Sin mayores precisiones, en la Casa Rosada adelantaron la decisión del presidente Alberto Fernández de convocar a una mesa política del Frente de Todos, algo que se le venía reclamando desde hacía mucho tiempo y que podría servir para resolver las tensiones generadas en los últimos días. El lanzamiento será en una o dos semanas y habrá representantes de los gobernadores, de los sectores sindicales, de las organizaciones sociales y de los partidos que integran la coalición oficialista. El anuncio se hizo pocas horas después de que Máximo Kirchner reuniera una mesa, pero exclusivamente de la provincia de Buenos Aires, en Merlo, aunque en Gobierno aseguraban que la decisión estaba tomada de antes. En el kirchnerismo optaron por el mutis y esperar para ver.
Cerca del Presidente aclaraban que la mesa sería de carácter estrictamente político para discutir la estrategia electoral del Frente de Todos y no los temas de gestión, que no están sometidos a escrutinio. Ya alguna vez Alberto definió que la Presidencia no era un órgano colegiado y que le correspondía la toma de decisiones. Valía lo mismo ahora. "No se van a analizar las medidas de Gobierno", remarcaban.
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La idea se complementaba con la propuesta de movilizar también al Partido Justicialista, cuyo consejo directivo se reunirá el 24 de febrero para convocar a un encuentro del congreso partidario. "No sé qué tan definido está lo de esa mesa. Sí que hay una decisión de empezar a generar un ámbito de discusión para diseñar la campaña, es lógico porque el tiempo ya empieza a apremiar", señaló un funcionario. Tradicionalmente, en el PJ se designa en los años electorales una comisión de acción política (CAP) que se transforma en ese ámbito de discusión. Ahora sería esta mesa, cuyos integrantes tendrán que resolverse en los próximos días.
La idea de una mesa que congregue a los principales representantes del Frente de Todos nació casi a la par del gobierno de Alberto, que tuvo la particularidad de llegar a la Presidencia elegido por su compañera de fórmula. Lo más parecido fue un encuentro semanal, a veces quincenal, que se dio durante una época de la pandemia en la Quinta de Olivos que coordinaba el entonces jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, a la que iban Axel Kicillof, Máximo Kirchner y algunos intendentes. Las diferencias de criterios las fueron espaciando hasta que desaparecieron y el diálogo interno se tornó cada vez más tortuoso. Alberto siempre pensó que una mesa sería el instrumento a través del que la vicepresidenta Cristina Kirchner le marcaría lo que debía hacer, apareciendo como un presidente limitado.
En los últimos tiempos los pedidos se hicieron más insistentes. No sólo de Máximo Kirchner o de Andrés Larroque, enfrentados con Alberto, sino también aliados como el ministro de Economía, Sergio Massa, reclamaron un lugar de debate. Ya durante aquel acto en la plaza ubicada detrás de la Casa Rosada en el que celebró sus tres años de mandato, Alberto prometió que se pondría al frente del armado del oficialismo "para que el que asuma en 2023 sea uno de nosotros". Fue porque la Liga de Gobernadores se había reunido con la CGT para analizar la situación luego del anuncio de Cristina de no postularse. Parecía que si Alberto no la convocaba, la mesa se autoconvocaría.
Pero luego de esa promesa hizo poco. Llamó a algunos gobernadores y a principios de año hizo un asado en Chapadmalal con intendentes, pero nada parecido a una mesa. Hasta que este martes Máximo reunió a intendentes del peronismo bonaerense con el gobernador Axel Kicillof, Massa y un par de funcionarios que actuaron un poco como delegados de la Rosada como los ministros Gabriel Katopodis y Santiago Maggiotti. Quedó como la presentación de una "mesa bonaerense" que volvía más notoria la ausencia de la "mesa nacional". Para más, el encuentro en Merlo funcionó bien y dejó una buena postal de amplitud en momentos de fuerte tensión interna frentetodista.
"Ningún compañero habla mal de otro compañero", bajó Katopodis como premisa central. La idea que prevaleció en la reunión, a su entender, fue que se debía preservar la unidad para ganar las elecciones. El ministro de Obras Públicas acompañó al Presidente en su visita de este miércoles al Chaco donde los recibió el gobernador Jorge Capitanich, autor de la teoría que sostiene que el Ejecutivo debe presentar un único candidato en 2023. Así que si Alberto lo es no deberían imitarlo ni el jefe de Gabinete ni el ministro de Economía. Massa, se podría decir, coincidió porque en el encuentro en Merlo insistió en presentarse fuera de la carrera presidencial.
Alberto zigzaguea respecto a su postura. A veces declara a sus allegados que sólo apunta a poner en valor su gestión como presidente y que, cuando llegue el momento, dará un paso al costado para que otro sea el candidato. Pero no todos en su entorno le creen. "Lo veo muy embalado, claramente está viendo la posibilidad de ir por la reelección y está en todo su derecho", expresó un ministro. Por las dudas, en la Casa Rosada aclararon que la convocatoria a una mesa política no tiene nada que ver con la posibilidad de que el Presidente se postule. Las candidaturas, todo indica, se resolverán en las PASO, tal como el propio Alberto propuso antes que nadie.
La sola mención de una nueva candidatura de Alberto Fernández pone los pelos de punta al kirchnerismo, que prefiriría casi cualquier otra opción dentro del Frente de Todos. La pelea generada por una no invitación a un encuentro con Lula sirvió para posicionar al ministro del Interior, Eduardo "Wado" de Pedro, como posible postulante del kirchnerismo, aunque las encuestas lo muestran lejos todavía. El gobernador Kicillof se mantiene firme en su postura de ir por la reelección en la provincia y la Vicepresidenta lo acompaña en la idea. La jugada podría ser proponer a Massa, pero para eso el ministro tendría que conseguir logros más contundentes en materia económica. El panorama no es muy claro, así que la mesa tendrá un trabajo interesante por delante.