La foto entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich buscará mostrar a Juntos por el Cambio unido para enfrentar a un solo enemigo, el kirchnerismo. Cuando la candidata presidencial empezó a preparar su discurso ante una posible victoria en la PASO de las elecciones 2023, en lo primero que pensó fue en eso, en cómo hacer para dejar atrás una interna feroz para darle paso a la comunión necesaria, indispensable para lograr entrar a un balotaje. Nadie pensó que contra Javier Milei.
Patricia se autoproclamó líder de un espacio que, según el electorado, ya no es más el principal referente de la oposición argentina. Y va a tener que buscar volver a las primeras planas, no perder el protagonismo de ser la opción de poder. Porque si hubo una chicana en los últimos años, fue esa. Se le dijo al libertario que la única posibilidad de llevar ideas liberales a la Casa Rosada era dentro de Juntos por el Cambio, pero Milei dio la sorpresa. Entonces, para qué negociar. La chicana se transformó en una cosquilla.
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Y JxC pareció empezar a procesar eso. Bullrich dijo que la interna con Larreta les hizo daño porque confundió a la sociedad sobre la seriedad y la profundidad del cambio, Rogelio Frigerio -el gran ganador cambiemita de la noche del 13 de agosto- planteó la falta de empatía con la sociedad y a todo eso se le sumó el dibujo de un mapa que no los dejó bien parados.
La foto con Larreta fue calificada como algo natural, que debería ocurrir en cualquier país. Un encuentro entre dos candidatos a presidente por un mismo espacio tras la elección primaria. Que no debería haber grandes sobresaltos por ello. Pero el episodio hará ruido, sobre todo por el silencio larretista de la previa y por el rol que jugará el jefe de Gobierno.
Los bullrichistas lo necesitan adentro. Lo quieren para retener los 2.675.563 de votos que sacó el domingo. O la mayor parte. Lo quieren para poder encontrar un crecimiento hacia otros horizontes. Una expansión que también empezó a buscar Milei, con menos gritos y el intento de eliminar fantasmas sobre sus propuestas electorales. Fantasmas reales.
Bullrich está en una situación delicada. No puede prometer sus votos más los de Larreta pero puede intentarlo, aunque la relación no sea la mejor. El domingo, lo hizo subir al escenario para que sus seguidores le cantaran, en la cara, “Patricia presidente”. A la mañana, forzó un acting con la máquina de la boleta electrónica que funcionó mal pero justo a ella le anduvo pésimo. No fueron las mejores horas.
Historia de una interna picante
A Larreta las mediciones le empezaron a dar mal –muy mal– hace dos años. Los últimos números lo mostraron con la mitad de sufragios que su contrincante. O sea, Bullrich lo duplicaba. Pero no se atendió a esa alarma. Se creyó en una victoria ajustada. Entonces, Patricia estaba cómoda. Antes de la elección, diez o quince días antes, superaba los 20 puntos. De hecho, en prodes internos se llegó a hablar de un 14% contra un 13% del jefe de Gobierno. Aunque, los más realistas, se planteó una distancia de entre tres a siete puntos. Lo que finalmente sucedió. Pero se esperó más.
¿Qué fue lo que pasó? La última semana, Bullrich sufrió una oleada de críticas producto de sus propios errores. Con la intención de querer hablar de todo y mostrar que conoce de todo, se equivocó varias veces. Habló de blindaje, adelantó un pedido de deuda con el Fondo Monetario Internacional antes de siquiera conversar con ellos y se enfrentó a las críticas del mundo larretista recordándole su paso por el gobierno de la crisis del 2001 y dejando en ridículo sus propuestas.
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Ese combo fue fatal. Patricia perdió entre cinco y siete puntos sólo en ese último tramo de la campaña. Así como Milei denunció que hubo intentos del bullrichismo por operar en su contra para pincharle el globo e impedir que le robara votos a la ex ministra, la candidata sufrió duros golpes mediáticos que, tal vez, hayan provenido de otras latitudes. Lo curioso es que esos votos no se fueron para el sector de Larreta -un dato contra fáctico, podría haber sido un reflejo de un futuro que no sucederá con el jefe de Gobierno triunfal de una interna en la que se le hubiera dificultado retener votos. Tampoco se quedaron en sus casas o eligieron opciones más progresistas. Se fueron con Milei.
