Cada tanto, el fin del peronismo aparece como un horizonte de la oposición. Así como Patricia Bullrich describió desde Estados Unidos una crisis de ese movimiento, tal vez terminal, Elisa Carrió relató la caída del gobierno y del peronismo entero. "Anarquía" se transformó en la palabra elegida por Juntos por el Cambio para intentar desgastar a la gestión nacional con la intención de plantearse como una opción esperanzadora, aunque con medidas dolorosas.
"Está pudiendo renunciar el Presidente en estos días, porque ella finalmente lo volteó. Pueden estar ella o Massa. Hoy se está cayendo, como lo dije hace dos semanas, un gobierno entero y el propio peronismo. Y esto significa una situación anárquica", dijo Carrió en en encuentro organizado el miércoles por el Instituto Hannah Arendt. Del mismo participaron Hernán Lombardi, una figura íntimamente ligada a Mauricio Macri y Mario Quintana, secretario de coordinación interministerial en la gestión Cambiemos.
Para la líder de la Coalición Cívica, "ante lo terrible" no hay que dejar de divertirse. "Por eso los velorios me parecen divertidos. Porque es como que vamos a asistir a una muerte, no vamos a poder evitar el dolor, pero podemos evitar el sufrimiento con la fe. Vamos a enfrentar momentos terribles y va haber oscuridad".
Carrió sobre el fin del peronismo: "Por eso los velorios me parecen divertidos. Porque es como que vamos a asistir a una muerte, no vamos a poder evitar el dolor, pero podemos evitar el sufrimiento con la fe"
Esta oscuridad, ese dolor y ese sufrimiento ya fueron anticipados por distintas figuras de la oposición que, bajo el slogan de "decir la verdad" y darle contenido a las frases vacías, anticiparon profundas reformas para ajustar las cuentas del Estado y propiciar la ya fracasada lluvia de inversiones.
"¿Estamos quebrados? Si. ¿Se va a licuar toda la Argentina? Si. ¿Tengo bronca? Si. ¿Me sirven la indignación y la bronca? No. Y va a haber mucha bronca e ira", analizó la ex diputada sobre la situación actual. "¿Vamos a pasar? Si. ¿Va a ser durísimo? Si. ¿De dónde vendrá ese salto de conciencia (para evitar la ira)? No lo sé".
La oposición quiere instalarse como la salida constructiva, la transformadora de la bronca en una luz de esperanza. "Se trata de estar unidos en un mismo espíritu, aunque sean diferentes las ideas. No hay unidad sin concordia", sostuvo Carrió que, hace tiempo, pregona por evitar internas adelantadas, por no cascotear excesivamente al Gobierno y por mantener la alianza sin fisuras. Esta postura a favor de fortalecer el concepto de "Juntos" también fue compartida por Gerardo Morales, gobernador de Jujuy y presidente de la UCR, con quien Carrió se reunió hace poco tiempo. El mandatario apuntó duramente contra Milagro Sala, presa política en su provincia, cuestionó a Alberto Fernández por haber ido a visitarla y criticó que haya recibido "delincuentes" en Casa Rosada en referencia a dirigentes referenciados en la Túpac Amaru.
De campaña, y en una segunda bajada al conurbano bonaerense en tan solo días, el jujeño no sólo celebró que el partido haya ratificado su presencia a la alianza sino que aseguró que JxC está cada vez más cohesionado, producto del plan de gobierno que están trabajando y que podría llegar a estar listo a fin de año. "Estamos mucho mejor de lo que a veces se ve en los medios de comunicación", dijo desde Lomas de Zamora. Pero ese buen pasar de coalición no pareciera alcanzar a todos.
Con Mauricio Macri la tensión sigue vigente. Básicamente por poder y liderazgo interno. Después de ratificar los principios del partido, de pedir "tanto mercado como sea posible pero tanto Estado como sea necesario", en especial en la educación, salud y seguridad, advirtió que en la UCR "tampoco somos esos retrógrados, populistas como algunos nos quieren señalar". Esto fue pensado como una nueva respuesta al ex presidente de la Nación que señaló a Hipólito Yrigoyen como el inicio del populismo en la Argentina y la región. Una categoría que instaló el propio radicalismo para marcar al enemigo político, tanto por izquierda como por derecha.
Morales y Macri no volvieron a verse las caras después de ese cruce, una pelea que generó cortocircuitos en todas direcciones. En el fondo, la disputa es de poder. Ante una UCR que se vio fortalecida por las elecciones del año pasado, el macrismo empezó a ver un contrincante con volumen. "La UCR no es un partido parlamentario solamente, somos un partido de gobierno, de gestión. Gobernamos más de 400 municipios en la Argentina, tres provincias. De modo tal que no nos van a mostrar cómo se gestiona, cómo se gobierna", dijo el gobernador del norte.
Ante ese escenario, se abrieron dos posiciones: los que quieren competirle y diferenciarse y los que apuestan por lograr un consenso que permita una unidad incluso de listas. El martes habrá un nuevo encuentro de la mesa nacional de Juntos por el Cambio y podría volver a darse el cara a cara.
Por ahora, más allá de los límites internos, la oposición decidió aglutinarse tras la crítica al Gobierno que "no sólo ha perdido el rumbo, gasta más energía en pelearse todos los días" mientras hay una "inflación descontrolada, país al borde del abismo". Frente a esto, la puesta en valor de un plan conjunto de la alianza porque, aunque cada uno tiene sus asesores para buscar una identidad propia, el programa será el mismo: "ordenar las cuentas" y el "déficit fiscal" mediante políticas de shock.