"El domingo decidimos por un país donde el que trabaja tenga derechos o sea un esclavo", concluyó Sergio Massa su mensaje de campaña en un contexto atípico para un cierre: una fábrica del Parque Industrial en Pilar rodeado de trabajadores, docentes y jubilados. El candidato explicó que buscó un símbolo del país que quería poner en marcha y contraponerlo a la propuesta de los candidatos de la derecha, dañinos para la industria nacional y la generación de empleo. En la presentación, Massa desgranó su historia personal como descendiente de inmigrantes que consiguieron abrirse camino como tantas familias de clase media e imaginó el retorno a aquella Argentina de la movilidad social ascendente, en buena medida gracias a las posibilidades que ofrece un Estado presente. Una épica evocadora del mejor peronismo. El candidato a presidente prometió "un gobierno distinto que éste" y le inyectó a su mensaje de mucho contenido patriótico. "El domingo vayan a buscar nuestra bandera", propuso, en referencia al color celeste y blanco de la boleta.
El cierre fue muy pensado en la línea emoción que recomienda el asesor catalán Antoní Gutiérrez-Rubí como factor determinante en las elecciones. El eje principal de su mensaje tuvo que ver con el trabajo y lo nacional. "Hace tres años estuve en este lugar cuando acá no había nada, hoy es un proyecto industrial que exporta a siete países", explicó la elección del lugar de la actividad que se mantuvo en reserva hasta unas pocas horas antes. Se había barajado la posibilidad de hacerlo en el interior, pero finalmente se optó por el Conurbano bonaerense, el lugar donde están concentradas las mejores expectativas de voto del oficialismo. También se había especulado con realizar algo conjunto con los gobernadores de UP, pero se inclinaron por el protagonismo excluyente del candidato presidencial, sólo acompañado por su esposa Malena Galmarini y su compañero de fórmula Agustín Rossi.
"Siento que este país es un país increíble", definió, uno de los primeros aplausos de los presentes, muchos retratando la escena con sus teléfonos. "Me enoja mucho cuando escucho a quienes quieren gobernar la Argentina decir que somos un país de mierda. Somos un país maravilloso, que lo que necesita es ponerse de acuerdo", agregó. La arenga nacional incluyó la defensa de los derechos en las islas Malvinas, un representante de los veteranos se acercó entonces a entregarle una bandera. Planteó la necesidad de recuperar el poder adquisitivo de los salarios, una situación a la que se llegó "porque el Estado no tuvo lugar firme y presente en la puja distributiva". Uno de los ítems en los que marcó diferencias con la gestión de Alberto Fernández.
Enumeró las posibilidades que se le abren a la Patagonia por sus recursos, pero también a provincias norteñas como Catamarca, La Rioja, Salta, Tucumán y Jujuy. En todas ellas aspira a mejorar la cosecha obtenida en las PASO para recortar la diferencia de Javier Milei en el interior. De nuevo dirigió un tramo del mensaje a las mujeres, que en el comando de UP consideran aliadas fundamentales en el comicio, dado que en las encuestas aparecen como las más reacias a convalidar el discurso violento de Milei y propuestas que infunden temor como la venta libre de armas o de órganos. "Los chicos necesitan educación y cuidado para que la mamá pueda trabajar tranquila", afirmó. Insistió con la propuesta de igualar el ingreso de hombres y mujeres, quienes hoy cobran un 23% menos por la misma labor.
Pero, básicamente, buscó mostrar un mensaje a favor del empleo argentino, con el potencial que ofrecen recursos como petróleo, gas, minería o turismo, más el agregado del talento local. "Decidimos si elegimos un país que defienda su proyecto de desarrollo con convicción frente al Fondo Monetario Internacional o si vamos de rodillas al almacén con el manual del almacenero a rendirnos y a hacer lo que nos impongan. El domingo decidimos si amamos nuestra bandera o no", arengó, en el mismo tono de defensa de lo nacional.
Fue un cierre pensado en escalas. A principios de semana hubo una actividad en San Luis para concluir una rápida gira por el interior que abarcó la región Centro y Cuyo. Luego llegaría el acto por el Día de la Lealtad, en Sarandí, junto a Axel Kicillof, el Luna Park con Leandro Santoro en Capital y la actividad final en la fábrica en Pilar. En el comando de Unión por la Patria aseguraban tener razones para esperar el domingo con optimismo. Los últimos sondeos -esos que no se pueden publicar por la veda- hablaban de una estabilidad en la intención de voto que se mantenía o, incluso, un leve repunte de Massa. Esto se notaba, comentaba un encuestador que hace trabajos para el oficialismo, en algunos puntos del Conurbano identificados como peronistas como La Matanza.
La tranquilidad conseguida en los mercados financieros -aunque fuera a costa de operativos policiales- servía para llegar en calma al fin de semana decisivo. En ese sentido, el dato más relevante era que en esta ocasión ni la suba del dólar blue, ni el índice de inflación de la semana pasada parecían haber dañado la cosecha de Unión por la Patria. Eso marcaba un cambio respecto a lo sucedido en la previa de las PASO, cuando una corrida hizo subir en intención de voto a Milei. En esta ocasión, dado la responsabilidad directa del candidato libertario en la subida luego de que hubiera aconsejado a la gente deshacerse de sus pesos, no funcionó de la misma manera y no le reportó beneficios. Eso siempre según los últimos sondeos. Los votos se contarán el domingo.