Eso puede significar varias cosas. En principio, que los ausentes de Juntos por el Cambio, o parte de ellos, no es que no fueron a votar sino que eligieron otra opción. Si bien claramente puede haber más presencialidad en octubre, se notó que la flaqueza estuvo en el sector moderado, independiente, indeciso y no en los más consolidados de los núcleos duros.
De cara a octubre
Por lo tanto, Patricia podría enfrentarse a dos situaciones. Por un lado, la optimista: recuperar los votos que perdió en manos de Milei. Probablemente con un mejor entrenamiento en algunos temas como la economía o con voceros que hablen de eso por ella. Eso podría forzar a una batalla por discursos cada vez más duros mezclados con intentos de fingir moderación.
Pero también Bullrich podría encontrarse con que los votos no volverán. Que dependerá de lo que pueda retener de Larreta, de los pactos que se puedan hacer hacia el peronismo no kirchnerista o de otros acuerdos. Porque el que votó ganador, probablemente siga votando ganador. Seguramente alguno se le escapará a Milei. Alguno que quiso dar un mensaje y se asustó al ver que varios tuvieron la misma idea. Pero esos pueden repartirse. Unión por la Patria quiere pescar en esa pecera. Y en la del jefe de Gobierno.
Patricia tendrá competencia. Pero, además, Patricia pasará a ser más ignorada. Porque la pelea del oficialismo será con Milei. Juntos por el Cambio no apareció como la primera opción opositora y como sucedió en Brasil, Francia y España, se planteará una campaña entre un modelo radicalizado y otro tendiente a la ampliación. La campaña del miedo. ¿Será suficiente?
Entonces, Bullrich quedará en el limbo de pasar a ser ignorada levemente, sin olvidarse que todos los potenciales espacios presidenciables están a menos de tres puntos de distancia y cualquier cosa podría suceder. Y en ese contexto se dio un señalamiento múltiple: Milei empezó a polarizar con Bullrich para sacarle más votos de los que le sacó; Sergio Massa empezó a pelear directamente con el libertario como opción antagónica; Bullrich no puede cometer un error.
La estrategia
La candidata de JxC tiene que mantener la línea de discutir con el kirchnerismo y no enroscarse con la seducción de pelea planteada con Milei. De caer en esa trampa, cometería un primer error grande. Porque comparten electorado, porque ella necesita de sus votos, porque si los dos se confrontan corren el riesgo de anularse, de desgastarse y dejar crecer a Unión por la Patria.
Bullrich tiene que mantener la línea de pelear contra el oficialismo porque es su identidad pero, sobre todo, porque enfrentar a Milei la pondrá en desventaja. Ella no es lo nuevo. La alianza no es lo nuevo. No genera expectativas. No hay impresión de cambio. Fue parte del 2001, también del 2015 y ninguno dejó recuerdos felices. El libertario es pura promesa. Entonces, a Patricia tal vez le convendría modificar la estrategia. Buscar otro camino que no sea prometer una transformación que ya prometieron sus gobiernos y que no funcionaron. Porque la sociedad ya no cree en que podrá hacerlo. Enfrentar a Mieli le dejaría la trampa abierta.
https://www.eldestapeweb.com/politica/elecciones-2023/massa-posterga-el-reinicio-de-la-campana-y-pone-el-foco-en-la-economia-202381518340
Por eso, en estas horas se vio al libertario plantear debates y contrapuntos con ella. Para comerla en la elección general y sacarla de la cancha. Por eso, ante la propuesta cambiemita de un acuerdo en Buenos Aires para bajar a Carolina Píparo, le llegó el retruco de ésta para anular la de Néstor Grindetti. La Libertad Avanza no quiere resignar sus posibilidades.
Y también por eso, porque Bullrich entendió el juego y todavía pudo resistirse, la ex ministra no se metió en el barro. La quisieron hacer debatir sobre el plebiscito de la interrupción voluntaria del embarazo planteado por Milei y ella no quiso cometer ese error y viró su respuesta a una crítica económica al gobierno que continuó, luego, en redes sociales con la exportación de carne e inflación. Ella le habló directo a Massa.
Ese será el juego y esa será la señal de la foto. Juntos por el Cambio unido para terminar con el kirchnerismo. Esto lo dejó bien en claro el diputado Fernando Iglesias. Cuando Milei dijo que Bullrich era su segunda marca, la opción dura más barata, el legislador respondió en redes sociales: “Epa! Es el peronismo, Javier!”. El contrincante de Cambiemos está claro.