravecidas aguas de la negociación con el FMI, donde no se ve claro cuán cerca se está de un acuerdo. El equipo de Economía ya amagó varias veces con subirse al avión que lo llevaría a Washington para cerrar las negociaciones, pero eso todavía no ocurrió. La falta de resolución con el organismo podría ser el gran nubarrón en la marcha de la candidatura de Massa que, por lo demás, arrancó con viento a favor.
La inauguración se haría el 20 de junio y, dada la tensión por el cierre de las candidaturas, obligó a pasarlo al 9 de Julio. El Día de la Bandera o el Día de la Independencia son muy buenas referencias para la perspectiva que se le busca dar a la inauguración, apuntada como la obra más importante de las últimas décadas. Hasta mitad de semana no era segura la participación de Alberto Fernández y de Cristina Kirchner, dato que finalmente se confirmó a través de un comunicado. Nadie se lo quiere perder porque, con razón, todos se sienten parte. Alberto porque se realizó durante su mandato. Cristina porque como presidenta fue quien dio impulso a Vaca Muerta y, ahora, a través de Enarsa, que conduce el santacruceño y camporista Agustín Gerez, siguió de cerca el desarrollo de las obras.
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Massa realizó un intenso trabajo en los últimos días para que Unión por la Patria se viera unido. Sobreactuó el abrazo con su viejo enemigo Daniel Scioli, le abrió la puerta a Julián Domínguez y reunió a los gobernadores para ungir a Eduardo "Wado" de Pedro como el jefe de campaña. La foto en Salliqueló representaría el broche para ese bordado tejido por el ministro-candidato, un fuerte contrapunto con la interna a cielo abierto que atraviesa Juntos por el Cambio. Pero para que salga redondo, los discursos deberían dar por superadas las diferencias y coincidir en una mirada a futuro. La "coralidad de la unidad" por la que brega el consultor catalán Antoni Gutiérrez-Rubí. Sin embargo, en su última aparición, justo después de la resolución de las candidaturas, a CFK se la vio enojada.
En Gobierno había quienes veían probable que la vice hiciera mención a las demoras del proyecto en los primeros tiempos de la gestión, cuando eran ministros Martín Guzmán y Matías Kulfas, dos de sus apuntados habituales. "Hubo dos años donde no se movió un pelo cuando la secretaría de Energía dependía del Ministerio de la Producción", subrayó ayer el senador Oscar Parrilli en diálogo con El Destape Radio. Parrilli también hizo hincapié en algo que -se comentaba- tiene inquieta a Cristina: que parece haber quedado fuera de agenda su condición de proscripta, la persecución judicial que es objeto y el intento de asesinato que sufrió. "¿Cómo se explica que en un gobierno político de nuestro signo, la dirigente política más importante de la Argentina esté proscripta? Acá no hubo acciones concretas de parte de nuestro gobierno, se cometieron muchos errores", lanzó Parrilli. Tal vez haya sido un indicio del estado de ánimo de la vicepresidenta.
Más allá de los discursos, la inauguración de por sí tendrá una gran carga simbólica. Estará toda la primera plana del oficialismo: el jefe de Gabinete y candidato a vicepresidente Agustín Rossi, el ministro Wado de Pedro y el diputado Máximo Kirchner. A último momento sumaron al otro precandidato, Juan Grabois, que no figuraba en la lista original. Los gobernadores Axel Kicillof, Sergio Zilliotto, Arabela Carreras y Omar Gutiérrez le darán el contexto federal. Massa apuntaba a coronar el trabajo con su primer spot publicitario lanzado anoche y las primeras entrevistas como candidato. El ahorro de divisas que representará el gasoducto para lo que queda del año y la suma -hablan de 4.200 millones de dólares- para el próximo ejercicio, le permitirán levantar la obra como un nuevo comienzo para la economía.
Será el cierre de una semana positiva en la que el ministro ocupó, con naturalidad, el centro de la escena. Tuvo esa reunión con los gobernadores en el CFI y los que no participaron -porque se encuentran distanciados o porque pertenecen a partidos provinciales- pasaron por su despacho para posar junto a él. La parada del viernes, ante el desafío de las empresas de colectivos, la resolvió con solvencia. "Son parásitos del Estado que pretenden extorsionar, pero no les tenemos miedo", fue una frase contundente, en alguna medida dirigida a ese electorado kirchnerista que teme que Massa ofrezca una repetición de lo que consideran fue la política de Alberto, concesiva en exceso con el poder económico. "Estuvo muy bien porque los tipos se le podrían haber retobado, pero aceptaron sentarse a la mesa. Dio una muestra importante de autoridad", comentaba un dirigente cercano.
La fórmula arrancó de manera positiva en las encuestas. Los trabajos conocidos los ubicaron entre un 28 y 30% de intención de voto, convirtiéndose de entrada en la dupla más votada individualmente, tal como quería Massa. Podría decirse que el plan marcha según lo previsto, pero el imponderable pasa por las negociaciones con el FMI que no terminan de cerrarse. Hace varias semanas que se anuncia un inminente viaje del viceministro Gabriel Rubinstein y del jefe de asesores Leonardo Madcur para poner la firma y una y otra vez se retrasa. Como forma de presión, esta semana Massa se reunió vía zoom con el ministro de Finanzas de Egipto, Mohamed Maait, con la amenaza apenas velada de crear un "club de deudores", ya que entre ambos países suman el 40% de los préstamos del organismo.
"Todos transmiten tranquilidad, el acuerdo se va a cerrar", comentaba un funcionario que pasó esta semana varias horas con Massa y su equipo. La idea que prevalece es que al Fondo le conviene todavía menos que el gobierno argentino entre en default con el organismo, por lo que habrá un visto bueno respecto al incumplimiento de las metas y habilitarán el desembolso de 4.000 millones de dólares que servirán para fortalecer las reservas. Massa unificó los próximos pagos al Fondo para fin de mes, así que hay tres semanas por delante para terminar de cerrar la operación. "Esto ya quedó acordado cuando Joe Biden recibió a Alberto y a Massa en la Casa Blanca. Estados Unidos va a facilitarle el último tramo a este gobierno y será al próximo que le tocará barajar y dar de nuevo", aseguraba una fuente al tanto de las negociaciones. Habrá que esperar que suceda.